EL QUE NO QUISO LUCHAR FUI YO
Capítulo 28
—Por eso lo mejor es arrancar de raíz esto que sentimos, para que no siga creciendo.
Se levantó y caminó hasta mí.
—¿De verdad es lo que quieres? —preguntó.
—No se trata de lo que queremos, sino de lo que es correcto.
—Yo sé que lo de nosotros solo es un sueño. No me arrepiento de lo que pasó en la mañana porque te amo y estoy segura de lo que siento por ti.
—Ese es el problema, que tú no eres una mujer para momentos. Ahora me dices que estás segura y más adelante cuando el tiempo pase te puedes arrepentir. Tú eres una mujer con unos principios muy marcados, eso lo sé y no quiero que una mala decisión te traiga consecuencias a futuro.
Me rodeó con los brazos y me abrazó con fuerza, le besé el pelo e inspiré profundamente.
—¿Por qué todo tiene que ser tan difícil?—susurré.
La estreché entre mis brazos con fuerza.
—No lo sé, esto se nos salió de las manos.
Se alejó y me miró, había algo en su mirada que me daba miedo.
—¡Enfrentemos a nuestra familia y digámosle lo que sentimos! —Soltó de repente.
Lo dijo con tanta seguridad, abrí los ojos como platos.
—¡¿Qué?! ¿Estás hablando en serio? —inquirí.
—Nunca antes estuve tan segura de algo —Respondió.
—¿Eres consciente de lo que implica eso? —inquirí.
Asintió. Ahora era yo el que no tenía esa seguridad. Esa vez no estábamos imaginando, se veía muy segura de sus palabras y yo no sabía que hacer, nada estaba claro para mí.
—Digamos que hablamos con ellos. Sabes que jamás nos apoyarían, además de lo difícil que será todo. Lo primero que harán es prohibirnos estar juntos, nos matarán y si sobrevivimos, no me dejarán acercar. Tú eres menor de edad, ¿lo recuerdas?
—Sí, tengo claro todo eso, pero falta poco para cumplir mis 17 años. Dicen por ahí que a veces tenemos que arriesgar si queremos algo.
—Aún así seguirás siendo menor de edad. Y es un riesgo muy grande.
—Suena loco, lo sé. Enfrentar a nuestros padres no será nada fácil, sobre todo para mis padrinos. Llegando el caso que no quieran apoyarnos, nos escapamos juntos.
Se quedó mirándome fijamente buscando mi reacción y yo no tenía palabras me quedé en blanco.
—Soy consciente que la mayor responsabilidad la tendrás tú, pero yo puedo buscar un trabajo o algo más adelante. También sé que tienes una carrera profesional y esto te podría afectar, pero podemos tomar el riesgo.
Ella seguía hablando y yo aún trataba de digerir lo que escuché;
—¿Estás proponiendo que nos vayamos a vivir juntos? —inquirí.
—Sino quieres enfrentarlos, entonces escapémonos.
Me llevé las manos al cuello, inhalé y exhalé varias veces tratando de pensar con claridad.
—Las cosas no son así tan fácil, una cosa es decirlo otra hacerlo. Tienes que pensarlo, además tú aún estás muy joven como para saber qué es lo quieres.
—No tengo nada que pensar, estoy enamorada de ti, no quiero estar sin ti, esa es la única solución. No soy una niña y si te lo propongo es porque quiero y estoy segura de hacerlo.
Me sentí mal, no sabía qué decirle, sabía que la amaba, pero eso de irnos juntos era demasiado apresurado. Un silencio se hizo presente hasta que ella lo rompió.
—Veo que tú no quieres lo mismo que yo —susurró.
Me acerqué y la tomé de las manos.
—Estoy pensando las cosas, no quiere decir que no lo quiera, pero todo esto es demasiado apresurado. Vivir como pareja no es un juego, más en esta situación, somos primos y tendremos toda la familia en contra.
—¿Cómo saberlo si no lo enfrentamos? Hablemos con ellos, intentemos —Se soltó de mi agarre, murmuró con la voz temblorosa—. El problema es que tú no quieres.
Una lágrima rodó por su mejilla, se me hizo un nudo en la garganta.
—Tengo miedo —susurré—, sería arriesgar demasiado. Si esto llega a oídos de los medios será un escándalo, mi carrera profesional podría verse afectada.
—¡Entiendo!
Bajó la mirada.
—¿Entiendes qué? —pregunté.
—Que tu carrera es lo único que te importa.
—¡Eso lo dices porque tú no tienes nada que perder! —respondí.
—Tienes toda la razón, pero pensé que me amabas y querías estar conmigo —dijo con una risilla nerviosa y molesta.
Giró sobre sus pies dispuesta a entrar a la casa, la tomé de la mano.
—Es injusto lo que estás diciendo.
—¡Entonces! —levantó un poco la voz—. ¿Qué quieres que piense? Al parecer esto no significa nada para ti. No quieres hablar, no quieres que nos escapemos, no quieres nada.
—Es miedo a arriesgarlo todo por algo que puede ser efímero. Estoy pensando con la cabeza, no con el corazón.
Una tras otra se hicieron presentes sus lágrimas, odiaba verla llorar y más si era yo el culpable.
—No soy una experta en temas de amores, pero tengo muy claro lo que siento por ti. Tal vez tienes razón, yo no estoy arriesgado nada. Solo te estoy diciendo que estoy dispuesta a decepcionar a mi familia, dejar mis principios por irme contigo y defender lo que siento, pero veo que eso no es nada. Me equivoqué, pensé que uno por amor lo daba todo, pensé que cuando el amor era verdadero uno luchaba por el hasta el final. Veo que no sé nada del tema, tienes razón, solo soy una niñita con ideas tontas.
Pasé saliva para deshacer el nudo que se hizo en mi garganta, las palabras no me salían, solo un inmenso dolor que me consumía lentamente.
—Solo respóndeme algo —se posicionó frente a mí, sentí los latidos de su corazón—. Si tienes que elegir entre tu carrera y lo que sientes por mí, ¿qué eliges?
Me tomó por sorpresa su pregunta, mantenía su mirada fija a la mía esperando una respuesta que yo no podía darle. Me quedé como un imbécil en silencio sin saber qué responder, susurró tan bajo, pero pude leer sus labios.
—¡Eres un cobarde!
Giró con sus bellos ojos llenos de lágrimas y desilusión. Susurré con la voz entrecortada por ese maldito nudo que me atravesaba el pecho y la espalda.
Editado: 06.09.2023