El Quinto Elemento (elements 3)

Capítulo 2 “Invernadero”

Abro los pesados párpados antes de tiempo. Miro por el balcón y veo que todo está oscuro. Aún no ha salido el sol. A mi izquierda, Brenda sigue durmiendo al igual que las ardillas. Ginger está acurrucada encima de su cola y Tony con las patas hacia arriba. La de atrás se mueve como si estuviera corriendo.

Con mucha lentitud y delicadeza me levanto de la cama para no despertarlos. Me doy un largo baño con la intención de usar magia de agua para regenerar mis fuerzas ya que anoche apenas pude conciliar el sueño.

A la hora del desayuno, me siento peor. Las miradas de todos oscilaban entre dolor, burla y escepticismo, y el artículo de la mañana solo empeoró mi ánimo.

—Eliza es idiota —protesta Lilith golpeando la mesa con el periódico—. ¿Cómo se le ocurre escribir semejante estupidez?

Talia toma el periódico y lo hace cenizas en sus manos.

—Esto tiene que parar —opina Brenda molesta.

–—¿Me puedes explicar cómo rayos vamos a obviar a la parejita feliz? —habla nuestra pelirroja con cierto nivel de ironía señalando con el mentón a la puerta y miro por encima de mi hombro. Error garrafal.

En ese momento entra un Chris sonriente con Emma colgada de su brazo. Sus ojos negros conectaron con los míos por un instante, pero Emma desvió su mirada al tomar su mentón y le besa. Cierro los ojos con fuerza y me giro hacia mis amigas.

Talia fulmina a Chris con la mirada, Brenda tiene el mentón apretado y los puños cerrados encima de la mesa y Lilith solo niega con la cabeza. Me levanto de la silla casi sin fuerzas y voy hacia la puerta con paso lento. Cuando paso por su lado, el olor tan familiar logra que las lágrimas se acumulen en mis ojos y rozo mi mano con la suya. Su mirada choca con la mía y por un instante se volvió cálida como los del chico que me enamoré.

—¿Chris? —Emma le llama y le toca el rostro rompiendo el contacto que teníamos.

Salgo de allí con paso veloz hacia el patio central. No puedo aguantarlo más. Un brazo me agarra a mitad de camino y choco contra un pecho fuerte.

—Llora —insta Javier—. Llora todo lo que quieras. —Me refugio en sus brazos y las lágrimas corren por mi rostro sin poder controlarlas—. Salgamos de aquí.

Javi me guía en el camino y yo no me separo de él hasta llegar a una habitación. Odio llorar.

­—¿Qué pasó? ¿Por qué está llorando? —pregunta Meeko preocupado.

—Estoy bien, compañero —digo sorbiendo la nariz y sentándome en la cama de Javi.

No mientas, Allison —protesta Po, el oso panda de Tommy—. Podemos sentir tu angustia. —Ambos Varázs se acercan y extienden sus pequeños y peludos brazos a mí.

–Lo siento mucho —me disculpo acariciando sus cabezas y sorbiendo mi nariz una vez más.

—Toma. —Javier me entregó una botella de agua y no dejé nada en su interior—. No tienes que ir a clases hoy.

—No –hablo rápidamente—. No puedo ni pienso permitir que este tipo de cosas interrumpan el colegio. Necesito pasar esta crisis, Javier. Encerrarme en estas cuatro paredes no va a resolver nada, solo va a empeorar mi estado de ánimo.

—A las 3 de la tarde necesito que te encuentres conmigo en el invernadero.

—¿Para qué?

—Solo ve.

Una vez calmada y bajada la hinchazón de mis ojos de tanto llorar, salimos de su habitación y nos dirigimos al turno de clases.

—¿Estás bien? —pregunta Brenda acariciando mi brazo.

—Ya lo estaré —respondo no muy segura. «Tengo que hablar con Chris. Todo esto está mal», pienso apesadumbrada.

Las clases pasaron, pero mi mente está en otro lado… o en otra persona. Mi estómago está completamente cerrado ya que a penas probé bocado.. No puedo pensar en otra cosa. Ver sus labios en los de Emma me revuelve el estómago.

Como le prometí a Javier, a las 3 de la tarde estoy en el invernadero.

—Javier, no tengo tiempo para… ¿Allison? —pregunta Chris frunciendo el ceño. Yo me paralizo en el lugar—. ¿Qué estás haciendo aquí?

Nado en sus ojos negros como si fuera el mar a la media noche dejándome embelesar por ellos buscando un resquicio de calidez.

—Javier… me citó aquí —explico tartamudeando. Asiente y camina hacia la entrada—. Chris —Le agarro por el brazo y me mira por encima de su hombro–, ¿por qué haces esto?

—Me di cuenta que amo a Emma, Allison.

Cada una de esas palabras se clava en mi pecho dolorosamente con fuerza y suelto su brazo como si quemara.

—¿Por qué nunca me lo dijiste? ¿Eres tan infeliz conmigo?

—Allison, ¿de verdad? Viene en mi sangre.

—No, no, no, no. Tú no eres así —insisto negando con la cabeza—. ¿Lo que tuvimos no significó nada para ti? —Toqué su rostro anhelando encontrar respuestas y su mirada gélida comienza a tornarse cálida—. Por favor, Chris. Esto no tiene sentido.

Sus ojos me miran confundidos y los achica un poco como si quisiera ver en mi interior. Me acerco, y con temor le beso. Al principio se queda paralizado, pero me agarra por la cintura y me atrae hacia él. Mi estómago revoloteó de felicidad. Este era le Chris que conozco y del que enamoré. Me separo esperando algo de él y sonríe. De esa forma aparecieron esos hoyuelos que tanto me gustaba cuando sonreía de verdad.

Fue a decir algo, pero de momento me alejó como si mi toque quemara. Su mirada se volvió gélida haciendo relucir a alguien esquivo y extraño frente a mí.

—¿Qué estás haciendo?

—Soy yo, Chris. ¿Cómo puedes ser tan idiota y no recordar todo lo que hemos vivido?

—¿Qué es lo que hemos vivido, Allison? Házmelo recordar, porque en estos momentos recuerdo que fuiste mi novia y nada más.

—¿Nada más? ¿Cómo puedes decir eso? No me lo puedo creer. ¿La Torre de Fuego no significó nada? ¿Qué me dices del solsticio de invierno o… o los viajes por el mundo? ¿Tampoco significó nada para ti?

–¿Y eso qué?

—Oh. Por. Dios. ¿Qué pasa contigo, Christopher?




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