Después de que Ditto se introdujo de manera bizarra dentro del cuerpo de Jonathan, apareció un sujeto rubio, sonriente de oreja a oreja.
— Es él— dijo sorprendido y con los ojos bien abiertos mientras su cuerpo temblaba.
— ¿Él?.
— El sujeto que destruyó mi pueblo, mis amigos, la gente que quería. Lo destruyó todo hace 30 años.
— ¿No se supone que tienes 19?— sorprendido pregunté, el sujeto que venía hacia nosotros se detuvo. No dijo nada.
— Te diré todo, todo sobre mí, pero por favor no le digas a los demás— acepté su condición y escuché. El sujeto simplemente quedó inmóvil mientras sonreía de manera escalofriante.
Mi nombre es Jonathan Toledo Acosta o al menos así me llamó ahora, soy un domador de bestias sobrenaturales, soy del estado de Nayarit en México. Crecí en un pueblo escondido de la civilización a una hora de la capital de Nayarit, Tepic; es un pueblo que instruye a hombres y mujeres para ser domadores, comúnmente las mujeres prefieren enfocarse en dar apoyo, un ejemplo sería el apoyo médico aunque está el apoyo a distancia que ayuda a ubicar el enemigo.
A mis 15 años, tuve la oportunidad de capturar mi propio compañero, de domar una bestia. Fui junto a Mara la enérgica, Julio el fuerte, el tímido Tom, el calmado Carlos y el maestro domador Víctor, a “La puerta del inframundo”. Se trata de una abertura en la que se filtran espíritus, bestias y muchos más seres sobrenaturales que por lo general son asociados con el mal.
Todos teníamos la misma edad, excepto el profesor Víctor, éramos encaminados al sendero del domador sobrenatural, cuando llegamos al lugar donde supuestamente se abriría la puerta, el profesor Víctor nos dio instrucciones sobre dónde colocarnos y sobre quién haría qué cuando se abriera la puerta.
Después de esperar por 2 horas, finalmente comenzó a abrirse, la hierba se comenzó a secar tal y como si se drenara el agua de su interior, se veía como si el aire comenzara a juntarse en forma de remolino, después un destello de luz salió y finalmente se escuchó un sonido como el de una escopeta siendo disparada, de ahí comenzó a salir la primer bestia.
—¡Salió el primero!— gritó el profesor Víctor— ¿A alguien le interesa?
— No— al unísono todos contestaron.
Era normal que no les llamara la atención esa primera bestia, no era visualmente llamativa; contaba con una cabeza similar a la de una rata sin pelo y no poseía brazos, además, según lo que habían aprendido, no era tan fuerte. Víctor terminó eliminando a ese demonio, es la norma cuando se instruye a los jóvenes “no dejar escapar a ninguno y cerrar la puerta”.
— ¡Viene un perro con ojos de fuego y un ave con cuatro alas!— el perro era grande y de color negro, su cabeza mostraba parte de su cráneo y en sus ojos se veían destellos color rojo que se asemejaban al fuego, en cuanto al ave; esté era color verde claro, su tamaño comparable al de una paloma, tenía una bella y larga cola además de sus cuatro alas tan características, su cabeza se parecía al de una codorniz.
— ¡El perro es mío!— gritó y saltó de entre los arbustos con emoción Julio. Tom fue por el ave en silencio.
Víctor se ocuparía de evitar que otras bestias interrumpieran con Tom y Julio mientras se ocupaban de formar el pacto con las bestias.
El pacto consiste en derrotar, sin matar, a la bestia y después con sangre de ambos formar una letra con la que se les distinguirá; normalmente se tiene que derrotar a esos seres para el pacto, pero hay casos en los que simplemente la bestia acepta a su domador sin necesidad de un enfrentamiento, comúnmente son aquellos que poseen gran inteligencia o que ya han convivido con humanos antes. Hace mucho tiempo, se consideraba a los domadores como adoradores de Satán.
Mientras Tom y Julio iban tras sus presas, por así decirlo, Carlos y Mara fueron a apoyar a Tom. Yo fui junto a Julio, aunque el no necesitó mi ayuda, cuando lo alcancé ya estaba realizando el pacto. Parece que esperó a que el perro se detuviera para tomarlo por sorpresa y con el lazo que traía lo tomó por el cuello, lo colgó en uno de los árboles y le clavó su cuchillo de caza hasta que lo dejó inconsciente. Los métodos de Julio me parecieron crueles pero era normal en él, así era Julio.
Volvimos a donde estaba la puerta y Víctor, Tom y los demás ya estaban allí, era normal pues había ido Mara y Carlos para ayudar. Mara se decidió por ir por un ser que llevaba el cuerpo parecido al de un mono y la cabeza de un jaguar con una altura aproximada de 1.4 mts. Carlos pactó con lo que parecía una muñeca de color marrón con parecido a una chica sin rostro y sin ropa. Finalmente yo esperé hasta el que me pareció interesante, un corcel oscuro, un caballo que es más grande de lo normal y que parece llevar una armadura negra en su cuerpo pero no en la cabeza, la cual no tiene piel y cuyos ojos parecen no tener pupilas; me costó algo de trabajo debido a que nunca acepto ayuda de los demás, pero finalmente pude derrotarlo, hice que cayera con una cuerda amarrada a dos árboles, tropezó y lo pude dejar inconsciente con un fuerte golpe en la cabeza con una piedra del tamaño de mi cabeza (tuve que improvisar ya que lo único que llevaba era la cuerda).