El Que No Quiso Luchar Fui Yo.

Capítulo 21

EL QUE NO QUISO LUCHAR FUI YO 

Capítulo 21

Llegué a Medellín directo al apartamento. No tenía ganas de ver a Mariana, sentía que las cosas entre nosotros no volverían a ser como antes, por más que yo trataba no podía. Empecé a entrenar duro todos los días, miraba el teléfono con ganas de hablarle o enviarle un mensaje, pero tenía que ser fuerte.  

Mariana se puso feliz cuando se enteró que estaba en la ciudad, me dijo que podíamos vernos todos los días y pasar tiempo como lo hacíamos antes. Traté de seguir mi relación con ella, pero era tan difícil fingir algo que no sentía.  Ese día quedamos  de pasar la tarde juntos, le dije que la esperaba en el parque. Cuando llegó me saludó con un beso que no pude responder como ella quería, me miró confundida, pero no dijo nada. 

—Amor, ¿cómo estás? —preguntó. 

—Bien —la tomé de la mano y empezamos a caminar—. ¿Qué tal tu día? 

—Estuve entrenado,  en enero empiezo a correr, ya tengo equipo patrocinador.  

—Me alegro por ti —Sonreí—, te lo mereces amor. 

—Gracias amor —me miró como si quisiera preguntarme algo. 

Caminamos en silencio unos segundos, sentía su mirada. Era demasiado obvio mi cambio, el amor es algo en la mirada que  no se puede ocultar. Yo no veía a Mariana como lo hacía antes, lo peor era que no sabía si de verdad algún día la amé, o solo fue un cariño especial. Llegamos a una heladería, ella eligió uno de mora y yo de vainilla, sonreí al recordar la última vez que pobre ese sabor de helado. 

—¿Dónde pasarás navidad y año nuevo? —me preguntó mientras disfrutaba su helado. 

—Creo que en casa de mis  padres, aún no lo tengo claro. 

—¿Cómo va la relación con tu papá? —pasó su lengua por mi labio inferior quitando algo del helado que tenía. 

—A veces bien otras no, estaba feliz cuando compré el lote, pero ahora según él no estoy produciendo nada. 

—No te desanimes vendrán tiempos mejores —acarició mi mano. 

—Esperemos que sí, por eso volví a entrenar, tengo que prepararme. 

—¡Amor! —me miró. 

—¡Dime! —inspiré profundamente.   

—Quédate conmigo y  pasamos navidad juntos, ¿Qué dices? 

—No lo sé —desvié la mirada.   

—Siento que pasa algo, estás muy distante últimamente, ¿es por el tema que dejamos pendiente, verdad? 

La miré, bajé la mirada y tomé una bocanada de aire tratando de tomar valor. 

—¡Tenemos que hablar!. 

Un silencio se hizo presente, se levantó  y pasó saliva. Esa palabra tenía mucho significado y ella lo presentía.  

—Está bien, regresemos al parque. 

Caminamos en silencio hasta llegar al parque, después de tanto pensarlo tomé una decisión  era lo mejor para ambos. Mariana estaba muy callada como si presintiera lo que estaba por pasar. Nos sentamos en una banquita, la miré fijamente, ella parecía nerviosa.  Empezó a mover sus pies, jugaba con sus dedos. 

—Tienes razón, me pasa algo, siento que algo cambió entre nosotros. 

—¿Qué? —susurró, levantó  sus cejas  parecía sorprendida. 

—Todo cambio, el tiempo que estuvimos lejos lo confundimos —bajé la barbilla—. No se hizo más fuerte lo que sentíamos, se acabó. 

La miré fijamente, sus ojos se cristalizaron, negó con la cabeza, bajó la mirada, se removió, arrugó y bajó las cejas. 

—No… ¿Por qué dices esas cosas? Fue por  lo que dije, que no quería algo serio como el matrimonio. Que no quería algo serio contigo, ni con nadie.   

—Lo de nosotros es costumbre, nos acostumbramos a estar juntos. Confundimos amor con cariño. 

—No —me tomó de las manos—, yo te amo, no es costumbre estoy segura de eso—una lágrima rodó por su mejilla.  

—Sí lo es, pasamos demasiado tiempo separados y nos da igual, eso no es amor. Amar es otra cosa. 

“Vaya que lo sabía yo” 

—Pero yo te extraño cuando no estas —se aferró de mi brazo. 

—No Mariana —traté de soltarme—, nos acostumbramos a ser novios, no encuentro otra respuesta, ¿Crees que es normal que una pareja pase meses lejos del otro como si nada? Sin tener esa necesidad de estar cerca. Teniendo como prioridad nuestra profesión antes que nuestra pareja. 

—Era necesario por nuestras carreras, no podías  perder la oportunidad… —susurró. 

—Para qué seguir negándolo, esto se acabó. Además, tú  fuiste la primera en decir que lo más importante para ti es tu carrera, está por encima de todo. 

—¡No! —unas lágrimas empezaron a salir—,¿estas terminado conmigo? 

—Es mejor dejar esto aquí, siento que no vamos para ningún lado. 

Se levantó y empezó a caminar, sus lágrimas no paraban, yo seguía sentado con la mirada en el piso, sintiéndome mal por lo que estaba  haciendo, por todo lo que le hice. No sabía si ella me amaba en verdad o solo era costumbre, lo que yo tenía claro era que no sentía nada por ella. Ni siquiera sabía si lo que antes sentía era amor de verdad.

—¡No! Te prometo que pondré de mi parte para que la relación mejore, intentemos  otra vez. 

—No va a funcionar algo que ya se acabó. Lo siento, pero es mejor dejar todo aquí, prefiero eso a intentarlo otra vez y que no funcione, peor aún que terminemos mal —la miré—. Siempre tuvimos una bonita relación, no quiero que terminemos como algunas parejas odiándose. Te pido que me perdones si con esto te lastime. 

—¡Respóndeme algo! —me miró fijamente.

Asentí. 

—¡¿Dejaste de quererme, es eso, verdad?! 

Sabía que lo preguntaría, era hora de enfrentar la realidad, la miré a los ojos. 

—Sí... 

—¡No! ¡No!, ¿En qué momento cambiaron las cosas? —murmuró con la voz entrecortada. 

—En el momento que entendí que yo no quería lo mismo que tú. 

Se quedó mirándome como si no entendiera.  

—No entiendo —susurró. 

—Nada. Tú no querías un futuro a mi lado, ni con nadie, eso nunca estuvo en tus planes. Me puse a pensarlo mejor y entendí que yo tampoco quiero eso con nadie. 

Se quedó en silencio. 

»Para estar en una relación sin aspiraciones como pareja solo por compañía o pasarla bien, para eso podemos ser amigos —añadí.  




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