Katty huye a través de los árboles a toda prisa, me cubro el rostro para que las ramitas no me golpeen al pasar, inesperadamente ella tropieza con una roca por lo que me suelta, caigo de cabeza contra un pastizal, ruedo y aterrizo sobre mi espalda. Últimamente mi vida consiste en un maltrato físico bastante desagradable.
— ¿Estás bien? —miro el rostro preocupado de Katty, extiendo mi brazo, ella me ayuda a levantarme.
—Tan bien como se puede estar después de los días que he tenido —resoplo limpiando mis rodillas.
—Tenemos que huir, rápido —giro la cabeza.
—No podemos dejar a las chicas —cabecea negativamente.
—No estamos en un territorio amigable, los vampiros no entramos aquí porque los cambiantes que habitan en el sur son unos malditos salvajes.
—Dijo la chica que amenazó con arrancarle los testículos a su novio y metérselos por el trasero —apenas elevo mis comisuras.
—Eso no es nada, he oído cosas horribles sobre los que viven en el sur —me atrapa de la muñeca para seguir caminando por sobre las hojas muertas del espeso bosque, en la distancia ausculto un búho cantando a todo dar—, dicen que desmiembran a sus víctimas, sus manadas son numerosas —de verdad parece asustada, en medio de mi ignorancia sobre los cambiantes no me permito sentir miedo, creo que ahora mismo estoy evitando pensar mucho en las situaciones que he pasado y la que estoy pasando—, no quiero morir aquí.
—Katty, me estás apretando muy fuerte la muñeca —manifiesto pues me duele, me libera inmediatamente.
—Lo siento, son los nervios —sonríe dejando al descubierto sus prominentes colmillos, sin esperarlo ella aparta su cabello de sus oídos, sus ojos rojos brillan más fuerte en su color escarlata para ponerse delante de mí—, tenemos que correr, ya vienen —busco sentirme asustado pero extrañamente no siento miedo, no sé porque, pero en lo único que pienso es en ese hombre.
Y en que tengo tanta hambre y sed que estoy por desmayarme.
—Bien —no me rehúso, posiblemente siempre soy muy terco pero eso es cuando tengo energía vital para serlo, ahora mismo si el viento se ofrece a cargarme hasta le diría que sí. Además que no quiero ser desmembrado por los cambiantes salvajes del sur.
Antes de que nos movamos, Katty desaparece de mi rango de visión. Aprieto por la aprensión de la situación, de la nada, una cosa se posiciona en mi cabeza y me picotea, separo los parpados y me tomo un momento para sonreír mucho al ver a Valkiria. Se echa como si mi cabeza fuese un nido y ella no tuviese sus buenas libras de peso, en pocos segundos está bien acomodada y percibo su energía pasar a mí agotada existencia, mis sentidos se avivan y me siento despierto de verdad.
Hasta el hambre se minora un poco.
Giro la cabeza en busca de mi acompañante hasta hallarla en la distancia, Katty golpea a una mujer rubia tirándola al suelo, la mujer se pone en pie y patea a la vampira para dispararla contra un árbol al cual se le caen varias hojas por la sacudida. Corro hacia ella para ayudarle a ponerse en pie, le extraigo una rama que se le ha incrustado en el vientre, sus ojos pasan de mí a la desconocida. Me pongo en pie, los vibrantes ojos verde neón de la rubia me escrutan con muchísimo detenimiento al igual que yo a ella, nunca había visto algo parecido, posee garras enormes y colmillos muy prominentes, igualmente su cola que no distingo el color se ha manifestado. La mujer cambiante ruge fieramente y se dirige hacia mí, analizo sus movimientos, recuerdo las palabras del abuelo con exactitud pues lo que está en juego aquí es mi vida. Emprendo carrera hacia la mujer, sus garras pasan muy cerca de mi rostro pero doblo mi cuerpo, consigo sostener mis manos sobre el piso tras de mí y elevo mis pies, le pateo en el rostro y el pecho.
Cae de trasero contra el piso si bien se incorpora rápidamente.
Ruge tan fuerte que me aturde un poco los oídos, viene hacia mí nuevamente, permito que se acerque lo suficiente para propinarle un puño en la nariz, me arrepiento al segundo pues me ha dolido como el demonio, no obstante sus ojos se cierran momentáneamente por el reflejo de protección pues no creo que sea por el dolor; mis manos se vuelven palmas firmes y las estrello contra sus orejas como si fuese a aplaudir, emite un gruñido lastimero, intenta atraparme pero no lo consigue ya que doy un salto hacia atrás, me acerco otra vez y muevo mis puños golpeando su garganta dos veces, finalmente elevo una pierna tanto como puedo para patear su mentón, cae de espalda neutralizada completamente.
Sacudo mis manos, me he pelado los nudillos al contacto con su dura piel igualmente estoy exhausto, tuve surte de no quebrarme algún hueso.
—Mierda —jadeo agotado mientras aparto el sudor de mi frente, estoy fuera de práctica, es más, esto no es una práctica, está loca podría haberme rebanado como jamón para el desayuno.
—Peleas genial —afirma Katty, cubriéndose la herida que ya está sanando—, deberías enseñarme, yo solo cuento con mi fuerza.
—Te puedo enseñar —camino rodeando a la mujer para verla directamente. Me causa bastante curiosidad—: como no tenía magia aprendí a pelear desde pequeño —no paro de escudriñar a la desconocida—, ¿Qué es ella? —antes de que la castaña me responda, un gran rugido retumba por entre los árboles consiguiendo que las aves nocturnas vuelven lejos, de entre los arbustos más espesos emergen las cabezas de gatos enormes.