—Buenas tardes, soy la agente Isabella Gonzales, pero como tengo casi la misma edad que ustedes, díganme como sea a no ser que haya otro agente aparte de nosotros. Aquí hay reglas, si alguna no se cumple hay una consecuencia. No importa si lo que pasa sea grave o algo minúsculo, siempre es la misma consecuencia, a no ser que la falta haya sido realmente grave. – la chica parece muy agradable pero firme.
—«¿Cómo le decimos?»
—«Estaba pensando en algo así como Bella de "Crepúsculo"».
—«¿La de los vampiros y hombres lobos?».
—«Ella misma».
—Bueno... jamás he tenido que entrenar a un advenedizo así que muéstrenme lo que saben.
—Creo que ya lo sabes, pero yo manejo todo lo que tiene que ver con hielo y nieve. – elevo mi mano derecha y un copo de nieve hecho de hielo es lo que creo.
— Y tus ojos se vuelven azules. – comenta con una sonrisa.
—Y lo mío es el fuego. – Alex hace una llama de fuego en cada uno de sus dedos de la mano derecha. – y mis ojos se vuelven rojos, así como los vampiros. – dice con indiferencia, pero con algo de ego, como si quisiera demostrar algo.
Soldado caído, repito, soldado caído.
—«Te gusta».
—«¿Qué? Ayer me dijiste que me gustaba Katherine y hoy me dices que me gusta Bella. Alison, deja de soñar y concéntrate en el entrenamiento».
—«Acéptalo. Bella es muy bonita, pero no sé si soportes lo militar que es. La edad veo que no es un problema para ti, Kate es tres años mayor y tampoco te importó.»
—«Alison, cállate. Además, no es militar, solo se crio en un ambiente así».
—«Se ha criado en un ambiente militar y sigue en el mismo ambiente: entrenando, estudiando y formándose para ser la mejor agente. Eso la hace militar».
Pone los ojos en blanco con una sonrisa.
—¿Hablan telepáticamente? – nos encara a los dos. Abro mis ojos de manera expectante y con mi cabeza empiezo a negar frenéticamente. – Bien... es genial que lo hagan, así cuando practiquen, hablan de sus movimientos y les saldrá mejor. ¿Empezamos?
—Claro. – le dice mi amigo sin dejar la sonrisa. Nunca lo había visto aguantar tanto rato sin dejar la cara seria.
—«¿Te traigo un recipiente?»
—«¿Para qué?»
—«Para que no mojes el piso con tu baba.»
—Primero la posición: uno en frente del otro, las piernas un poco separadas, una un poco más delante de la otra, un tanto flexionadas, conservando el equilibrio. – me paro en frente de Alex y me coloco en la posición que Bella nos dijo. – puños al frente, a la altura de la cabeza y los antebrazos un poco rectos. Si les llega un golpe a la cara, lo taparan con los puños y si el golpe va al abdomen, lo taparan con los antebrazos. Tensen la cara, por si les golpean el rostro, no les afecte. El tronco un poco hacia adelante.
— Cuando comencemos a entrenar con el curso, será hombres con hombres y mujeres con mujeres ¿Verdad? – pregunta Alex.
—Mixto ¿Por qué?
— Porque no soy capaz de golpear a una mujer.
—Nosotros en estos casos somos equitativos, a las mujeres les damos un entrenamiento con el que pueden acabar a un hombre de la misma manera en que pueden acabar con una mujer. A los hombres igual. Si no me crees vamos lanza un golpe. – se coloca en posición mientras con la mano invita a Alex a que dé el primer golpe.
—No puedo. Además, no tengo entrenamiento.
—Entonces ve a buscar a Mateo, de esta generación es el hombre con mejor entrenamiento. Si no, busca la agente Peña, es el quinto mejor agente de aquí y el único que está libre en este momento. Ve a la cafetería y dile que la agente Gonzales lo necesita. Yo me quedo con Alison por mientras.
Alex asiente con la cabeza y sale del salón. Nosotras nos quedamos en un silencio hasta que ella saca el tema.
—Le gusto ¿Cierto? – solo me limito a asentir. – ay no, siempre me sucede esto con los nuevos. Soy casada.
—¿Qué edad tienes?
—Diecinueve. – abro mis ojos por el asombro. – me casé el año pasado con el agente Peña, por eso sé que vendrá.
— ¿El agente Peña? – pregunto para confirmar.
—Si, es una historia muy larga que algún día te contaré. Cambiando el tema, si tocas mi mano ¿Qué ves? Tengo curiosidad desde que hiciste eso en la cafetería con el agente Martínez.
—Algún momento de tu vida.
—¿Puedes decirme que ves? – estira su mano entre ansiosa asustada. Me saco el guante derecho y le tomo la mano cerrando los ojos.
—Mi niña, necesito que vayas en ese auto y no olvides nunca lo mucho que te amo. Ahora vas a conocer a tu padre y podrás estar cuanto tiempo quieras. Ya tienes quince y puedes tomar la decisión. Me vas a olvidar, pero encontraré la manera de que me recuerdes. Te extrañaré.
Intento mantener el recuerdo en mi mente mientras me saco el otro guante lo más rápido posible. Coloco mi mano izquierda en su frente aún con los ojos cerrados y expulso el recuerdo. La reacción fue un impulso que no sé de dónde saqué.
Nos separamos respirando de forma descontrolada.
—¿Qué me hiciste? – pregunta Bella, aunque no parece enojada, solo confundida.
—No lo sé. – le soy sincera.
—Agente Gonzales ¿Me necesitaba? – el agente Peña aparece por la puerta del salón con Alex detrás.
— Eh... si, quería demostrarle a Alex que nosotras podemos acabar con los hombres gracias al entrenamiento. – dice incorporándose. Me coloco mis guantes esperando que nadie se haya dado cuenta que me los saqué. – ya, posición. – dice y se coloca frente a su esposo. – uno, dos, tres. – y empiezan a esquivar los golpes y a darlos.
El agente Peña detiene el enfrentamiento después de unos veinte segundos de estar golpeándose.
—Agente Gonzales ¿Se encuentra bien? – ella aprieta los labios y cierra los ojos asintiendo. – Vaya a descansar.
—No, estoy bien. Sigamos. – dice ella en posición otra vez, pero él seguía mirándola intentando descubrir algo.