A las 8 de la mañana me encuentro en el pasillo principal del colegio Mary Weathers con Tony y Ginger encima del lomo del jabalí. Ya sabía yo que sería una buena idea.
—¿Qué hace Pumba aquí? —pregunta Javier al agacharse y acariciar la cabeza del jabalí. Meeko abre sus paticas hacia mí y lo cargo en mis brazos.
—Chris lo corrió de su habitación.
—¡Qué! —exclama León y se levanta del suelo al instante.
—En sí, la que lo corrió fue la hurraca de Emma.
—¿Pero él lo permitió? —Asiento con pesar y Javier resopla—. ¿Será idiota?
—Tranquilo. Me encargué de dejárselo claro ayer en la noche.
—Hiciste de las tuyas, ¿verdad?
—No podía dejar que ambos alcornoques se salieran con la suya. ¡Qué genio, Javier!
—Ya me imagino. ¿Él estuvo de acuerdo con esto? —señala con el mentón hacia Pumba.
—No, pero no le quedó otra opción, y Pumba está feliz… por ahora. No debe estar mucho tiempo lejos del bruto de su dueño. Vamos a casa. Necesito ver a mi madre y alejarme un poco de aquí.
De mi bolsillo saco la llave transportadora. Después de lo ocurrido con las criaturas mutantes, el consejo Elements decidió que me quedara con la última llave.
—Mamá, ya llegué —grito al atravesar la puerta y Javier la cierra por mí.
—Estoy en la cocina, cariño.
—¡Javier! —grita Ellie a penas lo ve y le abraza por la cintura.
—Yo soy la hermana y corre a ti primero —comento con ironía y Javier sonríe de soslayo.
—Cuando el señor León está en casa, todos quedamos desplegados a un cuarto puesto —añade Tony.
—¡Ginger! —exclama mi hermana y la aludida chilla:
—Yo no dije nada. Yo no dije nada. Yo no dije nadaaaaaaaa. —Corre hacia la cocina y sale volando por la ventana.
—¿Ven a lo que me refiero? —increpa Tony. Papá y mamá aparecen en el marco de la cocina.
—Felicidades, mamá.
—Gracias, querida. No creí que fueras a venir.
—Necesitábamos salir del colegio —comenta Javier en mi defensa. Los ojos de mi madre me miran con dolor.
—Hora de cortar el pastel —interviene papá y sonrío. Ambos me entienden con solo una mirada.
Al llegar la noche, mis amigos aparecieron también en casa. Cada uno felicitó a mi madre y le entregó un obsequio. La fiesta está bastante animada pero mi felicidad no está completa.
Ahora estoy sentada en el porche junto a Pumba con la mirada puesta en la lejanía. ¿Saben eso que dicen que ves y no ves al mismo tiempo? Pues eso mismo me está pasando a mí. Las ardillas se quedaron dormidas en mis piernas y el jabalí está sentado en sus patas traseras con su cabeza recostada a mi brazo.
—No me gusta verte triste —habla mamá sentándose a mi lado.
—Desearía estar feliz, pero no es fácil olvidar una relación que duró más de un año. —Recuesto mi cabeza a su hombro y acaricia mi cabello con lentitud. Pumba se acomoda para dormir a mi lado.
—¿Hablaste con él?
—La primera vez me dijo que amaba a otra, y a la siguiente le quité a Pumba porque el muy cretino dejó que su novia corriera a su Varázs de la habitación. La conexión que tenía con Chris fue cortada de raíz, mamá. Cada vez que hablamos, lo único que hacemos es discutir.
—¿Qué piensan tus amigos?
—Dicen que es un idiota.
—Ellie le quiere mucho, pero también cree lo mismo. Ya sabes que tu hermana te defiende contra cualquiera.
—Duele mucho, mamá —añado con voz queda.
—Ya lo sé, cariño. A veces, estas tormentas son inevitables. Deja que el destino juegue sus cartas. Si Chris no está destinado a estar a tu lado, déjalo ir. En el amor, las cosas no son fáciles, pero si solo uno de los dos empuja la carreta, caerán ambos por el barranco.
—Verlo con ella es… es indescriptible lo que siento cuando los veo juntos.
—Aún le amas. Cuando quieras puedes hablar conmigo, pero debes dejar que corra el aire entre ustedes y así se aclaran las ideas.
—Lo tendré en cuenta. Ahora vengo.
Coloco con cuidado los Varázs en las piernas de mi madre y voy por su regalo de cumpleaños. Ella parpadea confundida cuando le entrego la caja en sus manos.
—Es tu regalo. —Abre la cajita con lentitud y sus ojos se quedaron fijos en el hermoso collar de piedra esmeralda.
—Es hermoso.
—Déjame ponértelo. —Al sacar el colgante, mi madre me da la espalda hasta que escucha el cierre del broche y se gira hacia mí—. ¿Te gusta?
—Me encanta, Allie. —Me abraza con cuidado de no despertar a las ardillas.
—Lo gané en una competencia.
—No sabía que estuvieras en una. Karen no me habló nada de eso.
—Es extraoficial. Enséñaselo a papá.
Coloco las ardillas nuevamente en mis piernas y entra a la casa. Segundos después, Javier se acomoda a mi lado y me atrae hacia él por los hombros.
—¿Hablaste con Ellie? —Asiente mientras acaricia mi brazo—. ¿Cómo se lo tomó?
—Muy mal —responde y suspira.
—Era sabido.
—Pero no me arrepiento y ella después lo entendió. A las malas, pero lo entendió.
—¿Cómo puedes ser tan lindo y tan bruto al mismo tiempo?
—Échale la culpa a la sangre latina. Mi madre es oriunda de Cuba. Saqué su mal genio, pero también su bondad y sutileza.
—Ya —digo bromeando y me despeina—. Oye —protesto sonriendo.
—Mejor. —Las ardillas se removieron pero no despertaron—. ¿Ya sabes lo que harás mañana?
—Nop.
—Tienes que prepararte. Christopher va a pegar el grito en el cielo y Emma irá de chismosa para que salga en el artículo del lunes. —Me encojo de hombros restándole importancia a lo que piensen esos dos.
—Es su problema. Todos saben que defiendo a los Varázs como si fueran mis hijos. Lo he hecho dos veces, puedo hacerlo varias más si me dejan.
—¿Cómo estás para los Juegos Elements?
—Entrenando como puedo. En la Isla Kaliza me enfrenté con el teniente. Es muy bueno. Me enseñó una técnica nueva.
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Editado: 09.02.2023