El psicólogo incompetente

Capítulo 24

Ve al cementerio de noche decían, será buena idea decían. Fue complicado levantarme sin despertar a Ann, ahora mismo preferiría seguir junto a ella que estar caminando por este espeluznante lugar. Nunca me he considerado alguien cobarde pero caminar en medio de la noche a través de tumbas creo que me supera. 

El sonido de una lechuza eriza mi piel, como si ya el frio de la noche no fuese suficiente. Mis sentidos están alertas a cualquier movimiento. Estos lugares nunca me han gustado, creo que por buenos motivos.

Casi caigo al suelo cuando un bicho negro, al parecer un murciélago pasa junto a mi. Me apoyo en la tumba a mi lado para levantarme. Sacudo mi ropa, tengo deseos de cortarme la mano con la que toque el concreto mohoso. Una sombra a lo lejos capta mi atención, camino hacia ella aunque cada a fibra de mi cuerpo grita que de media vuelta.

—Buenas noches —me animo a decir. LA silueta se volta y se hace más clara.

Me quedo frente un hombre un poco más corpulento que yo, de piel pálida y ojos profundamente rojos. Pudiera matarme aquí y ahora y no podría hacer nada, de hecho en un buen lugar para esconder un cadáver.

—Buenas noches —su voz es lenta y siseante. 

—Usted, me dejo esta nota —le entrego el pedazo de papel pero él no lo toma.

—Lo sé —repone pero mantiene las manos en los bolsillos.

—Bueno, ¿para qué quería verme? —aquí, sobre todo.

—Sabíamos dónde estaba la señorita Lee, pero no podíamos sacarla, al menos no sin ayuda. 

— ¿Pero quién es usted? ¿Es pariente de Amy?

—Toda nuestra raza se debe a la reina.

— ¿Reina? — ¿Raza? —No entiendo lo que dice ¿pero sabe que ella está enferma? La organización piensa sacrificarla el día de su cumpleaños para eliminar su enfermedad.

— ¿Enfermedad?

—Sí, ella lo llama oscuridad, dice que se está apoderando se ella. —él asiente pensando para si mismo.

–Ya veo.

—Yo sé que hay una forma de quitársela, una especie de cura. 

—Lo sabemos. 

— ¿Lo saben? —él vuelve a sentir — ¿Qué podemos hacer entonces para salvarla?

—Necesitamos que la saques del reformatorio dentro de dos noches, tendremos todo listo para ello. Debes llevarla aquí —me entrega una nota igual a la anterior. —Ella te dirá que hacer.

Abro el papel para ver su contenido. Una dirección está anotada en ella.

—Pero esto es en medio del bosque —analizo, pero para cuando levanto la mirada mi acompañante ha desaparecido.

(…)         

22 de diciembre de 1965

James:

Me alegra que te esté yendo bien, yo también lo estoy, tranquila con mis libros. No te preocupes. La niña solitaria también es fuerte, no lo olvides. No tengo con quien hablar, después de tanto tiempo sola entre tantos, me acostumbré a tener alguien con quien compartir este aburrimiento de vida. Vuelve pronto: A.L.

                                                                 

Los copos de nieve incrustados en la ventana, los cantos navideños, el árbol y los regalos, comunes en una fecha como hoy inundan el ambiente del hotel. Ann está sentada junto a mí en el lobby, acerca a su boca la taza de chocolate caliente que estaba sobre la mesa, hasta parecemos una pareja normal. Ya he mandado los regalos por correo y las felicitaciones navideñas espero que lleguen pronto. Recuerdo cuando papá y yo vinimos hace un mes y algo a beber a el bar de en frente en uno de nuestros días libres, fue un día fantástico, lo extraño, y a ella. Extraño su sonrisa aunque sea la fría y triste que me brinda todos los días. 

— ¿En que piensas? —pregunta Ann sonriente.

—En que parecemos una pareja normal de vacaciones, y no un par de locos metidos en una secta.

Ella casi se quema al reírse y tomar a la vez. 

—Somos una pareja normal, James. Anoche, después de lo que hicimos —A cierto, lo que hicimos —Desperté un momento y no estabas en la cama. Pensé que habías huido, me alegró encontrarte esta mañana.

—Solo no podía dormir y salí a dar una vuelta —una tenebrosa vuelta al cementerio con un enigmático personaje. —Lo de anoche… 

—Tranquilo James, son cosas que las parejas hacen.

Está demasiado tranquila con el tema para ser su primera vez, o está tan enamorada de mí que ya nos ve casados.

— ¿Recuerdas lo que te dije de esta noche verdad? —me pregunta bajando la voz.

Como olvidarlo.

—Debes estar preparado, hoy conocerás una parte del mundo que desconoces.

Me tiene intrigado con la ida, me da migajas de información pero nunca nada concreto.

— ¿Tan así?

—Veras cosas que puede que te parezcan monstruosas, pero debes ver. Y debes entender, lo hacemos por la seguridad del mundo.

—Ya me estas asustando Ann.

—He visto cosas que te asustarían —Su mirada se vuelve triste —Tengo sangre en mis manos James, pero no es sangre inocente y eso tranquiliza mi alma.

Estoy dispuesto a indagar un poco cunado una mano se posa en mi espalda.

— ¿James?

— ¿Mark? —reconocería esas pecas pelirrojas en cualquier parte — ¿Qué haces aquí? —me levanto para abrazarlo.

—Trabajo navideño. ¿Y la señorita es? —sus ojos se posan en Ann —Ella es Ann, mi… — ¿Cómo la presento? —Mi novia —me acosté con ella, decir algo menos podría provocar que la próxima sangre en sus manos sea la mía.

—Siéntate —invita Ann a Mark a hacernos compañía. — ¿De dónde se conocen ustedes dos?

—La exnovia de James era amiga mía y solíamos salir todos juntos en nuestros tiempos de universitarios.

— ¿Entonces también eres medico Mark?

—No, no soy tan listo como el doctor aquí presente, soy mecánico. También hago trabajos menores de otras cosas para sobrevivir. Ver sangre y gente enferma no es lo mío.

No sé por qué esta noche empezaré a pensar que tampoco lo mío. Ann se excusa y se dirige al baño.

— ¿Y bueno? —pregunta Mark 



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En el texto hay: misterio, amor, vampiro

Editado: 10.11.2022

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