El Psiquiátrico

NO SOY BECKY - CAP 27

La voz de Amara se apaga tan rápido como apareció. El pasillo vuelve a cerrarse detrás de mí, tragándose su susurro, como si nunca hubiera pasado. Pero yo lo escuché. Lo sé. Mi cuerpo lo sabe. Mi corazón lo sabe. Santiago me sostiene aún, respirando rápido contra mi cuello, su cuerpo entero temblando. Mi doble...mi sombra...la otra "yo"... me mira con una mezcla de rabia, miedo y desesperación. La figura sin rostro está a unos metros, inmóvil, como si estuviera esperando a que yo tome una decisión. Y ahí es cuando algo se rompe en mi cabeza. En mí misma. Como si un cristal enorme se partiera desde adentro. Siento un dolor tan agudo que caigo de rodillas. Santiago me agarra de los hombros.

—Becky, Becky, mírame, respira, ¿qué te pasa? —su voz suena lejana.

La sombra también da un paso hacia mí, pero no para atacarme esta vez. Parece preocupada. Parece confundida. El hospital deja de sonar. Todo se queda quieto. Demasiado quieto. Y entonces la escucho. Una frase que no he escuchado en años. Una frase que no debería recordar. Una voz que no debería existir. "Becky no eres tú." La frase cae sobre mí como un golpe en el pecho.

—¿Qué...? —susurro, sintiendo lágrimas que ni sabía que tenía.

La voz vuelve. "Ese no es tu nombre." El aire se enfría tanto que parece invierno dentro del hospital. Mis manos sudan. Mi corazón late irregular. Santiago me aprieta más.

—Becky, mírame. Estás conmigo. Estás aquí. Estás bien.

Pero su voz suena borrosa. Como si estuviera en otro cuarto. La sombra se acerca despacio, tocándose la sien con fuerza.

—¡No ahora...! —gruñe— ¡Todavía no... todavía no debía pasar...!

La figura sin rostro se inclina levemente hacia mí. Como si me oliera. Como si... me reconociera. Y un pensamiento entra en mi cabeza. No mío. Frío, viejo, ajeno. "Identidad compartida: activada." Yo me agarro la cabeza.

—No... no, no, no... no quiero esto... no quiero recordar.

Santiago intenta levantarme. —Becky, vámonos. Vámonos YA.

Pero cuando dice mi nombre... Un latido fuerte explota dentro de mi mente. Un latido doloroso. Como si ese nombre...ese nombre ya no fuera mío. La sombra me mira directamente y susurra: —¿Por qué crees que tenemos la misma cara... si tú no eres la original?

Santiago se queda helado. Siento que el mundo alrededor se dobla, como si las paredes respiraran.

—No... —digo— yo soy Becky... yo soy...

Pero la voz interrumpe dentro de mi cabeza. "Esa identidad fue asignada. No nacida." Mi estómago se retuerce. Mi garganta se cierra. Mi piel arde. Santiago me sostiene la cara entre sus manos, desesperado.

—Mírame. Becky, eres tú. No importa lo que digan esas cosas. Yo te conozco, ¿sí? Te conocía ANTES. Eres tú.

Pero hay lágrimas bajando por mi rostro y ni siquiera sé por qué. La sombra sonríe. No de maldad. De tristeza.

—Santiago... —dice mirándolo— tú no entiendes. La Becky que tú amaste... desapareció hace mucho. Lo que queda aquí...—me señala—es lo que hicieron de ella.

La figura sin rostro se acerca un paso más. Yo me levanto de golpe, sin saber cómo, sintiendo que algo me tira hacia adelante. Y digo, casi sin voz:

—Si yo no soy Becky...entonces... ¿Qué soy?

La respuesta llega en un susurro que no viene del hospital, ni de la sombra, ni de Santiago. Viene... de mí. "Eres lo que sobró."

Santiago me mira como si él también hubiera recibido un golpe en el pecho.

—No escuches eso —dice rápido, firme—. Tú eres Becky. Yo te vi, yo te conocí. No hay otra verdad. Punto.

Ojalá pudiera creerle. La sombra niega con la cabeza.

—No le mientas —dice—. No la ayudes a seguir viviendo algo que no existe.

—¡Cállate! —Santiago da un paso hacia ella, furioso, temblando—. Tú no sabes nada.

—Sé más que tú —responde mi doble sin gritar—. Y sé que, si no lo entiende ahora, va a ser peor después.

Yo no hablo. Me cuesta respirar. El hospital empieza a temblar otra vez, como si estuviera frustrado, como si estuviera impaciente. La figura sin rostro se mueve. Justo un paso. Pero un paso que hace que el aire se hunda. Santiago me toma la mano de inmediato.

—Becky, quédate conmigo. Concéntrate en mi voz.

Y por primera vez...yo no siento alivio cuando él lo dice. Siento miedo. No de él. De mí. Porque hay un pensamiento que aparece... uno que nunca había sentido. "No debería estar aquí." La sombra se acerca un poco más, hablando rápido:

—Te dije que no eras la original. No para destruirte. Para prepararte. Porque cuando lo recuerdes todo... vas a odiarnos. A todos.

—¿Qué tengo que recordar? —pregunto, la voz quebrada.

La figura sin rostro se inclina hacia mí. Y siento... algo. Una memoria chiquita. Un destello.Un flash. Una camilla. Cintas en mis muñecas. Luz blanca. Un hombre hablando. Mi voz entrecortada. Santiago me agarra por los hombros.

—¡BECKY, mírame! ¡No estás sola!

Pero en mi cabeza aparece otra frase, corta, clara, como un martillazo: "Ella murió." Yo me alejo de Santiago sin querer. Como si tuviera miedo de tocarlo. Como si mis manos no fueran las de antes.

—Dime la verdad —le digo a mi sombra, temblando—. Toda. Sin rodeos.

Ella suspira. Y por primera vez, parece... cansada.

—Te lo voy a decir simple —dice—. No eres la Becky que él conoció. No eres la que desapareció. No eres la que Vincent buscaba.

—Entonces... ¿qué soy? —pregunto. Ella me mira directo.

—Eres la copia que hicieron para reemplazarla.

Santiago se queda completamente quieto. Sin parpadear. El hospital lanza un pitido agudo. Las luces parpadean. La figura sin rostro da otro paso. Yo siento que el piso se mueve, o mi cuerpo, o todo.

—No... —susurro— eso no puede ser cierto... yo recuerdo cosas...

—Recuerdos prestados —dice la sombra—. Pegados. Implantados. Cosas que nunca viviste tú.

—¿Por qué yo? —pregunto, con lágrimas cayendo—. ¿Por qué a mí?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.