—Necesitamos hacer unas pruebas. – informo mientras me paseo por la oficina, frente a Isabella, Edson, Dante y Mateo. – no nos tomará más de cuatro minutos cada uno. ¿Quién va primero?
—Yo. – contesta Bella, levantándose de la silla y caminando hacia una sala. Ella ya se recuperó completamente. No tuvo ningún efecto secundario ni nada de otro mundo.
Se sienta en la silla y Rachel conecta los aparatos. Una pantalla nos mostraría si los signos vitales están alterados, lo que demostraría que está mintiendo.
—Necesitamos que digas una mentira, para ver que todo esté bien. – dice Rachel, que es la que está manejando todo esto.
—No me gusta el helado. – una pulsación alterada aparece en la pantalla.
—Ahora una verdad.
—Soy una agente del Safeguard. – las pulsaciones estaban normales y tranquilas.
—¿Por qué comenzaste a relacionarte con Alison?
—Porque la notaba muy sola y quería una amiga que no me conociera como agente, sino, como persona. – todo normal.
—¿Confías en ella?
—Si, le confíe todos mis recuerdos, literalmente.
—Si algo sucediera y tuvieras que elegir un bando entre Alison y Amanda ¿A cuál irías?
—Depende de del problema, pero lo más probable es que esté con Alison.
—Has pasado la prueba. – informo mirando los análisis. Y así pasamos por todo el grupo con preguntas similares.
Ahora estábamos todos en la oficina, sentados.
—Conocemos dos advenedizos más. Uno de ellos se encuentra viajando hacia acá para enseñarle al otro a controlar sus poderes. Necesitamos que nos prometan que no le dirán a nadie y que nos ayudarán a esconder la situación a los demás agentes. – dice Rachel mirando a todos seria, muy seria.
—No pueden decirles a sus amigos, parejas o esposos. Es un tema muy delicado. ¿Están con nosotros? – todos asienten con la cabeza.
—¿Quiénes son? – pregunta Edson.
—Katherine...
—Y Sophie. – termina Rachel.
—Queremos una cura, pero no sabemos si eso existe. Por eso hay que buscar más información sobre el origen de los poderes. – un recuerdo se me vino a la mente. – Mateo ¿Qué teorías tienes?
—Puede que vengan de la energía de alguna estrella o de una explosión cósmica.
—¿Hubo alguna el nueve de marzo del dos mil dos?
—Sucede una cada diez mil años, así que no.
—¿Y alguna estrella nueva muy poderosa?
—Eso no hemos podido investigar, ya que se necesitan muchos permisos y explicaciones para buscar en el sistema de la NASA.
—Dante, tú puedes entrar sin ningún problema ¿Cierto?
—Ningún sistema es un problema para mí.
—¿Nosotros que hacemos? – pregunta Edson.
—Isabella, necesito que busques información por todo el mundo para ver si hay más advenedizos. Edson, todos te siguen, por lo tanto, tendrás que buscar un espacio especial y aislado para entrenar a Soph y que la gente no se acerque a ese lugar. ¿Alguna duda?
—¿Cuándo llegará Kate?
—En la noche, Edson. Casi lo olvidaba... necesito una cuna y que la lleven a mi habitación con frazadas para bebé hipoalergénicas
Después de dejar todas las partes listas y comunicarle a Amanda sobre Kate, voy a mi habitación para colocarme el uniforme e ir a ver cómo está Soph que ha estado con Alex todo el día.
—Tengo miedo, Ali. No quiero hacerle daño a nadie.
—Vas a superarlo, Soph. Puede que seas pequeña, pero vas a lograrlo. Kate ya va a llegar y podrás aprender a controlar tu poder. – termino la trenza que hacia en su rubio cabello.
—Vehículo desconocido color azul en la entrada. Permiso para disparar. – Dicen por la radio.
—Denegado. Confirmar nombre del conductor. – contesto mientras me coloco de pie.
—Katherine. Viene con un bebé en una silla en la parte de atrás.
—Voy en camino. – detengo la transmisión. - ¿Vienen conmigo? – les pregunto a los hermanos Rizzo.
Ellos asienten y caminamos hacia la salida/entrada donde llegamos la primera vez aquí. Pasamos por el pasillo blanco y largo. Al final se veía el auto. Camino más rápido, casi trotando. Veo como ella se baja y me mira. Sus ojos se abren por la sorpresa y una sonrisa se coloca en nuestros labios. Me detengo frente a ella. No puedo decir nada por la emoción.
—Agente Muñoz, buenos días. – saluda con postura formal falsa.
—Buenos días, señorita Katherine. ¿Cómo está?
—Demasiado feliz, aunque estoy buscando a mi mejor amiga ¿La ha visto?
—Dame un abrazo, tonta. – nos abrazamos fuertemente. Nos separamos por un llanto dentro del auto. Abre la puerta trasera y desabrocha el cinturón de una silla de bebés. Se levanta y tiene algo envuelto en frazadas en sus brazos.
—Te presento a Kahel. – me coloca al bebé en mis brazos y va a saludar a Alex y Sophie.
—Hola Kahel. – le susurro al niño. - ¿Cómo estás, pequeño?
—Aguu – balbucea mirándome y después sonríe. Me doy media vuelta para ver al grupo.
—Mañana comenzaremos con el entrenamiento. Ahora vamos a descansar. – informo.
—Hay que buscar las tarjetas de visitas. – dice Alex. – después hay que presentarla al grupo.
—El grupo puede esperar... tenemos que ponernos al día. – digo con una sonrisa, aunque mi vista estaba en el pequeño en mis brazos.
—Pero si hablas con ella todos los días. – reclama mi mejor amigo.
—Pero eso no es suficiente, querido Alex. No lo entenderías. – responde Kate. Comenzamos a caminar hacia la salida/entrada y ella se detiene. - ¿Qué harán con mi auto?
—Lo llevarán al estacionamiento. – contesta una voz detrás de nosotros. Nos giramos y vemos a Edson con un control extraño en sus manos. – Hola Kate... tantos siglos sin vernos. – sonríe.
—Hola Edson. – responde ella con la misma sonrisa. Había olvidado sus miradas en las clases cuando estábamos en casa.
Ya en la habitación, seguía con el pequeño en mis brazos y Soph estaba con Kate. Aun no tocábamos el tema de los poderes, pero todo marchaba a la perfección. Igual le enseñamos a Soph unos ejercicios de respiración por si en cualquier momento pasaba.