Después de cuatro horas en cirugía y de dos horas en la sala de recuperación, Amelia fue trasladada a su habitación en la clínica. Solís se ofreció a cuidar de ella esa noche que yo debía estar en observación para no levantar sospechas entre los humanos. En la mañana, el médico me permitió ir a verla, ya que me daría de alta al mediodía. Mi Luna dormía cuando llegué donde ella. Su cara estaba hinchada por el golpe y las cirugías para arreglar su nariz, oído y parar el sangrado por la brusca pérdida de sus molares. Tomé su mano, y suavemente dejé cientos de besos en ella, pensaba en la marca en su vientre que dejó la cirugía para salvar su útero. Estuve esperando que despertara por dos horas, haciendo mi mayor esfuerzo por mantenerme tranquilo, ya que no quería incomodarla con mis emociones. Abrió los ojos y comenzó a llorar. Se sentía culpable porque no siguió mi pedido de siempre estar acompañada por algún guerrero. Acariciando sus cabellos intentaba tranquilizarla y repetirle que no se culpe, que solo fue un error.
Amelia abrió los ojos por lo impactante de la noticia. Ella quería gritar por el sufrimiento que estaba sintiendo, pero no lograba sacar de su pecho el dolor, hasta que estalló un fuerte «POR QUÉ», y se deshizo en llanto. Saber que llevó en su vientre a nuestra cría que no logró pasar las seis semanas de gestación, la hizo entrar en un fortísimo shock nervioso que el médico y enfermeras solucionaron con tranquilizantes que le suministraron por la vía intravenosa.
(…)
Después de recibir el alta médica, dejé la bata de hospitalización y regresé a la habitación de Amelia. Seguía con el vendaje en pecho y antebrazo, así como con los parches en la frente, pero ya no había cicatrices ni costillas fracturadas, solo debía aparentar estar recuperándome. Mi Luna despertó cuando la tarde estaba dando paso a la noche, y me pidió algo que nunca pensé que oiría provenir de ella.
Miré a Marianne y Ravi, ambos la miraban tan confundidos como yo lo hacía. Solís trató de hacerla entrar en razón, pero Ravi me abrazó por los hombros y me hizo salir de la habitación. «Mejor salgamos. Alterarse no le hace bien, ha sido sometida a varias cirugías y está en recuperación. Después que descanse podrán hablar», mi cuñado trató de consolarme con esas palabras, pero yo sentía la culpa, la ira, la tristeza y el dolor de Amelia. «¿Acaso está molesta conmigo? ¿Me culpa de lo que pasó? Yo soy el culpable de todo. Laura existe en nuestras vidas por mí», pensaba mientras me dejaba llevar fuera de la habitación de mi Luna.
Amelia no quería que nadie la acompañe en la habitación, a excepción de Solís, pero ella no podía desatender a sus hijos, a quienes cuidaba sola por las tardes, después de la escuela, al estar Torres trabajando. Así fue que Marianne se ofreció a encargarse de Sandro y Elías durante esos días que Solís estaría atendiendo a mi Luna. «No te preocupes, Laura, los llevaremos a la mansión. Ellos estarán muy bien atendidos y nos encargaremos de llevarlos a la escuela y ayudarles con sus deberes», dijo Marianne cuando Solís le agradeció y encomendó a sus hijos.
Durante los días que estuvo hospitalizada Amelia, estuve parado a un costado de la puerta de la habitación. Esperaba escuchar que me llamara, pero cada vez que Solís le aconsejaba que hablara conmigo, ella se negaba y le pedía que no mencione mi nombre. Por las noches, o bien Torres, o Ravi, o papá y después Haldir, cuando llegó del entrenamiento, me acompañaron a pasar las horas esperando que Amelia pida verme. En esos días no comía, ya que no quería ir a la cafetería, tenía la esperanza de que en cualquier momento le nacieran las ganas de verme y pidiera que me presente ante ella. Me moría por abrazarla, por atenderla, por ayudarla durante su recuperación, pero ella no quería contar conmigo para sanar.
La noche que Torres se quedó a acompañarme, me pidió ir a tomar algo en la cafetería. Acepté porque olí su cansancio, había estado trabajando duro para cerrar el caso del accidente sin proceso judicial de por medio. Asimismo, como comisario del distrito donde ocurrió el accidente, se pronunció ante los medios de comunicación y confirmó que los vídeos de vigilancia revelaron que la tragedia se dio por evitar atropellar a un perro callejero y no porque haya sido un atentado en contra mía. Asimismo, indicó que los exámenes de sangre que me hicieron dieron negativo a drogas y alcohol, por lo que no perdí el control por manejar bajo la influencia de sustancias ilegales o nocivas.
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hombre lobo alpha y luna, huerfana hija de la divinidad, sobrenaturales entre los humanos
Editado: 01.01.2024