Las paredes ya no me parecen blancas. Creo que nunca lo fueron. Hay algo en la forma en que la pintura se descascara, como si debajo hubiera otra capa otra historia que alguien quiso enterrar.
Hoy encontré un cuaderno. Bueno, encontré es una palabra grande. En realidad, estaba metido dentro del cajón de metal que uso como mesa, envuelto en una bolsa con olor a humedad. Las primeras páginas están en blanco, pero más atrás hay garabatos: frases cortas, torcidas, escritas con desesperación. Algunas tachadas, otras casi borradas.
Solo una se lee con claridad: "No confíes en la voz." He pasado horas observando esa línea. ¿Cuál voz? ¿La que escucho por las noches, llamándome desde el pasillo? ¿O la que suena dentro de mi cabeza cuando intento dormir? Las cámaras giran de vez en cuando, pero ya aprendí a escribir cuando no me miran.
Este diario será mi única forma de recordar quién soy, si es que todavía lo sé. Porque cada día siento que algo me falta... un recuerdo, una palabra, una parte de mí. La enfermera volvió hoy. No dijo nada. Solo cambió el suero y me sonrió con los labios, no con los ojos.
Esa sonrisa... la misma que tenía cuando la escuché susurrar mi nombre la primera noche. "Becky..."
Ya no sé si quiero escuchar más.
No sé si fue una buena idea, pero tenía que hacerlo. Necesito dejar algo escrito, algo que me recuerde que todavía soy real. Si me quitan la memoria... o la cordura... quiero al menos dejar mis palabras.
Día 1 (o lo que creo que es el primero)
No sé cuántas horas han pasado desde que Sanvi salió. Me dejaron pan duro y agua tibia. Supongo que debería agradecer que aún me alimentan. No he visto a nadie más. Ni siquiera escucho pasos, solo ese tic tac que parece salir de dentro de mi cabeza. He intentado dormir, pero cada vez que cierro los ojos, siento que alguien me observa.
Día 2
Hoy escuché algo. No era una voz, sino un murmullo, como si alguien hablara detrás de la pared. Decían mi nombre. "Becky..." Grité. Nadie respondió. Me pregunto si será el eco o si alguien más está encerrado conmigo.
Día 3
La comida llegó más tarde hoy. Un plato de sopa fría y un trozo de carne que preferí no tocar. Encontré una pequeña grieta en la pared, detrás del escritorio. Al mirar por ella vi pasar una sombra alta. El cuerpo estaba quieto, pero el cuello se movía de un lado a otro como si buscara algo. No pude dormir.
Día 4
Hoy no me trajeron comida. Solo un papel bajo la puerta con una frase escrita a mano: "No confíes en Sanvi." ¿Quién lo dejó? ¿Ella misma? O quizás ¿hay alguien más jugando conmigo?
Día 5
Desperté con marcas en el brazo. No recuerdo haberme hecho nada. En la pared, con algo que parece ser tiza, alguien escribió: "Falta poco para que recuerdes." Quiero irme de aquí.
Pero lo peor... lo peor es que ya no sé si quiero saber qué voy a recordar.
Día 6
No dormí. No puedo. La voz del pasillo no para de repetir mi nombre. Ya no suena humana. A veces es aguda, a veces ronca. A veces suena como yo. Intenté taparme los oídos, pero la escucho desde dentro. Como si hablara desde mi cabeza.
Día 7
Encontré otra nota bajo la cama. Dice: "Tú no eres Becky." Quise romperla, pero mis manos temblaban. No recuerdo haberla leído antes, pero el papel está arrugado como si ya lo hubiera hecho. La arrojé al piso. Minutos después, desapareció.
Día 8
Sanvi volvió. No entró, solo se paró frente a la puerta y dijo en voz baja:
—No escribas más. Ellos lo leen todo.
Intenté preguntarle quiénes eran ellos, pero se fue corriendo. Esa noche, alguien tocó tres veces la pared. Y luego, un susurro:
—No confíes en ella.
Día 9
El espejo del baño amaneció empañado. No me había bañado. Cuando limpié el vidrio, había palabras escritas con algo rojizo: "Recuerda el jueves." El día de mi secuestro fue un jueves. ¿Será una pista o una advertencia?
Día 10
No sé quién está escribiendo esto. Releo mis palabras y parecen de otra persona. Hoy encontré una frase nueva, escrita con mi letra, pero no recuerdo haberla puesto: "Ya despertamos." No entiendo a qué se refiere. Aunque... empiezo a sentir que no estoy sola dentro de mí.
Día 11
Me desperté con tinta en los dedos. No recordaba haber escrito, pero el diario estaba abierto en una nueva página, cubierta de garabatos ilegibles. Entre las manchas alcancé a leer: "No abras la puerta cuando la voz cante." ¿Cante? ¿Qué voz canta en este lugar?
Día 12
La comida llegó más tarde de lo normal. El agua tenía un sabor extraño. Después de beberla, me dolió la cabeza y escuché un zumbido agudo, como si alguien rascara metal dentro de mi cráneo. Intenté dormir, pero cada vez que cerraba los ojos veía una sombra parada junto al diario. La sombra tenía mí misma forma y sonreía.
Día 13
Sanvi no volvió. En su lugar vino un enfermero nuevo. No hablaba. Solo dejó el plato, me miró fijamente y movió los labios, pero no salió sonido alguno. Cuando se fue, revisé la puerta: había una nota pegada por dentro, escrita con una caligrafía distinta a la mía. Decía: "Escribe su nombre y se irá." Pero... ¿de quién hablaba?
Día 14
Intenté escribir su nombre. Primero puse el mío: "Becky". La luz parpadeó y el diario se cerró de golpe. Cuando lo abrí, la página estaba vacía. Me di cuenta de que ya no aparecía mi reflejo en el espejo del baño. Solo el diario observándome desde el suelo.