El Quinto Elemento (elements 3)

Capítulo 4 “Leones y cerberos”

Allison (en la tarde)

Mi misión comienza en solo dos horas. No estoy nerviosa. No estoy nerviosa. ¿A quién le estoy mintiendo? Me estoy muriendo de miedo. No sé a lo que me enfrentaré y para colmo, Dorian no tiene ni pajolera idea de cómo es el lugar. ¿Y por qué? Porque sigue con la idea que decline, pero eso no va a pasar.

 Lo gracioso del caso es que no sabemos con seguridad si aparecerá. Son conjeturas y cálculos que hizo Karen. Aún no sé cómo ella puede saber tanto cuando ni siquiera Dorian fue capaz de rastrear esa isla tan rápido.

Me siento frustrada y el cielo es testigo del miedo que me carcome por dentro. Lanzar tornados de fuego se volvió mi rutina para soltar el peso que mi cuerpo acumula diariamente.

Según el profesor de Defensa, mi habilidad está muy por encima de la media al ser usuario vida, y por lo tanto, el nivel de complejidad para atacar o defenderme es mucho mayor. Necesito de más precisión o puedo matar a alguien utilizando una navaja de hielo.

—Si cierras un poco más la mano, podrás controlarlo mejor. —El tornado de fuego desaparece frente a mí por la voz entrometida

—Christopher Gray —Coloco las manos en forma de jarras en mi cintura al girarme hacia él para disimular los nervios al tenerlo tan cerca—, ¿qué se le ofrece?

—¿Siempre eres tan borde?

—Solo con las personas necesarias —contesto enarcando una atrapo un gemido en mi garganta. A mi mente viene el día en que me hizo la misma pregunta.

—¿Quieres que te ayude?

—Vaya con su novia. Seguramente ella necesita más ayuda que yo para hacerse la manicura. —Le doy la espalda y formo una tabla de fuego bajo mis pies—. Espero no vernos nuevamente, señor Gray.

Elevo la tabla y me dirijo hacia mi habitación lo más rápido que puedo con el alma comprimida y haciendo tripas mi corazón roto.

—¿Qué ocurre? —pregunta Ginger a penas toco el suelo del balcón al saltar de la tabla. Esta desaparece cuando cierro la mano completamente.

—Christopher es lo que pasa —protesto con los dientes apretados y me siento en el borde de la cama—. ¿Por qué insiste en atormentarme? ¿No tiene una novia que atender?

—Puedes molestarte todo lo que quieras. Puedes gritarle lo mucho que le odias —comenta Tony y se sube a mis muslos—, pero ese corazón sigue sufriendo por él con solo escuchar su nombre.

Las lágrimas pugnan por salir y doy una larga bocanada de aire para controlar mis temblores.

—Por más que lo intento —Un nudo se me forma en la garganta y masajeo mi pecho por la opresión en él—, tenerlo cerca, saber que camina en los mismos pasillos que yo… me duele, Tony.

—Lo sabemos —opina Ginger y toca una de mis manos con sus dos patas—. Lo podemos sentir. Nosotros, y el resto de los Varázs.

—No puedo aguantar, Ginger. No puedo. —Las lágrimas corren por mi rostro sin parar. No pude aguantarlas—. Tenerlo tan cerca me rompe el corazón. Siento que no avanzo y… y… —Unos brazos cálidos me rodean, pero no los que yo anhelo—. No puedo, Javi. No puedo.

—Tranquila, Allie. —Acaricia mi espalda con lentitud—. Verás que el dolor pasará.

—¿Cuándo, Javier? ¿Cuándo parará de sangrar mi corazón? —Mi pecho se aprieta con cada minuto que pasa—. ¿Cuándo dejará de doler?

—La única persona que puede responder eso eres tú —recalca Ginger mientras tomo largas bocanadas de aire porque los sollozos retumban con demasiada fuerza en mi pecho.

—Concéntrate, Allison. —Javier se coloca frente a mí y toma mi rostro entre sus manos. A través de mi vista nublada intento enfocarme en su mirada verde— Chris va a casarse. Métete eso en la cabeza.

Rechino los dientes y le empujo con fuerza por el pecho.

—¿Cómo puedes ser tan cruel? —protesto con voz queda y él cierra los ojos.

—Discúlpame. No estoy pensando con claridad. —Me abraza una vez más y me dejo llevar—. No soporto verte llorar. Mucho menos por Christopher.

—¿Cómo lo supiste?

—Meeko estaba muy nervioso. Cuando abrí la puerta, salió corriendo hacia tu habitación. —Algo toca una de mis manos. Meeko me observa con sus ojitos negros saltones.

No llores, Allison —habla mentalmente el mapache—. No me gusta verte triste.

—Siempre tan lindo —murmuro acariciando su peluda cabeza y cierra los ojos.

—Me gusta verte sonreír —añade Ginger, mientras León seca el camino de lágrimas de mi rostro.

—Gracias por preocuparse por mí.

Para eso son los amigos —habla el mapache y toma mi mano con ambas patas.

—¿Cómo estás? —insiste Tony.

—Tengo que ser fuerte, pero esta situación me está sobrepasando —respondo con voz queda y Javier añade:

—Allie, aprende algo. Ser fuerte no es sinónimo de no derrumbarse. Eres un ser humano que siente y padece.

—Gracias, León. —Miro las manecillas de mi reloj y me levanto con urgencia haciendo que mis Varázs aterricen en el suelo entre protestas—. Tengo que irme

—¿A dónde vas?  —preguntan todos al unísono.

—¿Vas a perderte las clases de nuevo? —inquiere Javier de forma reprobatoria y enarca una ceja.

—Ya hablé con Karen y todo está bien. Necesito salir del colegio, León. Saber que Chris está por aquí, me aflige y necesito tomar aire fresco. Regreso antes del lunes.

—¿Vas a estar fuera todo el fin de semana? —pregunta Tony y sube junto a su hermana a mi cama.

—Esa idea no me gusta —añade Ginger—. Vamos contigo.

—No pueden ir. Voy a estar bien. —Beso sus cabezas peludas y Javier se levanta de la cama negando con la cabeza—. Voy a estar bien, compañero.

—Más te vale, McKenzie. Más te vale. —Sonreímos y me dejo envolver una vez más en su cálido abrazo.

Una hora después me encuentro en una de las costas de España. Entre Austin e Isaac lograron reprogramar el reloj. Con solo tocar la pantalla, regresaría a Mary Weathers.




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