El Pueblo de las Máscaras Perdidas

Capítulo único: El pueblo de las máscaras perdidas

Cuando me desperté todo era borroso, sin embargo, la imagen de mi extraño sueño seguía fresca

Esto ocurrió en mi quinceava primavera. En ese verano, tuve un sueño extraño.

Si no mal recuerdo, una versión más pequeña de mí caminaba por un largo sendero. La pequeña cantaba una canción, mientras oscilaba una varita mágica.

Hasta ese punto, el sueño estaba genial. Quizá se trataba de un fragmento de mi pasado. Sin embargo, luego de caminar por un sendero infinito, encontré algo enterrado bajo el césped. Lo tomé entre mis manos, y por algún motivo, quedé encantada con 'eso'. Mis ojos brillaban, mi sonrisa relucía, se trataba de algo maravilloso.

No obstante, cuando desperté... mis recuerdos eran borrosos. No recordaba los detalles más importantes, como la identidad del 'objeto' en cuestión.

Tras bostezar un par de veces, la intriga que sentía (por el sueño) se fue disipando. En su lugar, estiré mi cuerpo para quitarme la flojera y contemplar el vasto paisaje montañoso.

Observé mi aspecto. Saliva seca manchaba mis labios, pétalos de olivo cubrían mis mejillas y los colgantes de mi blusa, ambos fuera de lugar, tenían cierto aire sedicioso, mientras mostraban seductora piel tostada.

Me sonrojé al ver mi pobre aspecto. Luego acomodé esos detalles en un dos por tres. Peiné mi cabello negro y cubrí mi exuberante ombligo expuesto. Me sentí mejor cuando terminé aquello.

«Eso estuvo cerca, ¿por qué mis siestas terminan de esta forma?»

Mirando el panorama, traté de olvidar lo ocurrido. Desde el jardín trasero, el bosque montañoso profería sonidos silvestres.

Era precioso, me gustaban los paisajes como estos, mágicos y silvestres. Así que probé tomar una foto. Sin embargo, cuando intenté compartir la foto. Me di cuenta de algo...

Este lugar no tenía datos... no había red.

Tome mi smartphone y probé múltiples posiciones para obtener señal. Me paré en la punta de mis pies, sobre la mesa de la cocina, en la sala, en mi habitación, fuera de la casa, en el techo y finalmente volví al patio trasero.

Nada funcionó.

Al cabo de unos minutos me rendí a regañadientes. El paisaje era sublime, todo era sereno, apacible. Y ahora que lo pensaba, estuve de acuerdo con pasar las vacaciones en "Yuyami", un pueblo perdido en las montañas de la región Kyushu.

No obstante, ¿en verdad fue una buena idea?

A principios del año: me planteé una meta. Esta vez, definitivamente, viviría mi juventud al máximo, aun así: ¿Cómo haría eso en una ciudad tan pequeña como esta? ¿Cómo lo haría en un lugar tan apartado de todo?

Me acerqué al filo de madera. Esto ya era el colmo. Maldición.

— ¡¡Mi meta es vivir una verdadera historia de amor!! —Respiré y volví a exclamar con fuerza—. ¿Cómo rayos haré eso en un pueblo tan pequeño como este? ¡¿Acaso es tan difícil que un chico "bueno", "apuesto" y "enigmático" aparezca en mi aburrida vida normalona?!

Parecía una niña haciendo berrinche, pero me sentí mejor luego de expulsar mis emociones. Además, no había nadie en casa, y por eso pude hacerlo. Desgraciadamente—

— ¡Estas ardiendo, Sayuki! —Alguien respondió con picardía—. ¿Quieres un poco de sandía para bajar esas hormonas?

Mi madre apareció repentinamente. Ella me obsequió una sonrisa y se acomodó a mi lado. Traté de ignorarla. No funcionaba.

—Sa-yu-ki... ♪♪ —se acercó lentamente—. ¿Quieres algunos consejos para conseguir chicos?

«¿Es en serio, madre?», pensé.

—No... no los quiero...

—Pero si acabas de hacer esa vergonzosa declaración. Incluso estás toda roja. ¡Tú mami te ayudara con gusto!

—Por favor, maaa... deja de molestarme...

Ella se arrimó de golpe y comenzó a hacerme cosquillas. Tenía más de cuarenta y se portaba como una niña. Ya no sabía qué hacer con ella.

— ¡Es injusto! ¡Siempre haces lo mismo para ponerme de buen humor!

— ¡Las madres hacen eso!

Luego de comer una sandía orgánica —que ella había traído—, dialogamos por un rato. Charlar con mi madre era gratificante. Ella irguió su figura y agregó un último comentario.

—Sayuki, el chico adecuado llegara en el momento adecuado. No te preocupes.

Me quede divagando por un tiempo. A lo mejor, tenía razón.

 

*****

 

Dicen que el ciclismo despeja la mente.




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