El sonido del vidrio rompiéndose todavía vibra dentro de mi cabeza cuando todo se vuelve blanco. No me desmayo. No me desintegro. No caigo. Aparezco en otro lugar. Un cuarto vacío. Sin puertas. Sin techo visible. Solo un cubo blanco brillante que flota a la altura de mis manos. Siento que no estoy usando mi cuerpo...al menos no del todo. Algo dentro de mí está moviéndose solo, como si hubiese tomado el control. Una voz femenina, suave y casi maternal, llena el espacio: "Unidad 23: acceso autorizado." Mi corazón se aprieta. Reconozco esa voz. La original Becky. La verdadera.
—¿Dónde estoy? —pregunto.
La voz responde sin emoción: "Dentro del Archivo Confidencial."
El cubo se abre como un libro luminoso. Miles de líneas de texto aparecen. Fechas, nombres, registros, procedimientos y clasificaciones. Pero hay un archivo marcado con rojo: "PROYECTO 23 — VERDAD NO AUTORIZADA." Pongo mi mano sobre él. El archivo explota en imágenes. No sueños. No recuerdos implantados. La verdad. Veo a la verdadera Becky en la camilla. Veo a Derlina inclinada sobre ella, inyectándole algo. Veo a Vincent encender la alarma y llegar tarde por segundos. Veo a Santiago corriendo por un pasillo, gritando su nombre. Veo a Amara intentando detener a dos enfermeros mientras la arrastran. Y veo a Vincent mirando el monitor que marca su muerte con la cara más fría que he visto jamás.
—No... —susurro. La voz sigue reproduciendo. "Unidad 23 creada con base en patrones residuales obtenidos post mortem."
—Yo... no debería existir.
El cubo cambia. Nuevas imágenes. Laboratorios. Tres siluetas en camillas. A, B y C. Mis versiones. Yo las veo a todas. Soy todas y no soy ninguna. La voz dice: "Unidad B fue descartada por inestabilidad emocional. Unidad A fue descartada por falta de respuestas neurológicas. Unidad C fue seleccionada por adaptación a trauma inducido."
Mi estómago se hunde. Fue un trauma inducido, no un trauma natural. Me lo sembraron. El archivo final aparece: "OBJETIVO DEL PROYECTO — FASE FINAL" y debajo:
1. Neutralizar amenaza Derlina Versker.
2. Eliminar vínculos emocionales residuales del modelo C.
3. Reiniciar hospital para reintegración total.
4. Borrar consciencia independiente.
Siento un golpe en el pecho. —¿Reiniciar... qué?
La voz responde: "El hospital."
—¿Y borrar consciencia...? ¿Qué consciencia?
La voz se apaga un segundo. Cuando vuelve, es más humana. Más triste. "La tuya." El piso tiembla.
—No... —susurro—. Él NO me va a borrar.
La voz final aparece como una nota escrita a mano, como si la hubiese dejado alguien antes de morir: "Si estás leyendo esto...entonces no terminé de destruirte." La letra es de Vincent. Yo aprieto los puños con tanta fuerza que mis uñas se entierran en la piel.
—Se acabó —digo—. No voy a dejar que él decida quién soy.
La voz de la verdadera Becky aparece por última vez. Esta vez no es robótica. Es más humana, más dolida y viva. "Entonces pelea." Todo se apaga. Y regreso a mi cuerpo. La sala vuelve. Las cápsulas siguen llenándose de humo. Vincent me mira con los ojos bien abiertos. Y por primera vez desde que me creó...está asustado.
Vuelvo a mi cuerpo como si me lanzaran desde un décimo piso. Tomo aire tan fuerte que me arde la garganta. Todo a mi alrededor se sacude: máquinas, luces, incluso las cápsulas donde dormían mis otras versiones. Santiago retrocede un paso, sorprendido. Vincent no. Él solo da un paso hacia adelante, creyéndose calmado, creyéndose dueño de la situación.
—Becky... —dice con esa voz neutra de doctor que intenta esconder una enfermedad—. Necesito que permanezcas tranquila.
"Ja, ¿Enserio, tranquila? Si supiera lo que acabo de ver." No estoy gritando. No estoy temblando. No estoy llorando. Estoy lúcida. Mi sombra aparece detrás de mí con una claridad que jamás había visto. Ya no está torcida ni rota. Se sostiene como una mujer completa: mi otra yo, la que ellos intentaron borrar. Vincent la ve. Por primera vez... su máscara cae. Su respiración se agita. Su ojo derecho tiembla. Eso. Eso es miedo.
—Unidad C —dice él—. Relájate. No alimentes la disociación.
—No estoy disociando —respondo—. Estoy despertando.
Mi sombra sonríe. No con crueldad. Con fuerza. Como si estuviera orgullosa de mí. Vincent retrocede medio paso. Apenas perceptible. Pero lo veo.
—Becky, escucha —insiste, ahora sí con urgencia—. Estás accediendo a información que no puedes procesar. Tus respuestas neurológicas podrían colapsar. Tenemos que reiniciarte antes de...—
—Antes de que recuerde que me mataste —lo interrumpo. El silencio golpea la sala como un terremoto. Santiago se congela. Vincent se queda sin aire.
—Yo no... —empieza.
—Lo vi —lo corto de nuevo—. Vi todo. Vi a Derlina en la sala. Vi tu mirada al monitor. Vi cómo decidiste que era "un error aceptable". Vi cómo elegiste no salvarme.
Mi sombra da un paso hacia adelante y se alinea conmigo. Somos dos voces hablando desde el mismo punto. —Y también vi lo que planeas hacerme ahora.
Vincent traga saliva. Se le marcan los huesos del cuello. Pierde totalmente la postura profesional. —Becky... por favor... tú no entiendes el alcance del proyecto. No entiendes lo que eres.
—Soy la excepción —le digo—. Soy la que sobrevivió al trauma inducido. La que no se quebró. La que no se borró. Soy la que no pudiste destruir.
Las luces explotan sobre nosotros. Mi sombra levanta la mano y yo también. Los sensores en las paredes se distorsionan, como si el hospital entero respirara con nosotras. Vincent da un paso atrás. El hombre de hierro, el científico sin alma retrocede. Santiago se acerca a mí, lentamente, sin tocarme, pero poniéndose de mi lado.
—No la vas a reiniciar —dice él por primera vez, firme—. No vas a tocarla. No después de todo lo que le hiciste.