Ha pasado casi un mes desde último ataque y aún no tenemos nada. Esto me está poniendo muy ansiosa. Siento como si estuviera perdiendo el tiempo, y para colmo tengo el cumpleaños de Chris encima. Ya va a cumplir 18 y Austin aún no localiza ni a los unicornios o una magia semejante a una lágrima de ellos. Por más que cambie los pedidos en la cafetería, mis dolores de cabeza siguen latentes y muchas veces no llego al final del día ya que me debilito con facilidad. Es frustrante y agotador.
–¿Te sientes bien?
–No –responde Ginger bostezando y estirando sus patas hacia arriba–. Lo que sea que te esté pasando a ti, nos está afectando a Tony y a mí.
Me preocupan los Varázs. Ya no salen de la habitación como antes y duermen casi todo el tiempo.
–Lo siento mucho.
–Tranquila, Allie. Seguramente es la sobrecarga de trabajo –comenta Tony casi en susurros.
–McKenzie, encontré el lugar que me pediste. Voy a ir en la tarde después del colegio. ¿Te apuntas? –Asiento hacia Javi–. No tienes buena cara. ¿Está todo bien?
–Últimamente estoy un poco más cansada de lo normal –contesto y sonrío para quitarle hierro al asunto.
–Paso a buscarte a las 5. –Javier me mira unos segundos y se retira de la habitación.
–¿A dónde vas? –pregunta Tony.
–Necesito buscar el regalo para el cumpleaños de Chris. Al parecer Javier encontró el lugar para hacer el pedido.
–¿Quieres que vayamos contigo? –pregunta Ginger dando vueltas en una parte de la cama como si acomodara el lugar para dormir.
–Voy a estar bien. Ustedes necesitan… descansar –no había dicho la última palabra y ambos habían cerrados sus ojos.
Acaricio la cabeza y el lomo de mis Varázs hasta que escucho su lenta respiración denotando que ya están profundamente dormidos. Doy un largo suspiro ya que estoy tan cansada como ellos y la cama me incita a descansar, pero no dejo que eso detenga mis planes.
Dejo que el agua me quite un poco de cansancio y un rato después me encuentro mejor. Lo bueno de ser un usuario vida es que puedo utilizar la magia de agua para regenerar mis fuerzas, pero esto no durará mucho. El cansancio es demasiado.
A las 4:30 de la tarde estoy lista para salir con Javier. Ginger y Tony siguen dormitando. Este último ahora con las patas hacia arriba. La puerta se abre cuando estoy colocándome las botas y entra Chris con Pumba y Meeko.
–¿A dónde vas? –Sonrío cuando mi chico besa mi frente.
–Necesito salir con Javier. –Frunce el ceño–. No puedes ir. Voy en busca de tu regalo de cumpleaños.
Sus labios se ampliaron en una sonrisa como si fuera un niño de 5 años cuando le das un dulce. Los hoyuelos que tanto me gustan surgen en sus mejillas. Por el rabillo del ojo veo como Meeko se sube a mi cama y se acomoda alrededor de Ginger.
–¿Cómo siguen?
–Cada día que pasa se sienten más cansados. Extraño las peleas de Tony y las ironías de Ginger. Estoy preocupada por ellos. ¿El resto de los Varázs están bien? –Él asiente y Pumba toca mi rodilla con la cabeza. Me agacho y acaricio su cabeza–. ¿Crees que puedas quedarte con ellos hasta que yo regrese?
Pumba asiente a mi pregunta y al mirar a Chris, este hace un sonido de afirmación. Al levantarme, mi vista se nubló y mis piernas flaquearon. Unos brazos me rodearon y mi cuerpo chocó contra un fuerte pecho. El olor que proviene de mi novio hace que recupere un poco la lucidez. La debilidad en mi cuerpo comienza a desaparecer y mis visión se aclara unos segundos después.
–Gracias, Chris.
–Estoy preocupado por ti, pequeña. No es normal que esto te pase. La vez pasada fue…
–Isaac ya se está encargando de eso. Le dejé una muestra de mi sangre para que le hiciera los análisis necesarios. Verás que todo estará bien.
–Cuídense mucho –murmura cerca de mi cabello y me separo.
–¿Qué pasa? Sabes que Javier nunca dejaría que nada me pasara y siempre nos cuidamos las espaldas.
–Lo sé y esa es la única razón por la cual dejo que vayas con él. Javier es mi mejor amigo y te cuidaría como si fueras su propia novia.
–Chris tengo que contarte algo. –Frunce el ceño–. Es relacionado con Thiago.
Da dos pasos hacia atrás, pero sentí que se alejó dos kilómetros. El vacío que se abrió entre nosotros por un simple nombre hace que mi corazón se angustie. Ese nombre es la causa de varias discusiones en este último mes. Toda nuestra felicidad se ve golpeada y herida por la mención de Thiago da Silva. No soy de hurgar en el pasado de nadie, pero siempre he creído que para seguir adelante, el pasado se queda en el pasado.
Sus ojos negros se tornan fríos y sus facciones se endurecen. Christopher Gray tiene un gran defecto: cuando algo no se hace, dice o piensa como él, el fuego de su elemento se convierte en la frialdad de hielo formada por agua. Nuestras discusiones solo fueron juego de niños hasta que llegamos a Mary Weathers.
–Allison…
–Pero si no me dejas hablar, no sabrás de lo que quiero hablarte.
–¿Por qué insistes tanto en ese tema?
–Porque nunca me cuentas la historia completa y él me dijo otra versión –protesto casi molesta pero él sigue renuente a mi petición.
–Basta, Allison.
–Pero… –nuestra conversación se interrumpe cuando Javier entra a la habitación.
La mirada esmeralda de León oscila entre ambos. Frunce el ceño al sentir la tensión en el ambiente.
–¿Vengo en otro momento? –pregunta dubitativo.
Giro mi cabeza hacia Chris pero este rehúye mi mirada. Resoplo frustrada y tomo mi cazadora. Doy un largo suspiro y cierro los ojos por el latigazo en mi sien. El dolor de cabeza se abre de nuevo y gruño. Me acerco a Chris pero este aún no me mira. Aprieto los labios y pienso las palabras antes de decir:
–Hablamos cuando regrese. Espero que al menos quieras escuchar lo que quiero decirte. –Asiente sin mirarme y salgo de la habitación con pesar.
Editado: 18.07.2022