Abro las puertas blancas y enciendo el interruptor a la derecha. Las luces fueron encendiéndose una a una desde la puerta hasta el fondo. El local tiene todo tipo de equipos para hacer ejercicios. Al final, cerca de las ventana de cristal, veo lo que me interesa. La luz de la luna atraviesa por los ventanales e ilumina bastante bien la estancia, así que apago la luz y me dirijo hacia las caminadoras.
Dejo la botella de agua en la pizarra, la toalla en el brazo de la caminadora y al encenderla, mis músculos tensos por el momento amargo de la cena comienzan a relajarse. Unos minutos después comienzo a correr, y los pensamientos y recuerdos, golpean mi mente.
Mis padres, mi hermana Ellie en su colegio, cómo conocí a los amigos que se encuentran cenando en la planta baja. Parece mentira que yo haya tenido una historia corta con cada uno de ellos y llegaron a mi vida para quedarse.
Brenda chocó conmigo en primer año al llegar al colegio y terminamos rodando por el suelo en segundo. Tommy salió volando por los aires gracias a Javier el primer día. Talia era una molesta pelirroja con el novio más dulce del colegio. Austin, el chico bibliotecario, se volvió uno de mis grandes confidentes, y a todo esto, le sumo que soy usuario vida.
En la directora Carlisle está conviviendo el espíritu de Syryna, en Amelia se encuentra Raquel, la primer usuario vida del planeta. Luché contra muchos cold, y eliminé cerca de 10 con mis poderes. Me enamoré de un chico especial con una familia muy difícil. Tengo enemigos sin haberlos conocidos, y mi suegra me odia porque soy hija de Mía y Erick Adams. Todo eso… en solo un año y pocos meses. ¿Mi vida no puede ser normal? Parece que no.
–¡Para de una vez! –grita una voz a mi lado y apaga la caminadora.
–¿Qué estás haciendo? –El sudor baña mi cuerpo y mis piernas queman. ¿Cuánto tiempo llevo corriendo?
–A este paso vas a matarte –protesta Katie con voz atronadora–. ¿En qué estabas pensando? –Dejo escapar un largo suspiro.
–En todo y en nada. –Tomo la toalla, y seco el sudor de mi cara y el cuello–. ¿Qué haces aquí?
–Vine a traerte algo para que comieras. –Levanta una bolsa y el olor a dedos de pollo abrió al instante mi apetito–.Con todo el alboroto, no me percaté que no comes patos. –Sonríe–. Traje Coca Cola, pan de cebada y dedos de pollo, tus favoritos. Sé que es tu merienda nocturna
–¿Cómo supiste que estaba aquí?
–El señor Christopher entró a la cocina y me dijo personalmente que te trajera algo para picar. Que te encontraría en el gimnasio. Disculpa que no te haya avisado del adelanto de la cena. Me tuvieron tan ocupada que no pude poner un pie fuera de la cocina.
–Tranquila. –Me siento en el suelo con Katie a mi lado–. Mis amigas llegaron como vendaval justo a tiempo y me ayudaron. Dame acá. Estoy muerta de hambre. –Katie preparó unos bocadillos y gimo al probar el primer bocado–. ¡Qué bien se siente comer!
–Con todo el ejercicio que hiciste, dudo que los bocadillos llenen alguna esquina de esa cosa que tienes por estómago. –Ambas sonreímos. Katie sabe que soy una chica con estómago sin fondo–. Tengo que irme, Allison. Me necesitan en la cocina.
–Muchas gracias, Katie. –Ella asintió, se levantó y salió del gimnasio. Con el cuerpo satisfecho, esperé unos minutos y subo a la caminadora nuevamente
–Holaaaaaaaaaa –dijo una voz gritona desde la puerta–. Te hemos buscado por la casa entera. –Las ardillas se suben a la pantalla frente a mí.
–Hola, ustedes dos. ¿Dónde se habían metido? –Acaricio sus peludas cabezas rojizas.
–Logramos escaparnos de Meeko –explica Tony–. Ese mapache parece despistado, pero de eso no tiene ni un pelo. –Ginger mira la bolsa y la botella de Coca Cola vacía.
–¿Por qué no comiste con el resto? –pregunta ella.
–Sirvieron pato en la cena –contesto y ambos hicieron gesto de asco.
–¿Chris no dijo nada de eso? –pregunta Tony y se cruzó de patas–. Me extraña un poco.
–Al parecer, a mi amada suegra se le olvidó ese pequeño detalle –añado con ironía y ambas pusieron los ojos en blanco.
–Hola por aquí –grita otra voz–. No pude aguantar y vine para acá. La señora Alexa y Emma Norrington son demasiado estiradas para mi gusto –comenta cuando llega a mi lado. Se había cambiado y volvió a ser la chica de colegio con leggins y sudaderas–. Aunque el postre es pastel de chocolate. –Gimió–. Pero ya me encargaré de eso mañana con Katie.
–¿Qué haces aquí? –pregunto confundida. Ella debería aprovechar que Austin estaba en la mansión para pasar tiempo con él.
–No escuchaste nada de lo que dije hace unos minutos, ¿verdad? –dice con cierta ironía y enarca una ceja–. Eso era demasiado aburrido sin ti.
–¿Y el resto? –pregunta Ginger.
–Vienen de camino –contesta mientras enciende la caminadora a mi lado.
–¿Qué pasó con la cena? –pregunta Tony.
–Chris parecía un huraño sin Allie a su lado –contesta Austin acercándose a nosotros. Por su cara, la conversación de mi novio con su madre después de la cena no va a ser muy grata.
–Tenías que haberle visto la cara a Christopher –añade Javier divertido.
–Nos seas malo, Javi –habla Lilith–. El pobre casi no probó bocado.
–Estaba más concentrado en matar a su madre con la mirada que en el plato de la cena –añade Javier y Lilith le golpea por el hombro.
–Yo prefiero mil veces estar aquí, que en esa cena tan aburrida –agrega Tommy–. Hola, belleza –le dice con abrazando uno saco de boxeo.
–Talia, Cameron y Christopher se quedaron abajo por cortesía –explica Talia–. De solo pensarlo, se me eriza la piel.
–No me hagas reír, pelirroja –interviene mi chico y una sonrisa se posa en mis labios–. Si Allie está aquí, a mí no se me perdió nada en la planta baja. –Besa mi sien y me atrae por los hombros–. ¿Ya comiste? –Asiento y besa mi nariz–. Me alegro.
–Esto está muy callado –dijo una voz desde la puerta.
Editado: 18.07.2022