El Puro que Aúlla

Capítulo 13

Toda la semana estuvimos ocupados preparando la Ceremonia de Entrega del Mando Alfa y de Séquito. Con Patrick vimos el protocolo a seguir, ya que él se encargaba de esos detalles como futuro Delta. Pedimos a Karl Müller que nos prepare los esmóquines para la ocasión, puesto que ninguno contaba con uno porque no nos imaginamos que la transferencia de mando alfa y de séquito sería fuera de Alemania. Patrick también nos hizo recordar que como anfitriones debíamos ofrecer el hospedaje y servicios de alimentación a nuestros invitados, así como designar parejas representantes de la manada para darles la bienvenida y trasladarlos hacia las residencias asignadas.

Gonzalo con Nadia –como arquitecto y diseñadora de interiores-  verificaron que Las Torres de Renania estuvieran listas para acoger a los invitados; mis padres y Patrick con Gaia determinaron las parejas de la Manada Höller que recibirían a los invitados, y Matthias con Milena se encargaron de determinar la pauta musical y coordinar la posición de las cámaras para captar la ceremonia desde diferentes ángulos, ya que luego editarían un vídeo –Milena era productora audiovisual, así que ella se encargaba de esos menesteres-. Mis hermanas, Amelia y Caroline vieron lo de la disposición de las mesas, el menú, el menaje, las flores y otros detalles. Mamá encargó los vestidos para Amelia y las compañeras del séquito, así como uno para ella y Marion, ya que no contaron viajar con esa clase de guardarropa.

Para la ceremonia viajarían desde Alemania los padres de Matthias, Gonzalo y Patrick, ya que ellos entregarían sus funciones a sus hijos. Asimismo, mis abuelos, Hugo y Stephanie, y mis bisabuelos, Karl y Margot, vendrían para presenciar el acto y conocer a Amelia. Los abuelos y bisabuelos se hospedarían en la mansión, pero los padres de mi séquito en el apartamento de lujo de sus hijos, ya que durante la semana también organizamos las mudanzas de mi séquito a Renania. Mis padres nos pidieron a Amelia y a mí encargarnos de dar la bienvenida al séquito saliente y a mis abuelos y bisabuelos, por eso madrugamos el viernes, ya que llegaban ese día a las 6 am en el avión privado de la familia.

Estuve atento a la expresión de Amelia cuando aparecieron mis abuelos y bisabuelos, ya que ellos aparentaban la misma edad de mis padres. Mi Luna estaba muy confundida y lucía algo despistada, lo que causó que mi bisabuelo se riera de sus respuestas y expresiones, causando la risa de todos. Al final, Amelia comentó que estaba un poco sorprendida porque ellos no calzaban en la idea de abuelos y bisabuelos que tenía como humana, a lo que mi abuelo Hugo me recomendó dejar a un lado una que otra noche el deseo de tenerla entre mis brazos para instruirla en temas sobre los licántropos.

Mis abuelos trajeron consigo las maletas en donde Karl enviaba los esmóquines. A la par que las hembras estaban probándose sus vestidos, nosotros hacíamos lo mismo en una de las habitaciones desocupadas del tercer piso de la mansión. Mientras que mi padre, Haldir, Elrond, mi séquito y yo nos medíamos los trajes, mi abuelo, bisabuelo, el séquito de mi padre, Ravi y Kiram conversaban sobre Amelia.

  • He quedado sorprendido al verla. Es una hembra humana muy hermosa –dijo el abuelo Hugo.
  • Sí que este muchacho tiene suerte. ¡Tremenda belleza que le ha tocado! –comentó el bisabuelo Karl entre risas.
  • Valió la pena la espera –señaló Ravi con una sonrisa.
  • Se ve que es joven. ¿Qué edad tiene? –preguntó Björn, el padre de Gonzalo.
  • En julio cumple los dieciocho años –respondió Kiram.
  • Entonces, estuvo bien que Stefan no la encontrara antes. ¡Qué hubiera sido de ellos! O él sufría el celo por muchos años, llevándolo a una posible locura, o ella pasaría el trauma de unirse a su predestinado siendo apenas una niña –analizó Andreas, padre de Matthias.
  • Eso es algo en que no había reparado, pero tiene mucha razón –mencionó Ravi al encontrarle sentido a lo resaltado por Andreas.

Prácticamente, le llevaba a Amelia seis años, lo que nos ponía en el supuesto de que, si la encontraba a los dieciocho años, ella hubiera tenido doce, y a esa tierna edad, sin haber terminado de desarrollar su cuerpo para consumar nuestra unión, no hubiera podido marcarla. En el caso de que yo no hubiera podido controlar el celo, el recuerdo de verla aterrada por lo que le hubiera hecho sobre nuestra cama, no me habría dejado vivir. Asimismo, la posibilidad de que ella huyera o viviera traumatizada por haber sido marcada siendo aún una niña, habría ocasionado que nosotros termináramos alejándonos porque no hubiera podido volverla a ver a la cara al no perdonarme por el daño que le hubiera ocasionado. En cambio, haberla encontrado a los diecisiete años cuando yo contaba con veintitrés, hizo posible que nuestra experiencia uniéndonos como pareja predestinada fuera perfecta.

Después de la cena, cuando nos despedimos de todos y fuimos a nuestra habitación, Amelia me pidió que le comente sobre lo que el abuelo Hugo dijo que debía explicarle. Todo parte de la regeneración celular que en los licántropos es más rápida, lo que hace que la vejez se retrase varios años, o siglos. Eso permite que los licántropos podamos lucir jóvenes por un período muy largo, lo cual también nos ayuda a ser buenos guerreros por varias décadas o siglos. Al comentarle esto, Amelia resaltó que en algún momento de nuestra vida juntos ella envejecerá, lo que hará que luciéramos ante el mundo de los humanos como nieto y abuela. Eso me perturbó, pero no lo evidencié, ya que no quería que ninguno de los dos le demos vuelta a ese asunto. Aún había mucho que no entendíamos de la Profecía, lo que me dio esperanza de que en ella se retrase el envejecimiento o que se adelantara en mí, ya que cuando ella muera, yo no querré vivir por más tiempo.




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