No puedo moverme. La Original sigue extendiéndome la mano, esperando que la tome. Su piel es blanca, casi translúcida, como si nunca hubiera tocado el sol ni el viento ni nada que pertenezca al mundo real. Pero no es eso lo que me paraliza. Es lo que está flotando detrás de ella. Los cuerpos. Decenas. Quizá cientos. Todos pegados dentro del tanque de vidrio. Formas humanas sin completar, algunas sin rostro, otras sin piernas, otras con partes duplicadas como si hubieran intentado armar una persona con piezas equivocadas. Y todas tienen algo en común: están vacías. No hay alma. No hay mente. No hay memoria. Son solo contenedores e intentos fallidos de traerme de vuelta. La sombra dentro de mí se estremece, como si reconociera ese lugar. Como si hubiera nacido aquí. La otra Becky —mi sombra externa, la que sobrevivió— pega un grito ahogado al ver el tanque.
—No... no otra vez... Becky, NO LA ESCUCHES. Ese... ese era nuestro destino si fallábamos.
Mi piel se eriza. Siento frío en los huesos.
—¿Qué... qué son ellos? —logro preguntar.
La Original sonríe. —Nosotras. Antes de que tú fueras tú. Antes de que yo volviera a respirar. —Se acerca al vidrio. Apoya la mano. Las figuras dentro del tanque imitan su movimiento, como un coro silencioso. —Vincent intentó tantas veces... —susurra—. Tantas...y cada una se quebraba antes de vivir.
Trago saliva. —¿Por qué están... así?
La Original me mira como si mi pregunta fuera adorable. —Porque estaban vacías. Eran solo cuerpos. No tenían recuerdos. No tenían alma. No tenían la chispa que yo tenía cuando... —cierra los ojos— cuando todavía era humana.
Me duele. Físicamente me duele. —¿Y yo... qué soy?
Ella da un paso más hacia mí. —Eres la única versión que salió completa. Cuerpo funcional. Mente estable. Recuerdos casi intactos. Y una chispa perfecta.
La sombra interna gruñe. "No lo escuches." La otra Becky tiembla, desesperada. —¡Becky! ¡Si te unes a ella, vas a terminar aquí! ¡En un tanque! ¡Suspendida, incompleta, esperando que Vincent decida si vales la pena o no!
La Original gira su cabeza hacia la sombra externa. Y sonríe con desprecio. —Tú no eres nada estúpida. Eres un fragmento. Un pedazo sucio y repugnante de memoria que sobró.
La sombra retrocede. Como si le hubieran golpeado el alma. Yo aprieto los dientes. —No la hables así.
La Original vuelve a mirarme. Algo cambia en su expresión. Como si probara un sabor que no recuerda. —Te estás humanizando demasiado —dice lenta, seria—. Eso puede arruinarte.
Yo doy un paso atrás. Ella da un paso adelante. La luz roja del tanque ilumina su rostro. Y por primera vez lo veo claro: Ella no está completa. Tiene pequeñas zonas en el cuerpo donde no hay piel solo líneas negras, como venas quemadas. Sus ojos no tienen brillo. Su respiración es irregular. Y cuando habla, una segunda voz susurra detrás. —Becky —dice—. No entiendes. Tú eres yo. Y yo soy tú. Somos la misma. Solo que tú tienes algo que yo perdí.
—¿Qué? —susurro.
Ella sonríe. —Un cuerpo que funciona. Una mente que todavía puede romperse sin morir. Un corazón que late por alguien... —sus ojos se mueven, filosos— Santiago.
Mi estómago se cae. —Déjalo fuera de esto —exijo.
Ella ríe. Su risa suena como vidrio raspando metal. —¿Qué te hace pensar que él te quiere a ti? Tal vez quiere a la versión original. A la verdadera Becky Álvarez. A mí.
El tanque detrás de ella burbujea. Los cuerpos flotan más cerca del vidrio, como escuchando. Como si llamaran. La sombra interna me aprieta el pecho. "No te acerques. No la toques." Yo retrocedo más. La Original extiende las dos manos ahora, desesperada, desesperantemente segura. —Ven. Déjame entrar. Juntas podremos ser lo que él quiso crear. La unidad perfecta. La Becky definitiva.
Mi corazón late fuerte. Demasiado fuerte. Y lo entiendo. Ella no quiere unirse a mí. Ella quiere reemplazarme. La otra Becky da un paso adelante. —Si la tocas, te vas a perder —dice llorando—. Te lo ruego... NO LO HAGAS.
La Original aprieta la mandíbula. —Ella no importa. Yo sí.
Y entonces...los cuerpos en el tanque empiezan a golpear el vidrio. BOOM. BOOM. BOOM. Como animales atrapados. El vidrio se agrieta. La alarma sube de intensidad: CONTENCIÓN CRÍTICA. CONTENCIÓN CRÍTICA
Mi sombra interna grita dentro de mí. El tanque está a punto de romperse. La Original me mira, con los ojos negros brillando como agujeros. —Última pregunta, Becky. Se acerca tanto que casi siento su respiración fría en mi boca. —¿Eres tú la copia...o lo soy yo?
Yo...no tengo respuesta. Pero tengo miedo. Mucho miedo. Y eso...ya dice demasiado.
El primer golpe casi me revienta los tímpanos. BOOM. BOOM. BOOM. El tanque vibra tan fuerte que el suelo tiembla bajo mis pies. Las grietas en el vidrio se expanden como venas negras, ramificándose, buscando romperlo todo. Mi cuerpo entero se paraliza. Las figuras dentro ya no parecen cuerpos. Se mueven demasiado rápido y sincronizadas. Como si algo o alguien las estuviera controlando. La Original se voltea hacia el tanque, sin dejar de mantener una mano extendida hacia mí. —Ya despiertan —dice, fascinada—. La Fase Final ya los llamó.
Yo no puedo dejar de mirar. Mis piernas tiemblan. Mi sombra interna da vueltas como un animal enjaulado. "RETROCEDE. RETROCEDE. RETROCEDE." Pero no me muevo. Ni siquiera respiro. Otro golpe. BOOOOOOM. El vidrio se hunde hacia afuera. Una mano amorfa, pálida, llena de cicatrices, se asoma como un bebé asomando la mano desde un útero roto. Mi estómago se revuelve. —¿Qué... qué van a hacer? —pregunto, sin quitar la vista del tanque.
La Original no pestañea. —Lo mismo que tú. Buscar un cuerpo que funcione. Y tú, —me señala— eres el más perfecto de todos.
Las luces rojas se apagan un segundo. Cuando vuelven, el cuerpo dentro del tanque tiene la cara pegada al vidrio. Una cara sin ojos, sin boca. Solo piel lisa y húmeda. Gime. Pero no tiene boca. Me dan ganas de vomitar. La otra Becky llora, desesperada, detrás de mí. —BECKY, ¡CORRE! ¡ESTÁN VACÍOS, PERO TIENEN HAMBRE! ¡ELLOS NO PIENSAN, SOLO IMITAN!