No sé quién me mandó a seguirlo, no debí haberlo hecho, ahora no estaría llorando como una estúpida. Esto es culpa de ella, lo está manipulando no sé cómo, pero estoy segura que tiene sus poderes de persuasión, no hay otra explicación.
¿Y si el realmente la quiere?
Claro que eso no puede ser posible, alguien tan cuerdo y analítico como James nunca amaría a una chiquilla de su clase. Ella lo está manipulando, lo tiene bajo su manga. Dentro de pocos días lo alejaré de ella y se pasarán sus efectos.
La sangre me arde, los celos que nunca he sentido por nadie los siento con él. La atracción sexual paso a otro nivel con cada palabra, cada caricia, cada beso.
Se acerca el gran día, el día que al fin la gran amenaza será eliminada, si todo sale bien esta ve. Hasta ahora solo se ha logrado traspasarla de recipiente —Nada garantiza que está vez sea exitosa —La próxima oportunidad será en dieciocho años.
No podemos arriesgarnos a que en ese tiempo ellos la encuentren.
(…)
— ¿Todo bien?
Ella no deja de sonreír, la verdad es que yo no puedo evitarlo tampoco. Esto es una locura.
—Sí, solo pensando un poco.
— ¿Puedes contarme en que piensas?
No, eso sería demasiado cursi.
—Quería contarte que fui al tercer piso —admito y a ella suelta una risa nerviosa
—Yo pensé que tú pensabas que era peligroso —no necesito que me recuerde que fue algo irresponsable — ¿Qué encontraste?
—Sí, lo pienso y lo pensaba, solo… —interrumpe mi infructuosa búsqueda de una razón legitima para lo que he hecho
—Te dejaste llevar por la chica rara —se burla complacida de saber que ejerce un efecto en mí. —Pero que encontraste —su insistencia me indica que ella también sabe que solo no hay polvo y muebles.
—No encontré el sitio en construcción que fui buscando, si era lo que querías saber. Sé que sabes de lo que hablo, lo noto en tu rostro.
—Se supone que no debías estar ahí. ¿Alguien te vió?
—No lo creo, ¿Qué sabes de ese lugar? ¿Qué me ocultas?
—Nada —responde de forma seca.
—Amy, estamos juntos en esto, tengo derecho a que seas honesta conmigo.
—Bien —veo que desata las cintas negras que siempre usa en sus muñecas como adorno —Vez —veo las marcas negras casi moradas en su blanca piel, se distinguen de forma notoria las marcas de los eslabones de una cadena.
Esto es horrible, solo verlo me dan deseos de llorar.
—El tercer piso es la zona de castigo. Es donde me llevaron aquel día.
Por eso las gotas de sangre, ¿Qué más habrá en él?
— ¿Cómo te castigaron? —es una pregunta que ha estado en mi cabeza por demasiado tiempo y al ver esto necesita una respuesta.
—Me ataron a unas cadenas y me dejaban en la oscuridad. Son los calabozos, están detrás de la segunda puerta del tercer piso.
Por donde Ann no me dejó pasar, espera, ¿ella sabe lo que ocurre ahí?
Quedo en shock tras su confesión, esto, esto roza la tortura, no, esto es tortura. Es inhumano.
—Pero me lo merecía. —Claro que no.
¿Cómo puede pensar eso? No hay nada en el mundo que merezca que le hagan esto.
—Amy, ¿puedes contarme lo que sabes de este lugar? No tengo las cosas claras, y así no puedo ayudarte.
—Sé que no puedes hacer nada para cambiarlo y si lo haces acabaras como el resto.
Por ella me arriesgaré. Siempre hay algo que puede hacerse.
—No importa, déjame a mí tomar esa decisión.
¿Tan malo es?
—Después de un tiempo aquí vi cómo se llevaban a los que cumplían dieciocho, supuestamente los liberan, le dan una vida, un empleo, una casa para comenzar — ¿Demasiado bueno para ser real?—Pero todo esto me parecía raro, a pesar de mantener mi vida enterrada en cuentos de hadas. Descubrí algo un día que decidí colarme en la oficina del director, y escuche algo que no debía. Resulta ser que, los inversionistas de esta institución son compañías de agricultura, la industria pesada, la textilería y sobre todo los clubes nocturnos incluyendo prostíbulos. Estas compañías invierten grandes sumas en lo que seremos.
Esto es lo que me imaginaba.
—Quieres decir que son parte de un negocio de trata de blancas.
—Y como somos niños huérfanos y problemáticos nadie nos va a reclamar.
Que horrible destino.
— ¿No tienes miedo? ¿Por qué no escapas?
—No puedo escapar. Y si tengo miedo pero, todas esas dudas sobre mí, tú las esfumas, pero solamente contigo. —mi corazón late revuelto
— ¿Qué podemos hacer? —doy vueltas por la habitación.
—La verdad no sé, pero necesito poder quedarme aquí. — ¿quiere quedarse aquí? —Eres la única persona con la que puedo tratar sin miedo.
Sus palabras me alegran pero no puedo entender por qué lógica razón no desea o puede irse.
—Porque no temes a que vea quien eres tú —analizo incorrectamente
—Porque nunca dejarías que veas quien soy yo. James, solo conoces uno de mis rostros, el bueno, pero hay algo dentro de mí, algo que no puede controlar, pero no puedo revelártelo.
—Algún día deberás hacerlo.
—Hasta ese día te pido que me tengas paciencia.
—Está bien, lo haré, aunque me parece una locura, y no la parte del tráfico de personas o la malversación de fondos, sino el hecho que no quieras hacer nada. Deberíamos simplemente denunciarlo.
—Eso no servirá de nada, la organización es muy poderosa.
—Pero al menos podríamos intentarlo. —niega con la cabeza —Sé que resultará, necesitamos pruebas.
—Eso no resultará, no entiendes.
—Yo podría entenderte, si me dejas.
—No lo harás. —un suspira hace que sus hombros bajen. No tiene caso seguir insistiendo — ¿Podemos hablar de otra cosa? —y hasta aquí llegó la brecha en su corazón.
Pero me alegra que se haya abierto conmigo.
—Está bien.
Qué día tan indescriptiblemente raro. Aún sigo en las sombras. Esto es muy raro, sobre todo esa parte de su pasado que no quiere contarme. Pero así son las cosas del amor, te gusta quien menos lo esperas.