El que a hierro mata...a hierro muere (#2 Serie Refranes)

CAPÍTULO 3

Llegó el día de la gala. Claudio estaba nervioso. Esa sería su primera salida con Luna. Podría decirse que era una cita, pero no quería aventurarse. Después de todo aquella salida nació como fruto de un intercambio de favores. Una ida al hospital, por una ida a una gala.

Claudio tocó el timbre del departamento de Luna y a los pocos segundos ella abrió la puerta. La imagen de Luna frente a él era casi divina. Se veía realmente hermosa. Llevaba un vestido en un pálido rosa pastel de corte sirena con tirantes adornados con fina pedrería. El escote era cuadrado lo que le brindaba una apariencia sexy pero elegante, sin mostrar más que lo suficiente. Su cabello estaba recogido en un intrincado peinado en la base la su nuca y de sus orejas y cuello pendían hermosas joyas que simulaban gotas de lluvia. Su maquillaje era casi natural, a excepción de sus ojos. El gris de su iris parecía camuflarse con el tono ahumado de sus párpados otorgándole así una mirada aún más fría de lo que ya la tenía. En sus labios no había color más que el suyo propio. Solo un tenue brillo fue suficiente para darles vida y esperaba que éstos le invitaran a abrirse camino en medio de ellos en el transcurso de la noche.

- Estás magnífica. – Le dijo Claudio después de mirarla embobado por eternos segundos. - Realmente hermosa.

- Gracias. – Fue toda su respuesta.

- ¿Nos vamos? – La instó luego de ofrecerle el brazo para que se agarrara de él. Necesitaba sentirla cerca esa noche y si la suerte lo acompañaba, más tarde la tendría mucho más cerca aún.

 

La gala se llevó a cabo en el salón de eventos de Golden Company. Había abundancia de todo: comida, aperitivos, tragos, postres, etc.

Claudio parecía ser conocido ampliamente por los que allí se encontraban. Muchas mujeres lo observaban descaradamente como si quisieran comérselo con la mirada, porque había que ser sinceros, Claudio era un hombre muy guapo y de seguro su sexy y varonil voz hacía caer rendida a sus pies a cuanta mujer se le pusiera por delante. ¿Sería ella una de esas mujeres? Quizás …...

- Luna, te presento a mi mejor amigo Héctor. – Héctor se acercó a ella y le besó la mejilla.

- Mucho gusto, Luna. Déjame decirte que luces preciosa. Una digna acompañante para mi amigo. – Le dijo Héctor.

- Gracias. – Le dijo Luna.

- Héctor, ¿puedes quedarte con ella un momento? El Señor Mayer solicita mi presencia brevemente.

- Claro. Ve tranquilo. Yo aquí te cuido a tu chica. – Le contestó Héctor ante la mirada ceñuda de Luna mientras Claudio se alejaba.

- Así que …… Luna …… ¿hace cuánto que se conocen con Claudio? – Le preguntó Héctor buscando tener una conversación con la hermosa mujer a su lado.

- Discúlpame, Héctor. Debo ir al tocador. Al rato vuelvo. – Le dijo Luna y se alejó de Héctor sin darle la chance a tener ningún cruce de palabras con ella.

 

Al poco rato Claudio fue en busca de Héctor y Luna, pero al llegar a dónde estaban, solo encontró a su amigo, quien lo llevó afuera del salón para charlar unos instantes. Luego volvieron a la fiesta en donde vieron a Luna conversando animadamente con la esposa de uno de los dueños de la empresa Golden.

- Señora Richmond, veo que ha conocido a mi acompañante, Luna – Le dijo Claudio.

- Una mujer encantadora querido Claudio. No pudiste traer mejor compañía esta noche. – Le dijo la mujer ante el orgullo de Claudio y una amplia sonrisa de Luna, quien parecía haberse tomado el cumplido de excelente manera.

La banda que esa noche era la encargada de animar la gala comenzó a tocar “The way you look tonight” de Frank Sinatra. Sin perder tiempo, Claudio tomó la mano de Luna y la llevó a la pista. Con cada frase de aquella canción Claudio quería dejarle ver a Luna lo que él estaba empezando a sentir en su corazón.

Luna parecía conmoverse más aún cuando Claudio le susurraba el hermoso estribillo …… “Encantadora, nunca, nunca cambies, mantén ese encanto que deja sin aliento. ¿Podrías arreglarlo para que nos viéramos? Porque te amo, justo como te ves esta noche”.

Luna parecía haber tenido un vuelco en su frío y duro corazón. Debía reconocer el esfuerzo enorme que Claudio había estado haciendo por acercarse a ella. Quizás era hora de dar el siguiente paso, ahora que sabía lo que “realmente” había en el corazón de Claudio.

 

La gala terminó y Claudio llevó a Luna a casa. Confiaba en haber jugado sus fichas lo suficientemente bien como para conseguir al menos un beso de parte de ella y ciertamente no se equivocó. Al despedirse, tomó su barbilla y suavemente depositó en sus labios un inocente y puro beso.

Ninguno de los dos dijo nada. Luna solo cerró la puerta y Claudio volvió a su hogar.

 

Claudio había hecho un gran avance, pero aún percibía que Luna no le tenía la confianza suficiente como para darle su número de celular. Eso lo frustró en gran medida. Estaba desesperado por hablar con ella, por verla. Tres semanas habían pasado desde la gala y no había tenido noticias de ella. Tampoco la encontraba al correr por el parque y al parecer tampoco se encontraba en casa. ¿Qué le habría pasado a Luna?



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En el texto hay: amor, odio, venganza

Editado: 09.01.2021

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