El Psiquiátrico

FASE FINAL - CAP 31

Caer no se siente como caer. Se siente como si me arrancaran del mundo. Grito, pero no escucho mi voz. Santiago está a mi lado, extendiendo la mano, tratando de alcanzarme entre el vacío que nos traga. Sus dedos rozan los míos... pero algo nos separa, un tirón fuerte, como si el mismo hospital decidiera quién merece vivir y quién no.

—¡BECKY! —lo escucho, distorsionado, como si su voz viajara por agua.

Quiero responderle. Quiero decirle que estoy aquí, que no me suelte, que me encuentre... pero una sombra estalla alrededor de mi cuerpo, como alas negras hechas de memoria rota. Y todo se detiene. No caigo más. Quedo suspendida, flotando, como si el aire fuera espeso, pegajoso, como un sueño mal hecho. Abro los ojos. No estoy en el pasillo. No estoy en el monstruo. No estoy en el vacío. Estoy en una sala blanca. Tan blanca que me arden los ojos. Las paredes pulsan lentamente, como si respiraran. El suelo está tibio bajo mis pies, como piel humana. La luz viene de ningún lugar, pero ilumina todo. Y en mitad de la sala...una camilla. La reconozco al instante. La odié desde que la vi en mis visiones. Mi camilla. La misma donde me reconstruyeron. Donde me borraron. Donde me duplicaron. Donde morí...y volví. Un mareo me golpea. Mi sombra interior se sacude, irritada, inquieta. "Aquí empezó todo", susurra la voz dentro de mí. "Y aquí va a terminar."

Trago saliva. —¿Dónde... estoy?

Una voz responde detrás de mí. —En la Fase Final, Becky.

Me congelo. No necesito voltear. La conozco demasiado. La bata gris. La calma podrida. La voz suave que corta más que un bisturí, Dr. Vincent.

—Sabía que llegarías —dice, acercándose sin prisa—. Siempre llegas. No importa cuántas veces corras, cuántas sombras peleen dentro de ti... siempre vuelves aquí.

Me doy vuelta. Está igual. Ni sucio ni herido por la explosión. Como si todo lo que pasó antes hubiera sido solo una prueba.

—¿Qué es esto? —pregunto, con la garganta apretada—. ¿Una simulación? ¿Otra ilusión?

Él sonríe con un cariño peligroso. —Es la sala original, Becky. El lugar donde naciste de nuevo. Donde te construí pieza por pieza. Donde descubrimos que eras la única que podía romper y rehacer su mente sin morir.

Siento un latigazo en el pecho. —No soy tu experimento.

—Eres mi obra —corrige—. Y por eso estás aquí. Porque llegó el momento de decidir si la fase final se completa... o si te destruyes definitivamente.

Doy un paso atrás. Las paredes se oscurecen, como si la luz retrocediera con miedo. Un zumbido profundo vibra bajo mis pies. Y entonces lo veo. Una puerta. Una puerta negra. La que decía "LA PUERTA PROHIBIDA". Pero ahora tiene otro letrero encima: FASE FINAL — ACCESO SOLO PARA LA SUJETO ORIGINAL. Se me corta la respiración.

Vincent se acerca a mi oído. —¿Quieres saber quién eres realmente? ¿Quieres saber lo que escondieron de ti... incluso antes del accidente? —Señala la puerta. —Entra. O corre. Pero si corres... no podrás volver.

Una vibración nace en mi pecho. La sombra dentro de mí gruñe. Como si conociera esa puerta. Como si la odiara.

—¿Qué hay ahí? —pregunto.

Vincent sonríe. —La respuesta que llevas evitando.

Doy un paso. La mano me tiembla. El aire se vuelve frío. Y una voz dentro de la puerta susurra..."Becky... entra." Reconozco esa voz. Es mía. Pero no yo...otra yo. Tomo aire. Avanzo. Pongo la mano en la manija. La sala tiembla. Y cuando abro la puerta, una luz roja explota en mis ojos.

La luz roja me golpea como una bofetada caliente. Me arde la piel. Los ojos. La garganta. La sombra que vive dentro de mí retrocede, como si algo al otro lado de la puerta le diera miedo. Y eso ya dice demasiado. La alarma retumba por toda la sala: PROTOCOLO FINAL ACTIVADO. SUJETO ENTRANTE IDENTIFICADO: UNIDAD 23. Yo apenas alcanzo a ver lo que se mueve. Un destello oscuro. Un cuerpo. No... varios cuerpos superpuestos, fusionados. Grito. La puerta se abre sola, tragándome. Siento un tirón en la espalda como si alguien me arrancara del mundo blanco y me lanzara al siguiente. Caigo de rodillas. El piso está frío. Muy frío. Levanto la mirada. La sala es enorme. Gigante. Metros y metros de oscuridad rota por luces rojas que parpadean como si estuvieran muriendo. Hay tuberías enormes en los muros. Pantallas apagadas. Cables colgando del techo. Y en el centro el tanque. Un cilindro de vidrio gigantesco, lleno de un líquido oscuro, como sangre diluida. Y adentro, hay algo. Al principio creo que es un cuerpo humano flotando. Pero cuando me acerco, la luz lo atraviesa y lo veo claramente. No es uno. Son varios. Pegados entre sí. Como si hubieran intentado reconstruir a Becky y hubieran fallado decenas de veces. Mi estómago se estremece. La sombra dentro de mí se revuelve brutalmente.

—No... —susurro—. Esto no puede ser real.

Una voz responde detrás del tanque. Una voz hueca. Como si hubiera aprendido a hablar copiando bocas humanas. —Becky... llegaste tarde.

Mi sangre se congela. Porque conozco esa voz. Es la Becky Original. La que estaba atrapada en el monstruo. La que toqué. La que se metió dentro de mí. Una figura aparece detrás del tanque. No es totalmente humana. La piel está pálida, marcada con líneas negras que parecen quemaduras. Los ojos negros. Completamente negros. No hay iris. No hay blanco. Solo un vacío que absorbe todo. Me mira. —Yo era la primera.

Mi corazón late fuerte. —¿Qué... eres? —pregunto con un hilo de voz.

Ella sonríe. Una sonrisa rota, demasiado amplia. —El intento. El error. El molde que usaron para crearte. —Un paso. Se acerca lentamente. Las luces parpadean alrededor de su cuerpo. —Yo tenía tu vida —dice—. Tus recuerdos, tu historia, tu madre, tu novio, tu universidad. Todo era mío.

La garganta se me cierra. —Entonces... ¿qué pasó?

La Original levanta la mano. Está llena de cicatrices. Marcas de sujeción. Heridas cerradas a la fuerza. —Morí —susurra. —Pero Vincent no me dejó ir. Intentó traerme de vuelta. Intentó hacerme funcionar. Pero mi mente... —señala su cabeza— estaba rota. —Un latido oscuro me atraviesa el pecho. No mío. De ella. Dentro de mí. La Original sonríe con tristeza. —Así que te hicieron a ti. La versión limpia. La que sí podía vivir. La que podía ser "Becky Álvarez" otra vez.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.