— ¿Alison? – escucho que alguien me habla desde atrás. Pero yo no puedo parar de llorar aún arrodillada frente a la puerta esperando a que llegue. – ¿Qué sucedió? – no sé de dónde saqué fuerzas para hablar...
— Me mintió todo este tiempo – un susurro es lo único que logre.
—Hace frío aquí, vamos a tu habitación. Te prepararé chocolate caliente. – me levanto como puedo y camino hacia mi habitación apenas.
Se detiene en la cocina mientras yo sigo mi camino hacia mi refugio. Llego a mi cama y me cubro con mi manta de lana que mi mamá en su momento me regaló.
Me recuesto en la cama y miro a la nada. Sus palabras se repiten en mi mente todo el rato, como un disco rayado.
—Toma, este es el tuyo – me pasa una taza y tomo un sorbo. – Ahora ¿Quieres contarme bien lo que sucedió?
— Me dijo que me alejara de él, que solo fue mi amigo porque su familia necesitaba dinero y como ya se estabilizaron económicamente, no necesitaba seguir con la farsa. Me engañó. Era casi la única persona que tenía el poder de destruirme con simples palabras y lo hizo sin mirar atrás, solamente dejándome ahí, como si nunca le hubiera importado, como si fuera otra persona.
— Hija ¿De verdad estamos hablando del mismo Alex?
— Lamentablemente, sí. Me duele el pecho al pensar que solamente me utilizó.
— Hija, debe haber una explicación, Alex no es de los chicos que mienten.
—Mamá, yo pensaba lo mismo de él.
—Alex es cerrado en su mundo, pero él no ocuparía a una persona, ni siquiera por beneficio.
—Quisiera creer lo mismo.
—Alison – me llaman, abro mis ojos lentamente. – Alison. – fue un sueño.
Todavía estoy en la puerta de la casa, pero acostada.
— Kate – susurro.
—Vamos, levántate. – me tendió su mano, pero la rechacé, tengo entendido que no puedo tocar a las personas.
Me levanto lentamente, cansada. Camino a mi habitación y tomo mi manta de lana, la misma del sueño y me tapo. No por sentir frío, sino, para buscar algún tipo de protección.
—¿Me puedes contar la razón del porque estabas durmiendo en frente de la puerta? – le cuento todo lo que recuerdo. ¿De dónde saqué tanta confienza? – ¿Por qué no llamas a su mamá para saber si en realidad no te está mintiendo?
— Tal vez lo haga luego, cuando recupere un poco de dignidad.
— De verdad pensé que él era diferente cuando lo vi. Parecía algún famoso de estados unidos.
— Es de Inglaterra – le corrijo. Ella comenta un “Wow” - ¿Qué hablaron Sara y tú? – sonríe.
—Me pidió perdón por muchas cosas y quiere que empecemos de cero.
— Y le dijiste… – espero a que continúe.
— Le dije que sí, porque vamos, es mi mamá y la necesito en mi vida… – siguió hablando, pero no le podía prestar atención.
“Es mi mamá y la necesito en mi vida”
¿Necesito a la mía? Sí, pero no sé de qué manera. Tal vez en que hablemos de muchos temas diferentes o que busquemos ropa en internet para comprar o contarle sobre mis poderes. La necesito.
— Tierra llamando a Alison, repito, tierra llamando a Alison. – parpadeo muchas veces y miro a Kate.
— Lo siento.
— No pasa nada. – sacude su mano como quitándole importancia. – de verdad te dejo mal ese tal Alex. – no digo nada pero bajo la cabeza.
—«Alex» – intento contactarme con él.
—«Déjame tranquilo, Alison» - habla firme.
—¿Por qué tus ojos están azules?
— ¿Qué?
– Tus ojos, están azules ¿Por qué? – tomo el espejo que estaba en mi velador y miro mis ojos, son azules, pero un azul muy intenso, muy... inhumano.
— No le digas a nadie.
Cambiamos de tema y pasé hablando con ella por una semana, ayudándome a olvidar a Alex, pero cuando ella se iba, el dolor de su recuerdo me tomaba.
Un día, a las dieciocho horas con treinta minutos, tome la decisión de volver a hablarle.
—«Alex».
—« ¿Acaso no entiendes que no quiero hablar contigo?»
—Kate ¿Sabes conducir?
— Si, ¿Por qué?
— El clima ¿Cómo está?
—Nublado ¿Por qué? ¿En que piensas?
— Saldré de esta casa por unos minutos y tú me ayudarás a lograrlo.
—No lo creo, está a punto de llover y está oscureciendo.
—Será rápido – intento convencerla.
— ¿Sabes qué si te pasa algo, seré yo la responsable ya que tú eres menor de edad y yo la adulta? – dice con temor en la voz.
— Mi papá es uno de los empresarios mas grandes del mundo, no pasará nada.
— Él es mi mayor miedo, le prometí que me portaría bien en esta casa.
—Entonces tendré que ir sola – me encojo de hombros.
— ¿Sabes que eso se llama manipulación, verdad? – le sonrío con inocencia – bien, ¿A dónde iremos rápidamente? – remarca con su voz la última palabra.
—A casa de Alex – aprieto mis labios, ella me mira como si me convirtiera en dragón.
—Recuerda, debe ser rápido y mantente tranquila. ¿Qué tan lejos queda su casa?
— Como a cinco minutos en auto. – hago una pausa – andando – suelto una pequeña carcajada y Kate me mira raro – siempre quise decir eso – íbamos llegando a la puerta de mi habitación, hasta que recordé – ¿Tienes un auto?
—¿Ibas a ir sin saber si tenía auto? – pregunta con humor – para tu suerte, llegué en auto, así que si.
Salimos de mi habitación escondidas, tomadas de las manos, medias agachadas. Llegando a la cocina.
— Alison, Katherine ¿Qué hacen escondidas? – una voz nos hace sobresaltar y voltearnos encontrándonos con una Sara confundida con los brazos cruzados.
— Sara, verás mm… iré a casa de Alex, no le digas a mi papá, por favor, no me dejará salir y necesito ir a solucionar algo. – junto las manos y hago un pequeño puchero en mis labios. – por favor Sara, déjanos ir.
—Vayan, pero vuelvan temprano. Sean responsables con la velocidad y los semáforos.
Volvemos a nuestro camino para seguir con nuestro plan. Pasamos la escala que lleva al segundo piso y nos dirigimos al garaje. En el había tres autos: uno rojo, uno blanco y uno azul. Todos eran modernos, pero como no se de marcas de autos, no los menciono. Nos subimos al azul y recién me doy cuenta al cien por ciento lo que haré…