–¿Es en serio, primo? Me pones en una situación embarazosa. Ni que fuera tan malo.
–Pero tampoco eres un ángel del cielo… Thiago. Apártate de mi novia. Te lo advierto –El aludido sonrió con sorna, levantó las manos en señal de rendición y se retiró por donde mismo vino.
–¿Qué fue eso? –pregunto en susurros
–Solo voy a pedirte un favor. No. Te acerques. A él.
–¿Puedes explicármelo o tengo que preguntar en otro lado? –Enarco una ceja.
–Solo puedo decirte que Thiago no es bueno.
–Eso mismo me dijeron de ti y no habías ni entrado al colegio –rebato y él resopla frustrado.
–Te explico más tarde. –Coloca su mano en mi mejilla y la acaricia con el pulgar–. ¿Confías en mí? –Asiento sin entender su pregunta–. Gracias.
–¿Todo bien? –interviene Javier.
–Sí –responde mi chico–. Pequeña, ¿quieres ir al invernadero?
–¿Hay un invernadero aquí? –pregunto, pero sabía que era para cambiar el tema de conversación. Algo raro se está cociendo aquí y no me gusta para nada el olor.
–Javier, ¿puedes llevarla?
–Pero creí que iría contigo –protesto y hago un puchero.
–Tengo que ocuparme algo. –Me da un casto beso en los labios–. Te quiero. –Asintió hacia Javier y se retira con paso lento y hombros tensos.
Javier y yo salimos del enorme salón y caminamos hacia el patio central. La noche es tranquila y el aire sopla con suavidad. La luna ilumina con suavidad las cuatro estatuas del jardín principal.
–¿Estás bien? –pregunta mi compañero.
–No. –Suspiro preocupada. Atravesamos una puerta debajo del ala de los chicos y con paso lento, caminamos por un largo pasillo. Las paredes son transparentes y agua artificial corre por ellas–. ¿Cómo sabes de este lugar?
–Estuvimos buscando a Brandon, el halcón de Lester, durante un par de horas, y lo encontramos en el invernadero. Bajarlo del roble no fue nada fácil –añade sonriendo y llegamos a unas puertas transparentes. Javier las abre hacia ambos lados y frente a mi tengo un invernadero inmenso.
En el centro hay un árbol inmenso. Abro los ojos al reconocer el enorme Fusion Giant. Mide al menos unos 113 metros de altura y casi cinco metros de diámetro. Es tan alto que el techo acristalado en forma de cúpula del invernadero llega al 85 por ciento del tamaño de semejante árbol. Alrededor de él hay varios sauces llorones y robles frondosos.
Flores de todos los tamaños y colores están esparcidas en el interior. Helechos, hidras e incluso plantas de hojas grandes de las que no tengo conocimiento. El camino frente a nosotros se divide en cinco y estos cinco en otros más de baldosas de un metro de ancho. La vida aquí late como nunca antes he sentido. Escuché el sonido de una sonrisa a mi lado.
–Cuando Chris nos mostró este lugar, pensó inmediatamente en ti.
–¿De verdad? –Comenzamos a caminar en un pequeño camino por la derecha.
–Dijo que pondrías esa misma cara cuando lo vieras. Por lo visto acertó.
–Este lugar es fantástico –añado mirando a mi alrededor. Encontramos un banco de mármol y descansamos unos segundos sumidos en un silencio neutral.
–¿Qué ocurre?
–Me siento extraña. Es todo.
–Todos nos sentimos así. Puedo asegurarlo.
–No me gusta verte triste –dijo una voz desde el suelo.
–¡Tony! –La ardilla me mira con sus enormes ojos grandes–. ¿Qué haces aquí? –Subió a mi pierna hasta mi regazo.
–Ginger y yo te vimos salir del colegio. Ella se quedó con Meeko y los demás. –Acaricia mi brazo con sus paticas–. No nos gusta verte triste, Allie.
–Pero si yo no estoy triste –contesto y sonrío.
–¿Sabes por qué nos llaman Varázsbarát? –pregunta él.
–Significa “Amigo Mágico” o eso es lo que explicó Karen hace unos meses
–Exacto. –Se alejó un poquito y unió sus patas en su pequeño pecho–. La clave está en la palabra “amigo”. Cuando un usuario toma posesión de un huevo, este forma un vínculo. Más que físico, es un vínculo espiritual. Nosotros somos capaces de percibir las alegrías y tristezas de nuestros dueños. Somos amigos, ¿no? ¿No viste la reacción de Meeko cuando se acercó a ti
–Ese pequeñajo pasó sus patas por el vestido de Allison y sonrió –explica Javier y frunce el ceño.
–Allison significa para mí y Ginger como nadie puede imaginar. Meeko solo pudo percibir los nervios que Allie reflejó así como el resto. Gin y yo, sabemos lo que de verdad ocurre debajo de esa piel. Así que no puedes engañarnos, compañera. Me voy antes que mi hermana me mate
–¿Ella no sabe que estás aquí? –preguntó y sonrío. Tony es muy ocurrente
–Si hubiera sabido que saldría de la habitación, te aseguro que sería ella la que estuviera aquí y no yo. –Le acaricio su cabeza y él cierra sus ojitos.
–Muchas gracias. –La ardilla bajó corriendo y salió por la puerta del invernadero.
–¿Quieres bailar? –pregunta Javier de momento.
–¿Ahora? Pero si hemos bailado la noche entera.
–¿Y qué? Nunca está de más. –Se levanta y me extiende su mano hacia mi–. Además, me debes un baile. –Frunzo el ceño confundida. Él negó con la cabeza–. En primer año no tuviste tu baile de inicio de curso.
En primer año fue cuando se reventó el espejo y terminé en enfermería por primera vez.
–Muy bien. –Tomo su mano y me levanto–. ¿Nos guiamos por la música del colegio o tienes algo más en mente? –Saca su teléfono y una canción conocida comenzó a salir por la bocina–. No me lo creo. Esa canción no es para un baile de bienvenida
–Esta canción es un clásico. No puedes negarlo.
Parecíamos dos locos unos segundos después con la melodía de “Sway” de Michael Bublé. Reímos durante un rato y salí del invernadero con mejor ánimo. Cuando caminamos por las estatuas nos encontramos con Brenda y Austin. Ambos paseaban, y al vernos a mí y a Javier suspiraron de alivio
–Allie, ¿dónde estaban? –pregunta Brenda viniendo hacia mí apresuradamente.
Editado: 18.07.2022