Al entrar por la puerta central casi me caigo de bruces. Las paredes son blancas y las columnas de color marfil. El piso es de mármol blanco y debe medir al menos 50 metros de largo por 10 de ancho. Enormes arañas penden desde lo alto a lo largo de todo el pasillo. Los brocados en el techo son al menos del siglo XVIII.
Lo gracioso del caso es que más asombrada que yo, se encontraban nuestras mascotas. Tony y Ginger tienen la boca abierta al igual que Timón y Pumba. El halcón de Lester aleteó en el hombro de su dueño y cuando Brenda puso el conejo en el suelo, este ni se movió. El oso panda sigue aferrado a la pierna de Tommy y el tucán de Eliza mira de un lado para el otro. El mapache de Javier camina con lentitud al lado de su dueño. Me siento demasiado pequeña aquí. Aunque creo que por la cara de mis amigos, todos nos sentimos así.
–Chicos, les presento a Emma –dijo Karen y la chica que nos presentó tiene sus ojos azules fijos en Chris –. Ella les ayudará con el alojamiento y les dará un plano de este lugar. Si mañana se pierden, no se preocupen. Es normal las primeras dos semanas. –Sonrío por lo bajo –. Rebeca, acompáñame a mi oficina. –Golpeo a Chris con el codo por la cintura suavemente.
–Ya tienes una admiradora. –Susurro y él sonrió, pero no le llegó a los ojos.
–Lo dijiste una vez. Mi reputación me precede –añade en un tono extraño y me atrae hacia él por los hombros.
–Buenas tardes. Mi nombre es Emma Norrington. En estos momentos el horario lo tendrán un poco desfasado. Ahora mismo son la una de la tarde –dijo ella con voz robótica como si fuera algo que dijera siempre –. Les ruego que me acompañen. –Ella miró hacia las mascotas y evitando la mueca de asco, limpió su garganta –. Los animales no son permitidos en el colegio. –Con esas palabras, Emma dejó de gustarme
–¿Disculpa? –interviene Talia como si le hubieran dañado el ego–. Escúchame bonita…
–Por favor –interrumpo a Talia. Si ella sigue por esa línea, nos devolverían a los Estados Unidos hoy mismo –, habla con la directora Smith. Ella sabe que no podemos separarnos de los Varázsbarát. Ellos tienen que venir con nosotros.
–Esperen aquí. –Miró a Chris una última vez y se retiró.
–¡Que pesada! –protestó Brenda.
–Esa chica no me gusta –opina Lilith mirando por donde Emma se había retirado.
–A mí tampoco me gusta –añado con una sensación extraña en mi pecho, pero Chris besó mi cabeza y se me pasó.
–Este lugar es sorprendente –comenta Lester con mejor ánimo –. Es especial para que Bruno vuele. –Ginger mira por donde se había ido Emma con cara de sospechas.
–Gin, ¿todo bien? –pregunto. Ella asintió sin perder de vista por donde se había ido la rubia estirada.
–Este lugar es inmenso –considera Tommy mirando a su alrededor–, pero voy a extrañar el colegio.
–Yo igual. Me sentía más en casa –añade Eliza en susurros.
–Mary Weathers es un lugar nuevo para todos, con excepción de Chris. –Entrelazo mis dedos con los de mi chico–. A lo mejor él nos da un pequeño tour más tarde.
–Con mucho gusto –dijo él acariciando mi brazo. Pumba tocaba con su cabeza mi pierna
–Tranquilo, compañero. No vamos a separarte de Chris –añado con cariño y miro hacia Tony. Está durmiendo de nuevo.
–Chicos, vamos a tirarnos una foto –propone Brenda–. Nuestro primer día en Londres.
–¿Foto? –habló Tony de repente despertándose–. ¿Quién habló de fotos? –Pasa sus patas por el pelaje y la cola con rapidez.
–¿Tú no estabas durmiendo? –pregunto sonriendo.
–Allie, cuando se trata de este tipo de cosas con glamour… no hay sueño que valga –respondió con voz zalamera.
–Todos en posición –insiste Brenda y eleva su teléfono para la selfie. Chris carga a Pumba con la mano libre y las ardillas volaron hasta mis hombros–. ¡Digan Cheese!
–¡Cheese! –contestamos al unísono.
–Envíala por el chat, Brenda –dijimos las chicas. Hasta Eliza se sumó al grupo. Un carraspeo hizo que todos levantáramos la cabeza. Estábamos tan entretenidos con las mascotas y la fotografía que no notamos la presencia de Emma.
–Hablé con la directora Smith. Ella me dijo que esas… que las mascotas pueden quedarse. Las chicas vayan conmigo. Los varones pueden ir con Christopher Gray. –Le entrega varios juegos de llaves a mi chico en las manos.
–Nos vemos luego, pequeña. –Me atrae por la cintura y me da un beso largo y cálido que me supo a gloria. Se separó y me sonrió. Los hoyuelos que tanto amo aparecieron en su rostro al instante–. Espero que hayan traído ropa de gala. Aquí se celebra la noche de los nuevos ingresados por todo lo alto. Paso a buscarte para la cena. –Me dio un último beso en la nariz y se retiró con los chicos.
–Síganme, por favor –interviene Emma y comienza a caminar.
Al final del pasillo atravesamos una puerta y doblamos hacia la izquierda. Enormes ventanales desde el techo hasta llegar casi al suelo se extienden por todo el lado izquierdo. La luz solar alumbra el largo pasillo.
Las ventanas miden unos dos metros de largo y entre cada ventana hay una columna color marfil. A la derecha solo se ven puertas con numeraciones. Entre cada una de ellas, hay dos armaduras metálicas que datan del siglo XVI-XVII separadas por unos tres metros entre cada armadura. Una de ellas tiene la espada y la otra una lanza. Del techo penden largas arañas doradas. En la noche esto debe ser esplendoroso.
Al final del pasillo subimos las escaleras hasta la tercera y última planta. Me recuerda al colegio. Emma se detuvo en la primera puerta a la izquierda
–En cada habitación solo duermen dos chicas. Al ser un número impar, una de ustedes tiene que dormir sola. –Brenda se agarró a mi brazo y Talia se acercó a Lilith. Emma comprendió–. Muy bien. –Se acercó a Eliza y la miró frunciendo el ceño–. ¿Te conozco?
–Soy la prima de Violet –respondió la pelirroja y Emma sonrió. Vaya, la muchacha sabe sonreír.
Editado: 18.07.2022