Con lentitud y pereza abro los ojos. La claridad de la luna se adentra por la ventana de mi habitación mientras las estrellan tintinean a su alrededor. Frunzo el ceño confundida. ¿Mi habitación? ¿Cómo llegué aquí?
Bajo mi cabeza escucho el palpitar de un corazón. Sin moverme mucho elevo mi mirada hacia Chris. Me deleito unos minutos observando sus rasgos definidos y dejando que el olor que emana de él me reconforte dejando kilómetros atrás el horrible recuerdo del fin de semana.
Sonrío cuando arruga su nariz y me atrae a su pecho como si no quisiera que me alejara. Entrelazo mis piernas con las suyas y me acomodo entre sus brazos. Me relajo al ver que mi dolor de cabeza ha mitigado. Me siento tan a gusto junto a él que no quiero salir de este pequeño espacio que es la cama de mi habitación en mi casa. En mi hogar.
–No pienses tanto y descansa –murmura en tono dormilón sin abrir los ojos
–¿Te desperté?
Niega con la cabeza. Sus brazos me aprisionan a su cálido cuerpo y me dejo guiar.
–Te quedaste dormida con tu papá y no quisimos despertarte. –Sonrío y abre los ojos fijándolos en mí–. ¿Ya te sientes mejor?
–Mi familia y tú están en el mismo lugar. No hay mejor remedio que ese.
–Tu teléfono no paró de sonar. Tuve que hacer FaceTime con los chicos para que se quedaran tranquilos. El tiempo en Londres se volvió loco. No había parado de llover. Estaban muy preocupados. Pequeña, quiero pedirte perdón en nombre de mi familia.
Evito por todos los medios que un gruñido brote e mi boca.
–No, Chris, por favor. Deja ese tema para cuando regresemos al colegio
–Está bien. –Deja escapar un largo suspiro y besa mi cabeza–. ¿Hablaste con tus padres?- asentí- Me alegro. Casi pierdo la cabeza cuando te vi en ese estado en el colegio.
–¿Cómo lo pasaste con Ellie? –pregunto para cambiar de ese tema tan problemático
–Es muy inteligente. Ella tenía ese juego ganado desde el principio. Es muy buena en la Xbox. Estuvo hablando con Javier casi una hora. Te juro que no sé de qué hablan esos dos tanto tiempo.
–Te sorprenderías –contesto sonriendo–. Desde que Javier puso un pie en mi casa, hizo buenas migas con ella y se llevan muy bien. En las vacaciones, ellos se quedan charlando al menos una hora en el jardín cada vez que Javi viene a casa, y por teléfono, ni te lo imaginas.
–León es un chico agradable y muy buena influencia para tu hermana. Si él logra quedarse en el colegio, te aseguro que le ayuda y ambos son de la misma especialidad
–¿Tenemos que regresar al colegio hoy?
–Hablé con Karen mientras dormías. Dijo que estás exenta de las clases el tiempo que quisieras. Ella vio las cosas en primer plano y sabe la verdad de los acontecimientos. Entiende perfectamente si quieres pasarte unos días en casa .
–Eso sería genial, pero hay un problema. No me gusta huir, Chris. Es verdad que todo esto me dejó un poco desorientada. En 17 años de vida, nunca había vivido este tipo de situación, así que me tomó con la guardia baja.
–¿Regresamos mañana entonces? –Asiento con lentitud y tocan a la puerta.
Unos ojos verdes me miran desde la puerta abierta.
–¿Puedo pasar? –pregunta con timidez.
–Claro, cariño.
Chris y yo nos sentamos en la cama, y Ellie se acercó a nosotros. Palmeé el espacio vacío entre los dos y ella se coló. Mi chico la acercó hacia él y yo tomo sus manos pequeñas entre las mías.
–¿Qué ocurre?
–No me gusta verte triste –murmura cabizbaja.
–A tu hermana se le quitó la tristeza. ¿Verdad, pequeña? –añade Chris y elevo el mentón de mi pequeña hermana para que vea mi afirmación.
–Contigo, Chris, y con papá y mamá, toda la tristeza que sentía se esfumó. Estar entre ustedes me ayuda mucho. –Acaricio su rostro delicado y ella suspira derrotada, pero al menos su mirada cambió de tristeza a complacida.
–Mamá está haciendo macarrones. –La boca se me hizo agua de solo escucharlo–. Después queremos ver una peli
–Eso sería fantástico –interviene Chris–. ¿Estoy invitado a esa fiesta?
–Claro que sí, Chris –añade Ellie–. Tú siempre eres bienvenido, con la condición que juguemos nuevamente.
–Eso es hacer trampa, pequeñaja. Tú lo has jugado tantas veces que te lo sabes de memoria –protesta mi chico aparentando molestia.
Comienza a hacerle cosquillas a Ellie y la sonrisa de mi hermana me contaga. Me uno al ataque de Chris, y en el camino hasta yo terminé siendo atacada por ellos. sonreí tanto que las mejillas me dolían al igual que el estómago.
–Me encanta cuando sonríes de esa manera –habla mi madre desde la puerta. Papá está detrás de ella recostado al marco de la puerta–. La cena está lista.
–Gracias, mamá. Bajamos en un momento –digo yo.
–No demoren –insiste papá, y mamá me lanza un beso antes de retirarse.
–Me doy un baño y cenamos. ¿Te parece bien? –pregunto hacia mi pequeña hermana. Ella asiente y sale de mi habitación, no sin antes darnos un beso a cada uno–. Adoro a mi familia.
–Y yo te adoro a ti. –Chris me da un sonoro beso en la mejilla–. Si tengo que traerte todos los días a tu casa para verte sonreír, Karen no verá la llave nunca más.
–Gracias, Chris.
–Para eso estoy. Ve a darte un baño. Hueles a mono viejo.
Tomo un almohadón y se lo lanzo a la cara. Deja escapar una sonora carcajada y me atrae con fuerza a su pecho.
–¿No se supone que huelo a mono viejo? –pregunto con burla.
–Sí, pero eres el mono viejo más tierno que he visto.
–No sé si tomarme eso como un cumplido o un insulto de tu parte. –Mi protesta se ve opacada por su carcajada.
–Piensa lo que quieras. Eso no va a dejar que te quiera menos
–Eres un romántico, ¿sabías? –Acaricia mi rostro con suavidad y cierro los ojos por el suave tacto.
–Esa es tu culpa. La vena romántica comenzó a fluir gracias a ti, pequeña. Te quiero mucho. Nunca lo olvides
Editado: 18.07.2022