Chris…
Los gritos de Allison atraviesan las paredes de la enfermería. Esto no puede estar pasando nuevamente. No de nuevo. Todos están ansiosos y yo no encuentro que hacer. Estoy a punto de perder la cabeza.
Las chicas se habían librado de los auriculares pero fue en vano. La cara de terror de las ellas al escuchar los gritos de Allison retumban en nuestros oídos como si estuviéramos a su lado.
Austin retiene a Brenda contra a su pecho, y con cada alarido de dolor de Allison, abraza más fuerte a su chica. Talia se sobresalta en los brazos de Cameron al escuchar los gritos. Me siento como un perro enjaulado. Javier está recostado a la pared con la cabeza gacha y los brazos cruzados en el pecho.
El aire no llega a mis pulmones, siento que me asfixio, y la impotencia en mí aumentó cuando veo al mapache frente a la puerta tocándola con su pata.
–¡Maldito mapache! –Fui por él, pero alguien golpeó mi mentón.
–Como te acerques a Meeko, juro que rompo la promesa que le hice a Allison en nunca golpearte hasta el cansancio, Gray –dice Javier con los puntos cerrados y el mentón apretado.
Cuando casi me voy a golpes con él, Austin y Cameron me detienen agarrándome fuertemente por los brazos. Intento zafarme como puedo, pero su agarre es fuerte.
–Por su culpa Allison está ahí dentro sufriendo. –El grito de mi chica retumba en mis oídos nuevamente.
–¡Detente ahí, Gray! –interviene Tony molesto como nunca le había visto, y vuela hasta quedar frente a mí–. Allison lo hubiera hecho por cualquiera de nosotros. Ginger también está herida. Gracias a tu arranque de furia en contra de la bestia, a mi hermana se le quemó parte del pelaje… ¡y la mitad de la cola! –la ardilla espeta furioso. Las chicas ahogaron un grito y yo me paralizo–. Mi hermana está gravemente herida, y la única que puede curarle ¡está dentro de esas paredes! –Allison grita nuevamente y mi cuerpo tiembla.
«¿Qué he hecho?», pienso avergonzado.
–¿Me ves culpándote por eso? No. Esa cosa casi mata a Meeko en el jardín central y ella le lanzó una bola de hielo para que le dejara tranquilo. ¡Mira como está el mapache! –Dejo caer mi mirada en el animal cerca de la puerta y noto como seca una lágrima–. Él también está sufriendo, cabeza de chorlito con una sola neurona a media función. Necesito que todos se calme. ¡Todos! –Asiento y me dejo llevar por el peso de mi cuerpo.
Cameron y Austin me soltaron y yo termino de rodillas al suelo. Mi vista comienza a nublarse porque mi corazón ya no aguanta tanta presión. Un nuevo grito de Allison que llegó desde adentro hace que mi cuerpo se estremezca.
Algo húmedo rodó por mi rostro. Una lágrima. He sentido tristeza y desilusión, pero ese sentimiento de perder a alguien importante es tan indescriptible que me desgarra por dentro.
Reconozco que desde su entrada en mi vida, el viejo Christopher Gray desapareció completamente. Miles de sentimientos pasan por mi cabeza cuando en estos momentos, pero solo uno llena mi mente ahora: la desesperación, esa que es mala compañera en tiempos de angustia.
Algo peludo y mullido toca mi rostro. Mis ojos humedecidos por las lágrimas apenas pueden divisar claramente al mapache de Javier. Limpio mis lágrimas y veo que sus ojos negros también están cristalizados.
–Perdóname, compañero –murmuro con voz quebrada. Este abre sus patas hacia mí sacándome una amarga sonrisa. Bajo la cabeza y me abraza por el cuello–. Ella va a estar bien. Es una McKenzie. –Acaricio su lomo y su cola con lentitud intentando controlar los latidos acelerados de su corazón.
La puerta se abre finalmente. Tomo a Meeko entre mis brazos y me levanto del frío suelo.
–¿Cómo está? –pregunta Brenda con la voz quebrada.
–Descansando –contesta la doctora y deja escapar un largo suspiro de cansancio. El alma regresa a mi cuerpo y noto como Meeko se separa de mí intentando ver a través de la puerta–. No fue nada fácil. Menos mal que llegaron rápido. Un poco más tarde y la hubiéramos perdido. Va a estar en enfermería el fin de semana. Después podrá seguir con sus clases, pero sin hacer ninguna fuerza. Los colmillos de la serpiente se clavaron en lugares delicados y ella necesita recuperarse.
–¿Podemos verla? –añade Javier preocupado.
–Pregunta por un tal Meeko –dijo ella y yo sonrío.
–Es este –hablo señalando al Varázs en mis brazos.
–Imagino que el mapache no habla. –Niego con la cabeza–. Puede entrar usted y el mapache. Trate que no se mueva de lugar. Aún sigue un poco adolorida. –Ella se retira por el pasillo.
–Eres un mapache con suerte, compañero –habla Javier y acaricia la cabeza de Meeko–. Nosotros nos vamos. Cualquier noticia, nos avisas por los auriculares.
–Cuídala por nosotros –susurra Lilith y mis amigos se van.
–Estaremos al tanto. –Javier palmea mi hombro y se retira por el pasillo.
Yo me quedo en mitad del pasillo con un mapache que no me suelta y una ardilla que me odia.
–Entremos –dice Tony en tono mordaz. Abro la puerta y la ardilla entró corriendo.
Allison está tumbada en la camilla con la espalda abierta. En su piel blanca vemos cuatro agujeros. Cada uno de 1 cm de radio con el borde de color rojo. El dolor que recorrió mi cuerpo al verla en ese estado fue insoportable.
Tony sube hasta la camilla y camina con lentitud por toda la superficie. Acaricia el rostro de Allie haciendo que sus ojos verdes se abran.
–Hola –dice casi en susurros. Fue a moverse e hizo una mueca de dolor.
–Ni siquiera lo intentes –le ordeno colocando a Meeko en la silla más próxima–. ¿Cómo estás?
–Bien. ¿Meeko? –El animal la miró desde la silla con las paticas hacia arriba. Dejo escapar una sonrisa y lo acomodo al lado de la cabeza de Allison–. Hola, pequeño. ¿Estás bien? –pregunta con dulzura. El animal pasa su pata por la cara de ella–. Hace cosquillas. –Sonrió e hizo una mueca de dolor–. Me diste un buen susto, Meeko. Me alegro que estés bien. ¿Cómo está eso?
Editado: 18.07.2022