El Quinto Elemento (elements 3)

Capítulo 9 “Serkets y lava”

El bosque es sumamente espeso. No he llegado a la primera entrada a la vista y ya mis piernas queman. El camino es demasiado empinado. Esta ha sido la media hora más larga de mi vida.

Tuvimos que esquivar muchas plantas carnívoras y flores venenosas. En el camino nos encontramos un fauno muerto. Me dio dolor al verlo ser cubierto con unas raíces. No pudo ni comenzar la nueva travesía.

Detengo mis pasos y tomo una bocanada de aire al llegar a la enorme abertura de piedra. La estructura del colegio Mary Weathers se ajusta completamente ahí, y, aun así, queda espacio para más.

 Entro con desconfianza y al mirar el techo, noto que filosos y peligrosos dientes de perro penden de él. El aire está un poco enrarecido en la caverna y la humedad comienza a ser insoportable.

—Esto puede ser divertido.

—Allison, te das cuenta que estamos en una competencia, ¿verdad?

—Pero siempre hay que buscarle el lado divertido a todo. Holaaaaaaaaaa —Mi voz se alarga por el eco—. Vamos, Kane. Inténtalo.

Parpadea perplejo ante mi absurda propuesta, pero sonríe. Coloca sus manos alrededor de su boca y grita:

—Holaaaaaaaaa. —El eco de su voz es mucho más largo que el mío y ambos sonreímos.

El sonido de un minotauro nos saca del momento bochornoso y entramos a la enorme cueva.

—¿Crees que sea solo un camino?

—A Eliza le gustan las entrecruzadas.

—Me siento como si estuviera viviendo “Las crónicas de Narnia”

—¿Las crónicas de Narnia? ¿Qué es eso? —pregunta con inocencia.

—¿De verdad nunca has visto esa película? —Niega con la cabeza como si fuera algo normal—. Dios mío. Tengo que decirlo. Esa película es un clásico. Bueno, todas las partes son un…

—Chist.

—¿Qué ocurre?

—Escucha.

Gracias al silencio de la caverna, se escucha un sonido leve a lo lejos. Como si chocaran varios cascabeles al mismo tiempo.

—¿Serpientes cascabel?

—Serkets.

—Traduce eso, compañero.

—Escorpiones.

—Ah, bueno.

—Escorpiones gigantes —añade tomando la espada por la empuñadura.

—¿Qué tan gigantes pueden ser?

—Sin contar el aguijón, el telson mide alrededor de dos metros. —Trago en seco al ver que el sonido se acerca con rapidez.

—La cola sin el aguijón mide dos metros. ¡Qué bien! —comento con ironía intentando obviar el hecho que puedo morir—. ¿Qué los mata? —El silencio de Kane comienza a asustarme—. Brown, ¿qué es lo que mata a esas cosas?

—El fuego —contesta en tono serio.

—Eso no es problema —comento y una flama de fuego violeta aparece en la palma de mi mano.

—Si matas a la madre, los matas a todos. Matas a uno y salen dos.

—Espera. ¿Qué? —La flama desapareció junto con mi corta valentía. El terror comienza a invadirme al escuchar el sonido de los cascabeles más cerca—. Es como si fuera la serpiente de 7 cabezas.

—Peor.

—¿Cómo identifico a la madre?

—La más grande. —Desenfundó su espada—. Unos tres metros, puede que cuatro. Ya vienen. ¿Lista?

—No.

—Problema tuyo —declara divertido y gimo por lo bajo.

Abro los ojos al ver el tamaño de esos escorpiones. Son completamente negros pero el aguijón y las pinzas son de un rojo brillante.

—La picadura puede ser dolorosa.

—¡Vaya, que alivio! —añado con ironía.

—Encárgate de arriba y la derecha. Yo te cubro por la izquierda y en el suelo. Cuando veas uno de color verde, mátalo. Esa es la madre.

La lucha comenzó. Yo quemaba cuando escorpión podía, pero estas cosas se rehacen en cuestión de segundos. Hacia nosotros vienen muchos rojos y negros pero nada de color verde.

—¡Dios, se reproducen como cucarachas! —protesto quemando un Serket y esquivando el aguijón de otro.

—¡Abajo! —grita Kane y me arrodillo.

A centímetros de mi cara se encaja en el suelo rocoso un aguijón dorado. Ruedo hacia un lado por mi espalda y corro hacia el teniente.

—¿Estás bien?

Asiento tragando en seco y quemo dos escorpiones a pocos metros de nosotros.  Abro los ojos aterrada al ver el enorme escorpión de color verde con el telson y aguijón dorados.

—Dime que esa no es la madre.

—Esa no es la madre —responde en tono jocoso mientras atraviesa un Serket con la espada y quema otro con agua hirviendo.

—No es chiste, Kane. —Quemo dos escorpiones más y él encaja su espada en el exoesqueleto de otro—. Yo me encargo de la cola y tú de las pinzas.

—¡Qué no te toque! La picadura es mortal.

—¿De verdad? No me había dado cuenta. —Enfunda su espada y en ambas manos aparecieron esferas de agua con rayos. Hora de jugar.

Corro hacia la pared y lanzo fuego púrpura directamente a su aguijón. Kane tuvo que esquivar las pinzas un par de veces antes de dañarla un poco.

—¡Allison! —exclama el teniente.

Para cuando le miro, su espada ya está de camino a mí. La agarro en el aire, pero para mi gran suerte, y esto parecería un chiste barato de Hollywood en películas de acción, termino estampada contra el suelo por el peso de ella.

—¿Es en serio, McKenzie?

Lanza agua caliente hacia el cuerpo de aquella cosa gigante. Ni siquiera aquí en Kaliza me quito de encima a los mutantes.

—¡Pesa mucho! —protesto tomando la espada por la empuñadura con ambas manos.

—¿Qué le dan a ustedes allá? ¿Vegetales en la cena? —Deja escapar una carcajada que es cortada al instante cuando casi es alcanzado por las pinzas del enorme Serket—. Corta el aguijón y después lo quemas.

—¡Esto pesa mucho!

—¡Hazlo, Allison!

—No grites.

Apoyo la punta de la espada en el suelo y lanzo hacia el aguijón fuego violeta de forma constante. El chillido de aquella bestia es tan estruendoso que siento como mis oídos quieren colapsar dejándome un poco aturdida.

—¡Ahora! —grita Kane.

Levanto la pesada espada y corto el aguijón. El chillido del Serket mayor fue peor que el anterior. Una sustancia viscosa de color negra cae sobre mí luego de cortar la cola. Con dificultad visual, quemo el aguijón de tal forma que no quedan ni las cenizas de la madre. El resto de los escorpiones comienzan a morir uno a uno.




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