La mirada de todos los estudiantes quema mi nuca. A mí no me gusta llamar la atención, pero en este colegio he conseguido todo lo contrario. Es frustrante. Al menos, en nuestro colegio me miraban, pero como alguien valiente que ayudaba a quien lo necesita. En este momento, estoy quedando como la chica que arruinó la fiesta de una de las familias más poderosas y reconocidas.
En la tarde, el ambiente hostil del colegio no ha menguado. Al contrario. Los comentarios van en aumento y la imagen de los Gray va cada vez más en picada. Todo por una enana pelirroja metiche que relata los hechos a su conveniencia.
–Es realmente incómodo –digo cayendo de espaldas en la cama.
–Me dan ganas de desaparecer –añade Brenda–. Mi madre me ha estado llamando toda la mañana. Quería saber lo ocurrido en la fiesta.
–Mi madre se puso histérica –comenta Talia–. Tuve que colgarle o me iba a dejar sin oído por tantos gritos. Janet Sprouse puede ser un poco dramática y chillona de vez en cuando.
–Mi papá también está como loco –explica Lilith–. Tuve que silenciar el teléfono.
–Las noticias corren por el mundo de los usuarios Elements como la pólvora –hablo con voz queda–. Mi madre también ha estado llamando, y tengo la bandeja de mensajes llena gracias a papá.
–¿Ya puedo dejar calva a Eliza? –pregunta Ginger–- El año pasado funcionó bastante bien.
–¡Ginger! –le regaño.
–Tranquila, Allie. Todas sabíamos que la razón del “accidente” a Eliza el año pasado, habías sido tú por la noticia que publicó cuando tú y Chris comenzaron –explica Talia en tono aburrido.
–Si hubiera sido yo, el pelo iba a ser el menor de sus problemas –protesta Brenda colocando su brazo encima de sus ojos–. Se merecía algo peor.
–Ella no aprende. Yo creo que se está desquitando por lo ocurrido –razona Lilith y suspira–. Los rumores de los pasillos son muy abusivos e hirientes.
–Lo de Eliza tuvo solución, pero expandir rumores sin base, no tiene perdón –insiste Tony en tono molesto–. No sé cuál de ellas es peor. Alexa por gritona, Celine por llorona, Emma por descarada o Eliza por mentirosa.
La puerta se abre y a la habitación entran Meeko y Pumba seguidos de Chris y Javier. Me siento en el borde de la cama y el mapache sube a mi regazo.
–Hola, compañero. –Acaricio su cabeza y cierra los ojos–. ¿Me extrañaste? –Asiente sin mirarme–. Yo también te extrañé a pesar que estuvimos a pocos metros el fin de semana.
–¿Cómo estás? –pregunta Chris y besa mi cabeza.
–Todo lo mejor que puedo estar –contesto.
Mientras acaricio al mapache, elevo mi rostro a él. Sus ojos estaban enrojecidos y eso hace que las alarmas en mi cabeza se enciendan. Dejo a Meeko encima de mi cama y salgo con Chris al balcón.
–¿Qué ocurre? –pregunto mientras acaricio su mejilla.
–No me gusta como se ha vuelto el ambiente en el colegio –contesta con voz queda–. Y cuando tú sales herida, me siento impotente porque no puedo hacer nada para resolver este asunto.
–Son tu familia, Chris. Es normal que te sientas de esa forma.
–Pero tú eres mi novia.
–¿Qué pasaría si te dieran a elegir entre ellos y yo?
–Esperemos que eso nunca pase. –Me abraza y me dejo llevar por la calidez de su abrazo y en el olor tranquilizante que emana de su cuerpo–. ¿Tienes hambre?
–Mi estómago se cerró, y apenas he probado bocado.
–Que te debilites no es una opción. ¿Qué quieres hacer?
–Ver a mi familia. –Solo asintió a mi respuesta.
Agarra mi muñeca y entramos nuevamente a la habitación.
–Javier, necesito que me cubras en la tarde. Habla con Teo. –León asintió sin preguntar.
–¿A dónde vamos? –pregunto confundida.
–A ver a tu familia –contesta–. Chicas…
–Eso no tienes que decirlo, Chris. Nosotras la cubrimos –le interrumpe Brenda–. Nos vemos después.
–Saluda a Ellie de mi parte –dice Javier y asiento.
Chris saca de su bolsillo delantero la “llave mundial”. Así la bauticé
–Vamos.
Chris da dos vueltas al cerrojo y al otro lado está mi habitación. Las ardillas y Pumba fueron los últimos en atravesar la puerta. Meeko me mira desde el otro lado y me saluda con la pata.
–Regreso en un rato –gesticulo y le guiño un ojo haciendo que sonría.
–Ya estamos en casa –murmura Chris y cierra la puerta.
Al abrirla nuevamente, salimos al pasillo de la segunda planta, y el olor de Hot Cakes llegó a mi nariz. Mi estómago no demoró en gruñir.
–Como se nota que no estamos en Inglaterra –habla Tony con ironía.
–¡Gingerrrr! –grita Ellie al salir de su habitación.
–¡Aaaaaaaaaah! –chilla la aludida aterrada y entra a mi habitación lo más rápido que puede.
–Fantástico. Un pie dentro de la casa y solo gritan el nombre de mi hermana. ¿Acaso nadie me quiere? –pregunta Tony ofendido.
–¡Tony! ¡Allieeee! –Mi hermana sube los últimos escalones de dos en dos y rodea mi cintura. Una lágrima corre por mi rostro cuando le abrazo–. ¿Qué haces aquí?
–Te extrañaba mucho, pequeñaja.
–¡Mamá! ¡Papá! ¡Allie está aquí! –grita emocionada.
Los tres caminamos hacia la escalera y a sus pies están mis padres asombrados. No creo que me esperaran en casa. Chris entrelaza su mano dándome fuerza y bajamos los escalones con lentitud.
–Hola –digo con voz quebrada en el último escalón.
–Cariño –murmura mamá en tono amoroso.
Chris se aparta un poco y los brazos de ella me rodearon. Un nudo se forma en mi garganta y mi vista comienza a nublarse.
–Estás en casa –dice papá y nos rodea a ambas.
–Ellie, es mejor que subamos. Allie necesita hablar con papá y mamá –interviene Chris y mi hermana asiente–. Por cierto. Javier te manda saludos. Nos vemos luego, pequeña. –Besa mi cabeza y regresa por las escaleras con mi pequeña hermana.
–Vamos al sofá, cariño. Steve, trae chocolate caliente, por favor.
Editado: 18.07.2022