Subimos hasta la última planta. La habitación de Javier es la última del pasillo.
–¿Crees que exageré? –Brenda toca la puerta con los nudillos.
–No lo creo. Si lo hiciste es porque ese chico pijo se lo merecía. –La puerta se abre y Meeko me cae encima con tanto impulso que termino en el suelo.
–Hola, compañero. Yo también te extrañé. –Lo abrazo evitando que siga temblando de miedo. Javier me ayuda a levantarme del piso de mármol pero sin soltar al mapache–. ¿Qué le ocurre?
–Desde el sábado está un poco nervioso. Y cuando llegué de las clases de la mañana estaba justo como ahora –responde mirando al mapache en mis brazos.
–¿Qué pasa, Meeko? –Acaricio su cabeza y su lomo–. ¿Tienes miedo? –Asiente–. Yo estoy aquí. Nada va a pasarte.
La habitación de Javier y Tommy es como la nuestra pero en vez de tener ventanas detrás de las camas, el balcón está en el medio de las dos.
–No tengas miedo, compañero. Ya estoy aquí. –Beso su cabeza y poco a poco se fue tranquilizando. Al final, se quedó dormido en mis brazos.
–Me ha tenido como loco todo el fin de semana. A penas me ha dejado dormir –dice Tommy–. Po también ha estado un poco intranquilo. –Tomó a su oso panda y lo sube a la cama.
–Tommy, pensé que tu habitación era con Lester.
–Hicimos un pequeño cambio el fin de semana. No quiero que sepa lo que ocurre y Po es muy susceptible a tus cambios.
–Lo siento –digo mirando al mapache entre mis brazos–. ¿Dónde duerme?
–Conmigo –responde Javi señalando una de las camas. Fui a poner Meeko cerca de la almohada pero se despertó. Opté por sentarme y se quedó dormido nuevamente–. Creo que es la primera vez que duerme desde el ataque del sábado.
–El pobre –habla Brenda acariciando la cabeza del mapache–. Tommy, necesito un favor tuyo.
–Claro. –Se levanta de su cama y coloca a Po en el suelo–. Nos vemos luego, Javier.
No lo vi, pero sé que Brenda le hizo señales a Tommy para que nos dejara solos a mí y a Javier.
–¿Qué pasó en la mañana? –pregunta sin rodeos y suspiro.
–Fui al invernadero y me encontré con Thiago. Me molesté y le crucé la cara –relato por lo bajo para no despertar a Meeko. Escucho el sonido de la sonrisa de Javier.
–Así que fuiste tú. Me lo había imaginado.
–Javier, ¿puedo hacerte una pregunta?
–Claro. –Se sienta a mi lado–. ¿Qué ocurre?
–¿Existe la posibilidad que Chris me deje por otra ya que él y yo…?
–Dime que Thiago no te metió esas ideas en la cabeza. –El silencio fue suficiente para él–. McKenzie, el amor entre una pareja es más que besos, abrazos e intimidad. –Acuna mi rostro entre sus manos–. Es confianza, unidad, apoyo y respeto entre ambos.
–¿Qué pasa si Chris se está arrepintiendo de lo nuestro? En unos meses cumplimos un año y…
–Y nada –me interrumpe nuevamente–. Si el fin de Chris es ese, pues está muy equivocado. Me cuesta decirlo, pero no creo que sea una persona de esas. Es verdad que tiene muchas chicas detrás, carga con miles de defectos, pero solo tiene los ojos puestos en una. Tienes que confiar en eso. –Pasa sus pulgares por mi rostro con cuidado de no despertar al mapache.
–Gracias.
–Para eso están los amigos. En las duras y en las maduras. –Sus ojos verdes se tornan claros. Meeko se remueve y Javier se aleja–. Te tiene mucho aprecio. Tenías que haberlo visto el sábado cuando estabas en enfermería. Creo que hasta lloró y no se separó de la puerta en ningún momento. En la noche hizo guardia con el resto.
–¿Todos los Varázs estaban en la puerta? –Asiente, y posa sus ojos en su Varázs.
–Con excepción de Tony y Bella. Ellos se quedaron cuidando a Ginger.
–¡Qué tiernos! ¿Cómo lo supiste? –Él sonrió de soslayo.
–Yo también hice guardia hasta que Chris me relevó en la madrugada –responde y yo quise hablar pero me retracté. Pensé muy bien mis palabras siguientes:
–¿Por qué?
–Esa es la pregunta más tonta que me has hecho desde que nos conocemos, McKenzie. Eres mi amiga. Te lo dijimos el año pasado. Los amigos están en las duras y en las maduras. Talia y Cameron se quedarían en la mañana-tarde del domingo, y Austin con Brenda en la noche. Para nuestra alegría, saliste el domingo de la enfermería.
–No sabes cuánto le agradezco eso. –Con suavidad y lentitud, dejo a Meeko en la cama de Javier. Este se acurrucó y siguió durmiendo.
–Tienes que tener cuidado, Allison. Thiago no parece un chico de fiar. Las dos veces que se han enfrentado, el tiempo se ha vuelto extraño y él puede notarlo.
–Me busca las cosquillas, Javier.
–Contrólate. Ignóralo y ya está. Las malas personas te atacarán por donde más duele. En estos momentos, tu debilidad es Chris. Llevamos solo una semana y ya has tenido dos cambios de humor repentino y terminaste en la enfermería. Esto último es mi culpa por no mantener a Meeko a la raya. Si ves que se está poniendo tenso el momento, cierra los ojos y piensa en nosotros.
–Pero…
–Pero nada. Las McKenzie son fuertes, testarudas, pero también inteligentes y precavidas. Eso me lo demostraste desde el momento que atravesaste las puertas de nuestro colegio. Demuéstrame que no estoy equivocado. –Resoplo y dejo caer mis hombros en señal de derrota.
–Está bien… papá. –Él sonrió–. Eres peor que ellos, ¿sabes?
–No quieres conocer a mi madre. Ella pelea igual o más que yo.
–Todas son iguales. Oye, hablando de madres. ¿Cómo es la madre de Chris?
–Una respuesta difícil para una pregunta tan sencilla. –Frunzo el ceño confundida–. Tu suegra… es una persona muy complicada. Nadie le gusta, nada queda perfecto a no ser que lo haga ella misma. Si crees que le agradas por ser la novia de Chris, estás muy equivocada.
–Javi, me estás asustando.
–La única chica que logró conquistarla fue Talia, pero Janet Sprouse es la mejor amiga de Alexa Gray.
Editado: 18.07.2022