El que fue Tocado

Capítulo 4. Presentaciones.

 

Han pasado dos días desde que lloré en los brazos del grandote y llegué a esta casa, para mi sorpresa él se mostró muy abierto y calmado, me abrazó hasta que tuve suficiente de lamentaciones, cuando me aparté me regaló una sonrisa muy cálida y amable, no me dijo nada al respecto pues no fue necesario, solo me entregó el almuerzo y me pidió que si necesitaba algo le llamase en voz alta que él me escucharía si se encontraba dentro de la casa, después de eso se marchó y apenas lo he visto, solo ha venido a traer comida y darme las buenas noches.

Me revuelvo en medio de las mantas, expiro largamente y me siento, bostezo amplio estirando mis brazos hacia arriba, los músculos de mi espalda se sienten bien cuando hago esto. Me pongo en pie lentamente, el frío del suelo es perceptible para mis plantas desnudas, voy hasta la ventana y abro las cortinas, la luz del sol mañanero es muy tenue por lo que no me obliga a cerrar los ojos completamente. Valkiria aletea complacida al sentir la luz solar, estos días ha permanecido al pie de la cama, le he compartido un poco de los alimentos que son para mí si bien no olvido que le prometí carne por ayudarme a huir de aquí a pesar de que no era necesario. Miro el closet de la pared, es muy bonito, como todo aquí está perfectamente esculpido, su madera se ve fina y duradera. Lo abro solamente con la intención de husmear, para mí grata sorpresa, dentro se halla mi ropa, toda la que tenía en mi apartamento está colgada perfectamente, inclusive hay dos maletas en la parte baja las cuales no reconozco de nada, supongo debieron ser de Reginal.

Escojo unas prendas, me adentro al enorme baño que posee está habitación, creo que mi antiguo apartamento era del grande de este baño. Las paredes están recubiertas por unos bonitos azulejos de color jade, el suelo es blanco y los lavabos tiene grifos de color bronce con forma de leones muy bonitos, el espejo que cubre una pared es gigantesco. Hay una pequeña ventana que da hacia el bosque dejando apreciar una montaña, justo bajo ese acceso se halla algo como una tina enorme pero es más como un jacuzzi, parece que estas personas no son nada de lo que yo me esperaba.

Me baño en la bonita ducha, el agua brota de las paredes y del techo por pequeños roticos, es como una brisa tibia. Enjuago rápido el jabón a pesar de que me duele mi cuerpo en varias partes pues recibí muchos golpes, todavía parezco un tablero de ajedrez con partes blancas y otras moradas, casi negras en mi piel. Tengo moretones por tantas partes que me asombra y ni hablar mis nudillos que escasamente sanan. Me seco con una de las tollas que se encuentran bajo el lavabo, visto una camiseta azul sin estampado, un bóxer gris, un pantalón negro y unas zapatillas blancas, vestiría otra cosa más elegante pero toda mi ropa es simple y sencilla ya que no tengo dinero para comprar nada más.

Valkiria cae en mi hombro cuando salgo del baño.

—Sí, sí —le acaricio bajo su pico—, tengo claro que esperas tu recompensa, vamos abajo —abro la puerta con cuidado, esta vez no hay nadie en el pasillo, esta desierto por completo—: parece que ya no temen que escape —le sonrío a mi amiga con plumaje. Camino a paso lento que es el que me permiten mis golpes y llego hasta la primera planta. Todo aquí huele bien, a limpio, demasiado a limpio.

Una vez al final de la escalera no sé para donde tomar camino, toda esta casa es tan grande, parece un castillo moderno. Mis oídos captan una algarabía impresionante viniendo de uno de los pasillos más lejanos, miro a Valkiria y ella me observa, le doy un beso en su costado. Opto por ir hacia el lugar, el olor a comida inunda mis fosas nasales a medida que me avecino. Me detengo en el marco de una puerta grande que se encuentra abierta, dedico unos minutos a ver la cantidad de personas tan abismal que hay dentro, serán unos cuarenta más o menos.

Y todos son rubios, esto es como el país de los rubios o la comunidad de los rubios.

Las mujeres y los hombres están sentados a lo largo de dos mesas enormes y largas, todos se ríen y hablan mientras comen, en un lado diviso a varios niños sentados comiendo con una mujer, ella les habla y ellos también se sonríen. Presto atención a los platillos, hay mucha carne servida para ser el desayuno.

Estoy por girarme pues no quiero incomodarlos, ya es suficiente con que me estén dando alojamiento. Mis planes se truncan cuando uno de los niños me ve, se pone en pie y corre hacia mí.

— ¡Bienvenido a nuestra manada, señor brujo! —me sonríe alegremente mientras mantiene sus manitos puestas en su cadera y saca pecho, sonrío torcido por esa actitud tan madura que parece tener a pesar de que no debe pasar los siete años.

Me inclino para que quedemos a la misma altura. —Muchas gracias por tu actitud tan cordial, jovencito.

Me enseña sus dientes haciendo que sus ojos se vuelvan más pequeños. Levanto la mirada al percibir mucho silencio, inesperadamente todos han dejado de hablar, incorporo mi cuerpo, apenas lo hago todos se ponen en pie como si estuviesen en el ejército. Observo a Conner salir de su puesto para venir hasta mí.

—Espero hayas tenido un buen sueño —me dice, con su mano atrapa la cabeza del niño y le despeina—, ¿qué te he dicho de molestar a nuestro invitado?



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En el texto hay: mago, poderes, lgtbi

Editado: 28.07.2018

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