El Psiquiátrico

EL PASADO QUE ME PERSIGUE - CAP 30

El pasillo entero tiembla como si el edificio respirara con dificultad. El aire sabe a hierro, a sangre, a polvo viejo. A algo que ya no debería estar vivo. Santiago me mira desde el suelo, con los ojos abiertos como si estuviera viendo nacer algo imposible frente a él. Yo. O lo que queda de mí. La sombra pegada a mi piel late, crece, se retuerce. Una voz —la voz de la Becky original— murmura en mi cabeza, reclamando espacio que no le pertenece. Detrás de mí, mi otra Becky retrocede aterrada.

—Tú no deberías existir —susurra, temblando.

Derlina ríe, encantada con la tragedia. —Por fin alguien lo dice en voz alta.

El monstruo —esa montaña de piel, cables, órganos y restos humanos— intenta levantarse. Los cables chispean. Los rostros pegados en su superficie gimotean como si suplicaran. Yo doy un paso adelante. Y el pasillo entero se apaga. Las luces mueren. El sonido muere. Todo queda en un silencio tan profundo que me duele. Y en ese silencio... la voz de Vincent aparece detrás de mí. Tranquila y perfecta. Como si nada de esto fuera extraño.

—Becky... al fin.

Me doy la vuelta lentamente. Ahí está. Dr. Vincent Faghdi, su bata gris impecable, su expresión serena, su mirada como si ya supiera cada decisión que voy a tomar.

—¿Qué me hiciste? —mi voz sale quebrada, atravesada por otra voz que intenta superponerla.

Vincent sonríe suave. —Lo que siempre quise hacer —responde—. Salvarte.

Santiago gruñe desde el piso: —¿Salvarla? ¡La destruiste!¡La partiste en pedazos, maldito imbécil!

Vincent lo ignora. Solo me observa a mí. —Becky, ¿recuerdas el accidente? —Mi respiración se corta. Las imágenes que había visto tantas veces en mis pesadillas vuelven a aparecer como latigazos: el carro, los gritos, el fuego, el humo, el vidrio rompiéndose...y luego...nada. —Moriste —dice Vincent, sin adornos—. Dejaste de existir. Tu cerebro quedó destruido. Tú corazón no resistió. Tú cuerpo entero estaba perdido. —Mi estómago se revuelve.

—Entonces... ¿yo qué soy?

Vincent da un paso hacia mí. —Eres la única versión que funcionó. —La sombra en mi piel palpita fuerte, como si respondiera al comentario. —Becky —continúa—, tú no eres un experimento fallido, ni un clon, ni un fantasma. Eres una reconstrucción. Una mente recompuesta a partir de fragmentos rotos. De recuerdos. De impulsos. De copias incompletas de ti misma.

Mi sombra —la otra Becky que sobrevivió— grita: —¡NO ES UNA RECONSTRUCCIÓN! ¡ES UNA PRISIÓN!

Vincent la mira con desprecio. —Tú, en cambio, sí fuiste un error. Un desecho. Un residuo mental sin cohesión. Ella —me señala a mí— es la única que importaba.

Mi corazón se parte. Literalmente se siente como si algo me apretara desde dentro. —¿Por eso hiciste todo esto? —pregunto—. ¿Porque no soportabas que yo hubiera muerto?

Vincent inclina la cabeza. —Porque no soportaba perder mi creación más brillante.

El mundo entero se congela.

—¿CREACIÓN? —repito.

Vincent entrecierra los ojos, como si hubiese esperado ese momento.

—¿De verdad creíste que solo te había encontrado? Becky...tú no naciste como el resto. Fuiste parte de un programa genético experimental desde antes de cumplir dos años. Tu "accidente" solo aceleró lo inevitable: me pertenecías, desde siempre.

Santiago grita: —¡MENTIRA!

Pero no suena como mentira. Suena como algo que siempre estuvo ahí, escondido. Mi sombra me mira con horror. —Becky... él no te creó solo a ti. Nos creó a todas.

Las paredes gimen. El monstruo ruge.

Derlina se acerca a Vincent como una perra fiel. —Amor... se lo estás diciendo todo —susurra—. Qué delicia.

Él no la mira. Solo me observa a mí. —Becky, tienes que decidir. La reconstrucción está inestable. La mente original quiere romperte. El monstruo quiere absorberte. Y la otra versión... —voltea hacia mi sombra— ya no tiene lugar en este mundo.

La sombra toma aire, temblando. —No lo escuches. Él no te quiere viva. Te quiere completa. Entera. Obediente.

Vincent se acerca un paso más. —Becky, ven conmigo. Termina el proceso. Acepta tu origen. Y todo esto... —señala el caos, las sombras, el monstruo—desaparecerá.

Yo...me quedo quieta. Temblando. Sudando frío. Sintiendo a dos versiones de mí jalarme en direcciones opuestas. Y una tercera —la original atrapada dentro de mí— respirando en mi nuca. —No quiero ser esto —susurro.

Vincent sonríe. —Pero lo eres.

Santiago se arrastra hasta mí. —Becky... no le creas. Tú eres tú. No lo que él diga. No lo que te hicieron. No lo que esperan que seas.

Vincent sisea, molesto por primera vez. —Cállate.

Y justo cuando levanta la mano para callarlo para siempre... MI CUERPO EXPLOTA EN SOMBRA. El pasillo entero se cubre de oscuridad. Como si una tormenta hubiera nacido en mi pecho y rompiera el aire. Vincent retrocede. Derlina grita. El monstruo ruge como si lo hubiese herido. Y yo... yo siento que dejo de respirar. Porque algo dentro de mí se abre. Un recuerdo. Una frase. Una voz. "Becky, si algún día vuelves a despertar...corre." Reconozco esa voz. Mi madre. Y por primera vez en meses... la veo. Viva, llorando, llevándome en brazos. Huyendo de algo... o de alguien. Vincent. El mundo vuelve de golpe. Las luces revientan. El piso se abre. La sombra en mi piel ruge. Y yo grito: —NO VOY CONTIGO. NO SOY TU CREACIÓN.

Vincent sonríe. No sorprendido. No asustado. Como si eso fuera EXACTAMENTE lo que quería oír. —Entonces —susurra—esto va a ser divertido.

El piso explota debajo de nosotros. Caemos. La sombra me envuelve. Y todo se vuelve negro.




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