El psicólogo incompetente

Capítulo 30

(…)

Un golpe. —los pequeños vasos de mi piel se rompen.

Dos golpes. —la sangre empieza a llenar los vacíos con tonos morados.

Tres golpes. —mi piel se mancha con dolor.

….

Un latigazo. —mi piel se rasga como fino papel. 

Dos latigazos. —la sangre sale abriéndose paso.

Tres latigazos. —las rasgaduras se unen como pinceladas en un lienzo.

— ¡Esto es tú culpa! —me grita él con voz ronca, la decepción, la deshonra se marcan en ella y lo sé, me odia, me aborrece.

Me culpo cada segundo por todo esto, por ser tan tonta, por permitirme ser vulnerable una vez pensando que sería correspondida, y sobre todo, por no haberme dado cuenta de ella, de su manipulación, de sus planes malvados. Nunca vi cuán lejos llegaba su poder sobre él.

—Ella lo habría logrado de todos modos —un golpe ardiente en mi mejilla me calla. —Puedo arreglarlo.

Puedo hacerlo, quiero hacerlo, quiero matarla yo misma, quiero hacerla sufrir mientras la degolló, quiero ser quien incinere su cuerpo. Y a él, a él quiero dejarlo vivo, quiero que se pudra en el fondo de un calabozo, quiero ser quien lo azote cincuenta veces al día. Quiero que se arrepienta, que suplique perdón, que reconozca que siempre tuve razón.

—Más te vale hacerlo. —Nadie más que yo tiene tantos deseos de matarla —De él también quiero la cabeza.

Yo también la quiero, pero no sé si en el momento seré capaz de hacerlo.

—Lo haré, lo juro por mi vida.

—Bien, porque sino no me importará que seas mi hija a la hora de arrancarte la cabeza.

 

(…)

— ¿Seguro que quieres que los deje aquí? —pregunta Mark una vez bajamos del auto.

La carretera se divide en una intercepción, a un lado un camino polvoriento de tierra que se adentra en un pueblo que conduce al bosque y del otro continua el asfalto a la ciudad más cercana.

—De aquí en adelante nos encargamos nosotros. Con lo que tengo de dinero es suficiente para sostenernos y pedirle alguien que nos deje rentar un cuarto. 

—Cuídate hermano —me da la mano. 

—Gracias Mark, sin ti no podría hacer esto.

Amy y yo avanzamos en la oscuridad de la madrugada a través de las pequeñas y rústicas casas. La brisa levanta pequeñas nubes de polvos que se cuelan en nuestras narices.

— ¿A dónde vamos James?

Si pudiese decirle que mis orientaciones son vagas.

—Tenemos que ir a un poblado en medio del bosque, a la casa de las brujas. Si no nos detenemos podemos llegar antes de la media noche.

Tengo una idea de hacia dónde ir, pero no es muy clara, al terminare el pequeño pueblito seguimos avanzando por un camino de tierra que se abre ante nosotros. 

— ¿Qué pasará conmigo James, —hace una pausa mirando los espesos árboles que nos envuelven —con ella?

Pensé que los chicos no sabían sobre quien los poseían.

— ¿Ella? ¿Sabes quién es ella?

—Sé que es muy poderosa y muy malvada. Puedo sentirlo.

¿Cómo le digo que no solo es una vampiro malvada la que tienen dentro, sino la peor de todos ellos?

— ¿Puedes hablar con ella? —como un trastorno de personalidad múltiple.

—A veces.

Trato de que no note lo que me perturba esa información, ¿y si ella le convence de que me mate? ¿O le miente para que haga algo peligroso?

Nos detenemos un momento, apoyo mi trasero contra una de las rocas que hay en el suelo necesito descansar y tomar un poco de agua. Me gustaría ser ella en estos momentos, no tiene ni un ápice de cansancio.

— ¿Puedes controlarla? —digo apartando la cantimplora de mis labios.  

—A veces.

“A veces” , no es algo tranquilizante. Me levanto y sacudo la ropa, es hora de que sigamos avanzando.

El sol del mediodía se cierne sobre nosotros entre las blancas nubes de invierno que mantienen la temperatura fresca.

—No me respondiste —me pregunta Amy — ¿Qué pasará conmigo?

—Tengo la solución para salvarte.

No quiero darle detalles de lo que me dijo aquella figura tenebrosa en medio del cementerio, no sé si se sentirá complacida de que he hecho un trato con el demonio.

— ¿A ambas?

Para mí desgracia por el trato que hice con aquel hombre, su vida y la vida de un ser tan tenebroso.

—Si —no parece complacida con ello pero asiente.

Sé que no es lo correcto, pero no me importa, esta guerra donde no hemos pedido luchar no es nuestros problemas.

El sol va cayendo junto con nuestros pasos. Me detengo a preparar una antorcha improvisada, aullidos de lobos se escuchan a lo lejos, espero que no tengamos que enfrentarnos a ellos.

—James, creo que deberíamos detenernos. 

—No nos queda mucho para que sea media noche, no sé si lo que te di podrá retrasarla mucho más. No debemos estar muy lejos.

Adelante nuestro se abre un claro que es alumbrado por la luz de la luna. En el centro hay un palo con una calavera humana encima, casi nada espeluznante. Los aullidos vuelven a hacer estruendo en mis oídos.

—Creo que hemos llegado. —según todo lo que me había sido indicado este era el lugar

—Esto está vacío, no parece una comunidad de brujos.

Analiza Amy y creo que debo darle la razón.

—Deben estar ocultos con algún hechizo —doy vueltas alrededor buscando alguna pista que nos ayude. 

Veo unas palabras en la base del cráneo de la carabela, parece escrito en latín, el que desgraciadamente no sé leer.   

—Dice que le des la vuelta —dice Amy y no puedo disimular el asombro —Sé leer en seis idiomas.

¿Acaso puede sorprenderme más esta chica?

No puedo evitar que mis manos tiemblen, con cuidado giro el ovalado hueso. EL suelo bajo nuestros pies tiembla.

—James, mira.

Amy señala una escalera que se dirige al fondo de la tierra, escalón por escalón nos muestra el camino. Nos miramos de forma mutua y yo tomo su mano. Juntos bajamos por la negrura, como si la tierra nos tragase. De poco a poco empezamos a sentir algo de ¿Luz? Un cielo estrellado parece y bajo este algo parecido a un valle con muchas casas.



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En el texto hay: misterio, amor, vampiro

Editado: 10.11.2022

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