EL QUE NO QUISO LUCHAR FUI YO.
Capítulo 31
La finca tenía dos entradas, a mano izquierda por un camino lleno de flores llegabamos a la casa donde nos quedaríamos. El patio era enorme y si levantaba la mirada se veía la casa de mi tío. En el patio había todo tipo de árboles frutales; papayos, guayabos, mandarinos, naranjos, guanábanos entre otros,. La casa era enorme, tenía un gran corredor de esquina a esquina. Primero estaba la cocina, luego pasabamos a una habitación, era donde se quedaba Carola cuando venía. Luego se pasa a la sala, ahí iba a dormir yo, justo enfrente había otra habitación que era donde íbamos a acomodar a la profesora.
Regresando al corredor, en la otra esquina estaba el baño y una habitación independiente, era la única que estaba fuera de la casa. Tras la casa había un estanque grande lleno de peces y un corral grande con otro estanque lleno de patos. La casa era muy bonita y muy acogedora.
Subimos a casa de Natalia que estaba a unos pasos. También tenía un gran jardín y un corredor enorme. El baño estaba en la primera esquina, luego la habitación de mi tío, después la sala, otra habitación que era la de las visitas. Seguía la cocina, se subía dos escalones para ir al otro corredor donde estaban la habitaciones de Natalia y Sebastián.
Detrás de la casa estaban las marraneras. Tenían cerditos bebes, eran hermosos, bueno ya saben que amaba a los animales. Natalia nos dio un tour por toda la casa, platicamos, nos reímos por las ocurrencias de Carola y ella. Luego pasamos al comedor, todo estuvo delicioso. Regresamos a la casa a organizar todo para madrugar al día siguiente.
Lunes...
Me levanté a las cuatro de la mañana, tenía que hacer el desayuno y almuerzo para poder irnos. Las clases eran de 7:00 AM a 2:00 PM. Carola y la profesora Olga se levantaron más tarde y se organizaron porque ya todo estaba listo. Recogí mi cabello y me puse un conjunto deportivo. Carola era más vanidosa, ella siempre tenía que maquillarse.
Había personas de diferentes escuelas y el profesor era muy guapo, eso no se podía negar. El primer día nos enseñaron lo básico, como prender, reiniciar y apagar el computador, los archivos, fotos y esas cosas. Eso ya lo sabía, entonces le ayudé a Carola que estaba un poco perdida. Fue inevitable no recordar, recuerdos que dolían y daban nostalgia.
Martes...
Me levanté a la misma hora de siempre, cuando llegamos a la escuela Carola se quería morir según por lo bueno que estaba el profesor. Nos explicaron como se manejaba Google, nos explicaron como crear un correo electrónico, cuando eso era hotmail.com. La tarea fue crear el correo, yo ya tenía así que todo fue más fácil. El profesor me felicitó porque era la única que sabía como crearlo. En la tarde Natalia nos invitó a su casa, sus padres tenían una reunión a las 7:00 pm, así que le haríamos compañía. Preparé la comida y la dejé lista ya que Olga no quiso acompañarnos, le dolía la cabeza.
Natalia puso una película, nos acomodamos en el suelo en unos cojines para comer palomitas y ver la película. Sebastián solo se quejaba porque él era el único hombre y nosotras elegimos una romántica, así que se fue a dormir y nos dejó solas.
A Natalia se le ocurrió que jugáramos a preguntas y respuestas, poníamos una botella en medio tipo pico botella, a la que le cayera podía hacer la pregunta a las demás y nosotras debíamos responder. Empezaron preguntando unas bobadas, era imposible no reírse, esas dos juntas eran candela. La botella le cayó a Natalia, ella era la que debía preguntar.
—¿Con quién fue su primer beso?
Pasé saliva, como olvidar esas cosas, ambas me miraban con malicia estoy segura.
—Mi primer beso fue con un niño de mi escuela, tenía como siete años —respondió Carola—, aunque beso, beso con lengua y todo no.
Soltamos una carcajada.
»Ese fue con un amigo de mi hermano a los 12 años, el tipo era más grande que yo, sabía lo que hacía. Que vergüenza, yo no sabía ni como mover los labios.
Soltaron una carcajada, sentí la mirada de Natalia.
—Sandra, ¿y el tuyo? —me miró fijamente como a la espera de una respuestas.
—No recuerdo —Bajé la mirada.
Sentí un empujón.
—¡Sandra! —replicó Carola—, estamos en confianza, no seas aguafiestas.
Curvó sus labios en señal de puchero, inhalé, puse los ojos en blanco, a veces los recuerdos dolían mucho.
—Fue a los 10 años.
—¿Pero con quién? —preguntaron al tiempo.
—¡Esteban! —Murmuré.
Cruzaron miradas con malicia.
—¿El mismo Esteban que imagino yo? —interrogó Natalia.
Asentí. Empezaron a gritar como locas.
—Lo prohibido es lo más rico. ¿Y tu primer beso, beso, con lengua como dice Carola? —volvió a preguntar.
—Con mi primer novio.
—No seas mentirosa —Intervinó Carola—, con él no llegaron a besos apasionados.
Gruñí y abrí los ojos.
—Ya dije con quien —me crucé de brazos.
—¿Estás queriendo decir que también fue con Esteban? —Natalia me preguntó con curiosidad.
Mis mejillas se ruborizaron, asentí. Cruzaron miradas, obviamente Carola ya lo sabía. Empezaron a gritar, como respuesta les tiré varias almohadas.
—¿Cómo fue? —indagó Natalia—, cuéntanos, queremos detalles.
—Un beso, normal —respondí.
—Sandra, no seas así —se quejó Carola—, queremos detalles.
La fulminé con la mirada, respiré profundo, ellas parecían niñas chiquitas esperando que les diera detalles, me hacían ojitos, se veían patéticas. Esos recuerdos llegaron a mí, me quedé en silencio unos segundos, una extraña sensación llegó a mí. En ese momento nos interrumpió el celular de Natalia, ella miró la pantalla me miró y sonrió, se disculpó y salió a responder. Un escalofrío recorrió cada parte de mi cuerpo y ni siquiera lo entendía.
—No puedes quedarte callada —Murmuré.
—Si ya no sientes nada por él, no veo nada raro que hables del tema, sacar esas cosas te libera —me miró.
Editado: 06.09.2023