EL QUE NO QUISO LUCHAR FUI YO.
Capítulo 47
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Narra Sandra
Un año después…
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Hacía un año que no sabía nada de Esteban, la última vez que lo vi fue cuando se casó Natalia. Ese día después de dos años volví a verlo, una gran prueba de fuego. Dejarlo en mi pasado no fue fácil, los días y las noches me parecían eternos al ver que ese sentimiento no desaparecía.
Ese día se removieron muchos recuerdos y momentos. Sentí los mismos escalofríos que sentí la primera vez y eso no estaba nada bien, ya que había alguien en mi vida. Por eso lo evitaba, ni siquiera lo miré porque los ojos son los únicos que no mienten. Mentiría si digo que ya no significaba nada, yo sabía y tenía claro que Esteban era parte de mi pasado, pero fue muy importante en mi vida. El amor de mi vida.
Tenía una relación muy bonita con Javier, así se llamaba mi novio, sí, parecía increíble, tenía novio y llevamos 17 meses juntos. Mi alma gemela.
Javier era primo de mi madre, muy guapo, alto, cabello rubio y ojos miel como los míos, unos labios carnosos y deliciosos. Trabajaba con el papá en un taller de motos, yo solo lo había visto un par de veces ya que ellos vivían en Medellín. Hacía dos años que se habían mudado al pueblo donde yo vivía.
Él empezó a frecuentar la casa, nosotros veníamos siendo primos segundos, no tan cercanos, pero aún primos. Él tenía una personalidad increíble, yo estaba pasando por un mal momento y lo saben. No fue nada fácil olvidarme de Esteban, él cada que llegaba a mi casa empezaba a molestarme hasta el punto de hacerme reír. Empezamos a compartir tiempo juntos, intercambiamos números, él me llamaba todos los días, en las mañanas un mensaje y antes de dormir.
Hasta que empecé a sentir cosas extrañas, cuando no me llamaba, o cuando dejábamos de vernos lo extrañaba. Pensé que solo era costumbre, pero luego un día cualquiera me invitó a salir, mis padres no veían nada malo decían, saldrá con «el primo»
Ese día él me confesó que estaba perdidamente enamorado de mí, que estaba seguro que yo era el amor de su vida, yo me quedé en shock. Lo primero que pensé es que eso no podía pasarme a mí «otro primo, vaya mi suerte» ya ven lo que había pasado con él. Me quedé sin palabras.
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_____Flashback____
—¡Estás loco!
Fue lo único que se me ocurrió en ese momento, cogió mi mano y se la llevó hasta sus labios.
—Sí, por ti.
Me miró fijamente, con esa sonrisa coqueta y encantadora que tenía.
—Nosotros somos primos.
—¿Y eso que tiene? Primos segundos, te aclaro.
Volvió a sonreír.
—Nuestras familias no estarían de acuerdo.
—No seremos ni los primeros ni los últimos en el mundo en enamorarse. Sandra, si me dices que tú sientes lo mismo por mí, te juro que con solo una palabra tuya por ti muevo montañas, enfrento lo que sea solo por estar contigo.
Mis ojos se cristalizaron, tragué saliva. Recordé… yo también dije esas palabras alguna vez… pensé, como me hubiese gustado escucharlas tiempo atrás.
Fin del flashback.
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Me dejó sin palabras, que hubiese dado yo por escuchar eso tres años atrás. Entendí que Javier estaba dispuesto a todo por mí. Eso demostraba que el amor que sentía era real. Me decía que si yo correspondía a ese sentimiento él hablaría con la familia y estaba dispuesto a todo, pero no me dejaría.
Al principio sentí miedo de no poder amarlo de la manera que lo merecía, le dije que yo empezaba a sentir cosas por él y lo que sentía era fuerte. Con esa sonrisa que me derretía me dijo, «yo conquistare tu corazón y será solo mío». Con el paso de los días poco a poco se fue robando mi corazón. Él era demasiado cariñoso, romántico, detallista y no hablo de lo material, sino de esos pequeños detalles que nos hacen sentir especiales.
Y qué puedo decir; logró robarse mi corazón… me enamoré de él de una manera muy diferente, ya que el primer amor nunca se olvida. Yo le di el sí, le dije que era correspondido. Dudé mucho que enfrentaría las cosas, ya saben la experiencia que tuve antes, pero me dejó sin palabras. Esa misma semana subió a mi casa y habló con mis padres.
Entendí que él era ese hombre que yo quería en mi vida. Alguien decidido, sin miedo, un guerrero que luchara conmigo y por mí. Imaginen el caos, mis padres se pusieron furiosos. Le dijeron cosas horribles, mi madre incluso lo abofeteó, según ella por abusar de la confianza que le dieron. Se opusieron rotundamente según porque estábamos cometiendo un pecado.
Él en ningún momento agachó ni bajó la mirada, insistía en que éramos primos lejanos y que en el corazón no se mandaba.
Nunca antes vi a mis padres tan enojados como ese día, me miraban con decepción. Me recriminaban de mis principios y valores. Inhalé profundo y lo cogí de la mano, entendí que lo que no era para uno no era y punto. El destino tenía a alguien mejor para mí, alguien que llegaría a sanar mis heridas.
Juntos tomados de la mano defendimos lo que sentíamos y ellos cerrados en lo mismo, que no se podía. Lo echaron de la casa como a un perro, él me dijo, «no me daré por vencido». A mí me dieron un sermón horrible, la verdad se sintió feo, dejaron de hablarme una semana entera. El rumor se regó por toda la familia, ya saben los chismes vuelan. No faltaron los escandalizados que se creían perfectos y qué creen, hasta mis padrinos se enteraron. Dejé de ser la niña de sus ojos, pasé a ser una pecadora, se enojaron conmigo y hasta el día de hoy no me hablan.
Pero bueno, yo no vivía del qué dirán. Javier siguió subiendo a mi casa, insistiendo. Habló con su familia y ellos también se opusieron, pero él les dejó claro que no me dejaría, que yo era el amor de su vida y por mí lo haría todo. Mis padres aceptaron hablar como personas civilizadas con él al ver lo insistente que era. Recuerdo ese día perfectamente.
Editado: 06.09.2023