El pueblo de los paraguas negros

Capitulo 5

El padre Osvaldo los miraba incómodo, no esperaba la visita de nadie un domingo a las ocho de la mañana, pero al saber que era Raúl Ruiz quien pedía por él no pudo negarse. Les ofreció café y se sentaron en el living, Osvaldo le agradeció la última donación que habían hecho a la parroquia y por toda la ayuda que siempre daba, a pesar de no oficiar como sacerdote desde hacía años, se mantenía al tanto de que pasaba en su antigua iglesia, Raúl acepto los elogios y las gracias con respeto, Diego por su parte miraba su entorno, había una biblioteca con un sinfín de libros religiosos, una  vida dedicada a Dios dijo Diego para sí mismo, miro los títulos con más atención, había títulos que no estaban en español.

- ¿algún libro que te interese muchacho? - dijo el cura.

- no señor, solo estaba mirando los títulos, estos en especial - dijo apuntando a ellos - sus nombres no están en español.

- muchos de ellos están en latín y otros están en hebreo.

- ¿conoce ambos idiomas? - dijo impresionado.

- no - dijo riendo - los títulos están en su idioma original, pero el texto esta traducido.

- ya veo, están muy bonitos.

- gracias hijo, pero no han venido para merar libros - se volteó a Raúl - ¿todo bien en casa?

- la verdad es que no - dijo pesadamente - están pasando cosas.

- cuéntame - dijo amablemente pero ya sabía de qué se trataba, sonrió para sí mismo, había llegado al fin n el día en que dejaría su carga.

 

Osvaldo escucho atentamente sin interrumpir en ningún momento, Raúl le contó todo lo que habían pasado, todos los eventos ocurridos los días anteriores, no hizo comentarios, aunque le sorprendió lo ocurrido en el granero y la casa en el bosque, sintió culpa, no sabía que la maldición abarcaba más lugares además de la casa.

- así que la cosa ha ido de mal en peor - dijo cuándo Raúl termino de hablar - tu padre no me dijo nada del granero y esa casa.

- yo creo que ni él sabía, él me dijo que no había experimentado nunca lo que nosotros vimos.

- bueno - dijo acomodándose en su sillón, era el momento de hablar -  en vista de que tú padre te ha contado la mayor parte de la historia, te contaré lo que viví yo cuando conocí a tu familia.

- gracias padre, sé que puede ser difícil o incómodo, pero necesitamos saber que pasó.

- no te preocupes - le dio unas palmaditas en la mano - yo esperaba con ansias este día, en el que por fin podré contar lo que me pasó. Cuando tus abuelos llegaron a presentarse a la parroquia, los recibí con alegría, siempre es bueno tener nuevos congregantes, pero tu abuela, cuando la conocí me dio una sensación extraña era algo en ella que producía cierto nerviosismo y ella lo sabía porque me miró y sonrió divertida, las mujeres del pueblo la miraban con recelo y quién podía culparlas tu abuela era muy atractiva, pero en fin el tiempo pasó y comenzaron las muertes, yo oficie todos los funerales en ese tiempo y en cada funeral tus abuelos se presentaban con algún presente para la familia en luto, aunque eso no era raro es una práctica común, lo que me dejó impresionado fue que ella miraba los féretros y sonreía de forma cruel, nadie la veía pero yo sí, hasta que en una ocasión me descubrió mirándola fijamente y me devolvió la mirada - hizo un gesto de miedo, como si reviviera el momento - con un odio que me hizo paralizarme de miedo y a partir de ese día comencé a prestarle más atención a tus abuelos.

- ¿descubrió algo en ese entonces?

- no, pero ellos se dieron cuenta de que sospechaba algo, así que tu abuelo comenzó a venir menos a las misas, casi siempre iba ella con sus hijos, comencé a notar a los niños más nerviosos, siempre alerta, cuando les hablabas por la espalda solían dar un salto, eso me preocupó, hablé con ella de la situación y me dijo que no me preocupara, le ofrecí ayuda, pero no quiso. Cuando los niños crecieron el mayor comenzó a participar cada vez más en la iglesia y se volvió cercano a mí, entonces aproveché la confianza y comencé a preguntarle por la familia o si ocurría algo extraño, al principio se negó a decir cualquier cosa pero con el pasar del tiempo se abrió conmigo, me dijo que ocurrían cosas extrañas en la casa, que parecía estar cargada de malas energías, le dije que rezara y que prendiera velas a la virgen en la noche para espantar las malas energías y me dijo que no tenían santos o alguna virgen, que no querían nada de carácter religioso - se detuvo y tomo un poco de café, hacia movimientos lentos y pausados - después de esa conversación me pidió que no lo comentara con su madre, yo le dije que no lo haría y no lo hice, ya en el último tiempo de vida de tus abuelos, tú tío me dijo que sospechaba que sus padres eran brujos, lo mire y sentí lástima por él, tenía dieciséis creo, solo un muchacho por eso me sorprendió lo que hizo. Pero eso fue después de lo que me pasó con tu abuela, fue un mes antes de que muriera que se presentó en mi casa muy tarde y me dijo que necesitaba hablar conmigo, me negué al principio, verla a esas horas me hizo entrar en alerta pero me rogó que la escuchara y le dije que pasara, nunca debí hacerlo - dijo y guardo silencio un momento, era como si luchara con ese recuerdo pero se dijo a si mismo que deba de decirlo todo - lo que te voy a decir ahora puede ser incómodo considerando que era tu abuela.




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