Ya han pasado seis días desde que empezaron las clases y por alguna razón he comenzado a entender todo con más claridad.
Kate y Alex se volvieron amigos, están cada vez más unidos y eso me alegra... aunque hay algo que aún no me cuadra.
Mi cara está en todos lados, en todos los sitios de internet y en todas las noticias, pero en este pueblo no ha venido nadie, lo cual hace que empiece a crear teorías: nadie en este pueblo sabe quién soy; Tenemos un hechizo protector o de invisibilidad y que este pueblo en realidad esté oculto en un bosque (Como Wakanda).
La voz de la mujer no se ha ido, todos los días a la misma hora me habla como si nada y es estresante. La cosa es que jamás ha pedido dinero, tampoco papeles o algo así, si no que me pregunta cosas muy estúpidas, como cuál es mi comida favorita, que me gusta hacer, etc. aunque siempre tiene el mismo tono de burla.
—«Hola Alison»– y ahí vamos de nuevo.
— ¿Qué quieres? – le pregunto de forma pesada.
—No me hables así, tu amiguito está muy bien como para que sufra tus consecuencias. – hace una pausa y yo boto el aire de mis pulmones. – pero respondiendo a tu pregunta, necesito... –alguien aparece en mi habitación interrumpiendo la conversación que tenía con esa mujer.
—Alison ¿Sophie está aquí? – pregunta Rachel muy preocupada. Niego con la cabeza. – desapareció de mi casa, no la encontramos por ningún lado. Tampoco está aquí y no sabemos dónde más buscar.
Me levanto muy rápido de la cama.
— ¿Dónde estuvo por última vez? – me acerco a ella.
—En la casa, fui a dejarla a su cuarto. La hice dormir y me fui a dormir, a la mañana siguiente no estaba. – dice casi llorando, mientras se agarra la cabeza con las dos manos, está desesperada.
—La encontraremos, pero tienes que tranquilizarte primero.
Ay Sophie ¿Dónde te has metido?
Ayer nomás estábamos jugando en mi pieza. Ayer me contaba los chistes que Alex le decía. Ayer cocinamos unos ricos picarones con chancaca. Ayer tuvimos nuestra conversación privada, sin que nadie más entrara.
¿Dónde estás?
—¿Dónde está Alex?
—Intenta contactar a Nick.
—¿Y mi papá?
—En su oficina moviendo sus contactos para encontrar a la niña.
—Iré a buscarlo.
Dejo a Rachel en mi habitación y comienzo a subir las escaleras para ir al pasillo, luego a la cocina, el comedor y finalmente subí la última escalera para ir a la oficina de mi papá. Cierro los ojos y suspiro golpeando la puerta tres veces.
Mi papá está de espaldas, mirando por la ventana con su celular en la oreja. Se mueve demasiado, está preocupado.
—Hagan lo que tengan que hacer, es una niña de siete años la que está desaparecida. Si deben cambiar el cielo por el mar, lo harán. – y cuelga.
—Hola papá. – se voltea mirándome fijamente.
—Hola. – me sonríe, intentando ocultar la preocupación. – ¿Cómo estás?
—¿Es en serio? – frunce el ceño por mi actitud. – has estado ignorándome desde que fuimos a la reunión con tu papá ¿Hice algo que te molestó? Te necesitaba, papá, pero ¿Dónde estabas tú? Trabajando como nunca. Tal vez no podías abrazarme, pero podías no sé, ¿Sentarte conmigo y hablar tal vez? Además, descubrí que puedo tener contacto con las personas usando guantes y tú no estabas enterado. – esperé su respuesta por cinco segundos, pero no dijo nada, seguía con la misma mirada. - ¿No dirás nada? ¿Qué estuviste haciendo todo este tiempo? Fueron casi dos semanas.
—Estaba hablando con un bufete de abogados y buscando la manera para que Carlos retire la denuncia. También intentando sacar tu rostro de todas las noticias. Odio a Carlos, no iba a dejar que él arruine tu vida. No te ignoraba, solo estaba ocupado y no puedo hacer muchas cosas a la vez. – estira su mano para que pueda tocarla.
Me saco los guantes negros con cuidado y delicadeza. Estiro mi mano para tocar la suya y escuché.
—Mamá, ven a buscarme, no me dejes con él. – el grito desesperado de un niño se hace presente.
—Richard, ven, deja de llorar, tu mamá ya está muerta, no te escucha – esa voz es como la del señor Carlos, pero estaba borracho. El niño no le hizo caso, repetía que sus abuelos le dijeron que ella siempre estaba con él, cuidándolo – ¡Deja de gritar! – se escucha un golpe, luego otro y de fondo un llanto muy fuerte con gritos desgarradores.
—Papá, por favor detente. – el niño le suplicaba – me duele mucho.
—¿Vas a callarte? – el niño solo decía que sí. – Desde ahora no quiero ningún show como este por ninguna cosa, me obedecerás todo lo que te mande, sin quejas. Tienes 12 años, edad suficiente para... – no logré escuchar lo otro que dijo porque sentí un cambio de escena
En la siguiente escena no se escuchaba casi nada, solo era una respiración pausada. De pronto el sonido de un celular se escucha, al parecer la persona contestó.
—Rich, recuerda que aquí estoy por si quieres hablar. – esa voz...
—Estoy bien Alicia. – contesta mi papá.
—Si estás bien, entonces salgamos ahora. – estoy segura que he escuchado esa voz antes.
—¿Por qué te preocupas tanto por mí?
—Porque eres mi mejor amigo. – tal vez escuché una voz parecida.
—Claro, solo somos amigos. – dice con sarcasmo.
—¿Por qué ese tono? – ella le pregunta totalmente confundida.
—¡Porque no quiero ser tu estúpido mejor amigo!
—¡Te lo dije! Sabía que Richard y tu querían ser más que amigos... me debes veinte dulces. – ¿Qué hace su voz ahí?
—¿Me tienes en voz alta? Buenas noches, me tengo que ir. Adiós chicas.
Otro cambio... terminaré con torticolis si sigo escuchando.
—Hola Alice ¿Qué haces aquí?
—Me necesitabas ¿No? – ¿Qué hace su voz ahí otra vez?
—Yo no te he pedido ayuda en nada.
—Pero solo lo deduje y tú sabes la razón.