Llegó la noche en Kaliza y toda la ciudad está de fiesta. La armoniosa melodía y las risas de los invitados llegan hasta mi habitación. Se siente el ambiente agradable y divertido tanto de sus habitantes como de la naturaleza que rodea la ciudad en armonía.
Me miro en el espejo una última vez. La parte delantera tiene dos alas doradas que me cubre el pecho en corte de princesa. Encima tiene una fina tela transparente la cual tienes varias estrellas negras, pero esta llega hasta los hombros.
La falda tiene una abertura desde la mitad del muslo derecho, dejando a la vista mi marca de nacimiento. La espalda está completamente expuesta y el tatuaje del fénix será visto desde cualquier ángulo.
—Adelante —contesto luego de escuchar dos toques en la puerta. Abro la caja y me coloco los pendientes—. Eliza, creo que… —dejo las palabras en el aire el ver en el espejo el reflejo de la persona recostada al marco de la puerta.
Kane Brown tiene un traje de dos piezas y una corbata negra. Sus ojos verdes están fijos en mí y para mi curiosidad, me siento… asaltada por su mirada. Me giro hacia él, cruzo mis brazos en el pecho y enarco una ceja.
—Le gusta lo que ve, ¿señor Brown?
—Me ahorro mejor los comentarios, señorita McKenzie.
—¿Siempre es tan directo?
—Con lo que me gusta, sí. —Ajusta con maestría los gemelos en sus muñecas y camina hacia mí con elegancia—. Estás hermosa.
Toma una de mis manos y besa el dorso. Parpadeo asombrada de tanta caballerosidad por su parte.
—Perdone mi descortesía en la mañana. No es normal que…
—Olvídelo, señor Brown. Mejor disfrutemos de la fiesta. —Entrelazo mi brazo con el suyo—. Después hablamos.
Bajamos a la planta baja. El salón vacío de la tarde está completamente adornado y lleno de luz. Muchas personas bailan, ríen y beben champán.
—La señorita Allison McKenzie. —Un foco de luz cegadora ilumina mi rostro al anunciar mi nombre.
—Es hora —murmura Kane en mi oído y bajamos con lentitud, a menos que quiera romperme el cuello con los zapatos de catorce centímetros que Katie me prestó.
Al pie de la escalera está mi mejor amiga junto a Eliza y John, el padre de Kane.
—Me encanta tu vestido, Allison. Es hora del baile y la invitada debe de abrirlo.
—Espera. ¿Qué? —Kane casi suelta una carcajada—. Dime que estás bromeando. —Los tres negaron con la cabeza y trago en seco.
Este es el momento perfecto para que la tierra me trague y me escupa en otro lado. Unos acordes conocidos llegaron a mis oídos y el corazón se me contrae. Aprieto los labios con fuerza para no quebrarme en frente de todos
—Lo siento, pero… no puedo.
Atravieso el salón con galantería, pero lo más rápido que los zapatos suicidas me dejan. Un brazo me agarra por el codo y me atrae hacia su pecho.
—Respira profundamente varias veces, Allison —murmura Kane en mi oído—. Haz lo que digo y podrás aguantar la noche. Hágalo —reitera su orden con voz cálida. En contra de mis deseos de desaparecer, hago lo que dice—. Eso es. Deja que la música la llene. Tiene la posibilidad de crear nuevos recuerdos.
—Discúlpame, Kane. No puedo crear algo nuevo con la canción que me trae a la mente el causante de recuerdos dolorosos.
El tono verde de sus ojos se va aclarando mientras sus labios se curvan en una sonrisa sincera.
—No pierdes nada con intentarlo. —Me agarra por la cintura con suavidad y me atrae hacia él. La voz de John Legend en su canción “All of me” llegó a mi corazón y lo hace tiras con cada acorde—. Baila conmigo, Allison.
Nos movemos por el salón con maestría disimulando varios pisotones por mi parte, pero él solo sonríe ante mi torpeza. La atmósfera de los dos comienza a cambiar y nos dejamos llevar por el dulce sonido de una letra que resulta tremendamente dolorosa para mí. Sin embargo, me siento tan a gusto como si tuviera a Javier León frente a mí animándome a levantar la cabeza y no dejarme derrotar.
Los recuerdos de Chris luchan por entrar en mi mente, pero logro bloquearlos, al menos unos instantes. Es demasiado doloroso para abrirles paso en mi cabeza. Los recuerdos los sellaré por esta noche. Solo esta noche.
La velada fluyó de manera alegre. Bailé, con extremo cuidado, e hice nuevas amistades. Lo bueno de todo esto es que sonreí de verdad después de una semana difícil.
—Me alegra verte feliz al menos un instante —murmura mi mejor amiga y la atraigo hacia mí por los hombros—. ¿Cómo estás?
—Lo mejor que puedo estar.
—Allison…
—No, Katie, no —le interrumpo negando con la cabeza y la suelto—. Por más que me duela, Chris va a casarse con otra. Debo olvidarlo.
—Has dicho eso toda la semana, McKenzie, y todos saben que n es lo que piensas —interviene Eliza y frunzo el ceño—. Yo también tengo un Varázs. Apenas sale de mi habitación y ya ni siquiera abre las alas.
—Lo siento mucho.
—Después de terminar la misión por completo, el dolor acabará de forma permanente —opina Katie tomando mis manos entre las suyas—. Por cierto, Kane no te ha soltado.
—No es momento, amiga —insisto más relajada—. Mañana es el día de la prueba y Kane será mi rival.
—Lo que me resulta extraño es que se haya decidido a participar —susurra Katie.
—Tiene competencia —aclara Eliza y las tres sonreímos.
—Allison, ¿quieres dar un paseo? —inquiere Kane y miro a mis amigas buscando un poco de ayuda, pero al ver que no piensan mover un músculo, decido acompañarle y salimos del palacio.
La noche es fresca y el viento roza mi rostro con suavidad. Inhalo el agradable olor de las flores y sonrío gustosa.
—¿Qué pretendes, Kane? —interrumpo nuestro cómodo silencio
—Nada. —Arruga la nariz y sonrío.
—El gesto que acabas de hacer es típico de Javier y significa que estás mintiendo.
—¿Soy tan evidente?
—No, pero al menos respondiste mi pregunta. —Ambos reímos a carcajadas—. Tienes gestos y actitudes muy parecidas a Javier León
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Editado: 09.02.2023