El Puro que Aúlla

Capítulo 8

Ya en la mansión, dejamos el auto en la cochera. Amelia observó lo amplio de ese lugar y los otros autos que habían ahí. Además de mi deportivo, había tres autos de uso diario -uno de Marianne, otro de Ravi y el auto en que trasladaban a Ania y Lena-, dos camionetas 4x4 -una de Kiram y la otra que usaban cuando iban a la Hacienda Höller en familia- y la limosina que solo se usaba cuando había que trasladar a varias personas o para ir a eventos donde teníamos que lucir más opulentos que nunca. Amelia notó que no había autos exclusivos para Marion, Haldir o mis padres, y le expliqué que ellos no se quedarán en Perú. Marion y Haldir, junto a Cassie, tienen sus vidas en Seúl, Elrond terminando las vacaciones volvería a la mansión de Saffron Walden para seguir sus estudios en Cambridge, y mis padres aún no sabían qué hacer tras dejar el mando alfa a mi cargo.

  • Y tú, ¿te quedarás en Perú? -preguntó con mucha curiosidad y expectativa.
  • Estaré en Lima el tiempo necesario para legalizar ante los humanos nuestra unión y poder llevarte a Alemania conmigo -tomé su mano y la besé mirándola fijamente-. ¿O quieres que vivamos en Lima nuestros primeros años juntos?
  • No. Imagino que tienes responsabilidades que no puedes postergar cuando seas el nuevo Alfa, así que viajaré contigo cuando tú lo decidas.

Tomamos el pasadizo que conectaba la cochera con la cocina, una escalera y el jardín posterior. En la cocina ya estaba casi todo listo, así como en el comedor. Encontramos a la familia en el jardín posterior, aprovechando el tenue sol que alegraba lo gris que era Lima.

  • Buenas tardes, familia. Aquí Amelia y Stefan Höller llegando -me miró con sorpresa, ya que aún no tenía mi apellido-. Hay que ir practicando -le susurré.
  • Hijos míos, qué gusto tenerlos en casa -saludó papá y me dio un abrazo. Entre nosotros no necesitábamos hablar mucho para darnos cuenta que nuestra relación había retornado a como era antes de mi mala decisión-. Querida Amelia, gracias por venir. Es un enorme placer tenerte entre nosotros -tomó las manos de mi predestinada, las besó y las llevó a su frente, señal de veneración entre los licántropos.
  • Gracias, pero soy yo quien debe pedir su bendición, por ser mayor que yo y la figura paterna de esta familia -era obvio que Amelia estaba incómoda, aún no despertaban los recuerdos de su vida al lado de la Madre Luna.
  • Tú nos bendices, Amelia. Eres hija de nuestra Madre Luna y nuestra divinidad en la tierra, no lo olvides.

Dicho eso, Amelia se asustó porque dos miembros del personal de servicio doméstico de la mansión estaban cerca, y como ella desconocía que todo ese vecindario exclusivo era habitado solo por miembros de la manada, pensó que mi padre había hablado de más delante de humanos, pero se tranquilizó cuando le confirmó que en la mansión y en toda Renania solo vivían y trabajaban miembros de la Manada Höller.

Antes de que coloquen las viandas en la mesa del comedor, le presentamos a Kiram, Cassie, Ania y Lena. Kiram era de la misma edad de Amelia, solo que cumplió los dieciocho unos meses antes, así que desde que los presentamos se entendieron muy bien. Con Cassie y Ania también hubo una buena conexión. Amelia era muy inocente, así que compartía fácilmente con mis sobrinas unos años menores que ellas. Lena congenió de inmediato con ella. Quería saber cada detalle de su vida, y que Amelia sepa todos sus gustos y preferencia para que me ayude a comprar sus regalos; esa chiquitina no perdía la oportunidad que encontraba para asegurar que le regalen por su cumpleaños lo que ella quería.

Después del almuerzo, en que fui feliz al comer leche asada, el postre que tanto alabó Ravi, Lena nos hizo una presentación de magia humana. Como aún no manifestaba los genes sobrenaturales que prevalecían en ella, Ravi quiso aproximarla a su especie regalándole un juego de magia humana que aprendió a usar viendo unos vídeos por internet. A mi pequeña princesa se le caían las cartas que llevaba escondidas o no acertaba con la elegida por el público, pero no se desanimaba. Al leer la hora -algo que recién había aprendido en la escuela y de lo que se sentía muy orgullosa-, se despidió porque su programa favorito ya comenzaba.

Al irse Lena, Ania y Cassie se sentaron flanqueando a Amelia. En ese momento fui a la cocina por un vaso con agua, y me detuve en el comedor para escuchar la conversación que sostenía con mis sobrinas. Ellas hablaban sobre moda y la escuela. Cassie quiso saber si antes de conocerme había tenido algún novio, a lo que Amelia contestó que no porque en el Hogar donde creció, los machos eran mucho menores que ella, y la escuela en donde estudió era solo para hembras.

  • Entonces, ¿el tío Stefan es tu primer amor? -preguntó Cassie asombrada porque ella entendía que los humanos desde muy jóvenes iniciaban el cortejo y podían tener varios romances antes de llegar a cumplir la mayoría de edad y considerárseles un adulto joven.
  • Sí, aunque diría que es el único -oír eso me gustó, soy y seré el único en su vida.
  • Bueno, entre los pueblos sobrenaturales no es muy frecuente eso de tener amores antes de que llegue nuestra alma gemela, aunque sucede -auch, lo dicho por Ania me tocó-, pero lo que definitivamente no se da es dejar a tu predestinado por alguien más.
  • Creo que los humanos tampoco queremos dejar a nuestra alma gemela cuando la encontramos, pero a veces tomamos decisiones empujados por la presión de la familia o de la sociedad, alejándonos de esa persona especial –ese no será nuestro caso, amor, mi familia te adora.
  • Pero ese no será tu caso, tía Amelia -dijo mi dulce Cassie, coincidiendo conmigo-. Nosotros amamos que hayas aceptado a nuestro tío Stefan. Se le ve tan feliz a tu lado que nos parece un vago recuerdo haberlo visto triste cuando íbamos a visitarlo a Saffron Walden.




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