El Quinto Elemento (elements 3)

Capítulo 13 “Encuentro familiar”

—Buenos días.

—Desaparece, Emma —habla Brenda con los dientes apretados.

—¡Qué bruta eres, Clark! —contesta la rubia con sorna.

—¿Qué quieres? —intervengo cerrando mis manos en puños por debajo de la mesa.

—¿Sabes que es de mala educación hablar de espalda a las personas? —añade ella. Tomo una larga bocanada de aire pidiéndole paciencia a Dios, porque si me da más fuerza de la que estoy conteniendo, la mato.

—¿Y tú sabías que es de mala educación interrumpir un almuerzo entre amigas? —recalco mientras me giro para verle de frente—. Vuelvo a preguntar, Norrington, ¿qué quieres?

—Devuelve a Pumba con su dueño.

—Deja ver si nos entendimos, rubia de bote —interviene Talia con los brazos cruzados en el pecho mientras sus ojos desean incinerar a la prometida de Christopher—. El mayor de los Gray tiene boca para hablar. No necesita de una perrita faldera para decir lo que quiere.

—No te hablé a ti, Sprouse.

—Emma, voy a dejarte algo claro. Mi mano no va a temblar en dejarte sin cabello como le hables de nuevo en esa forma a una de mis amigas —interrumpo al ver que las antorchas de la estancia aumentan su calor—. Cuando Chris me lo diga, y si Pumba lo desea, regresará con él. Díselo a tu prometido, y no arruines más nuestra vista.

Me giro una vez más a la mesa, pero ella me agarra por el hombro y me fuerza a verla nuevamente cara a cara. Miro su mano y enarco una ceja.

—Si yo fuera tú, no haría eso —murmura Lilith y escucho su fuerte sorbido al café.

—¿Qué va a hacer? ¿Electrocutarme? —Sonríe de soslayo, y unos segundos después gime de dolor por el brazo torcido—. Suéltame, idiota.

La empujo con fuerza hacia adelante y su cuerpo choca con la mesa frente a ella manchándose en el camino con algo de café derramado en su superficie.

—Tú te lo buscaste —habla Talia pasando por su lado y le da un leve empujón—. Allie, Rebeca Carlisle te espera en la oficina.

—Ya vi el mensaje de Karen —añado tomando la mochila.

—Al parecer, regresas pronto a Elements, Allison. —Aprieto los dientes para no esfumarle la sonrisa de su perfilado rostro de un puñetazo.

—Si no fueras la novia de mi cuñado, juro que te molería a golpes o te incineraría justo ahora —reclama Talia y en sus manos se forman flamas de fuego.

Doy un largo respiro y aprieto su hombro con delicadeza para tranquilizarla antes de decir:

—No pierdas tu tiempo con ella. Las ratas de cloaca solo sirven para eso… vivir en las cloacas y rastrear las migajas. —Si las miradas mataran, yo estuviera tres metros bajo tierra gracias a Emma—. Una vez que termine con la directora Carlisle, las busco en mi habitación. Emma, dile a Chris que, si quiere a Pumba, que lo pida él. No hay necesidad de enviar a alguien como tú. Es bastante mayor para estos juegos de niños.

—Mucho cuidado con…

—¿Con qué o con quién, Emma? —Le interrumpo exasperada y me cruzo de brazos conteniendo la ira que corre dentro de mí. Un viento recio atraviesa la estancia y Brenda carraspea levemente. Debo tranquilizarme—. ¿Tú? ¿Alexa? ¿Christopher? Ten algo claro, Norrington, las amenazas que vienen de ustedes no me dan miedo. Con su permiso, chicas, tengo que ver a la directora.

Al pasar por su lado, le doy un fuerte empujón y antes de llegar a la puerta escucho su fino chillido. El relámpago debe haberla asustado. Al salir del comedor, un joven se acerca a mí y elevo la mano para detenerlo.

—Por favor, no más bromas de mal gusto. Hoy me levanté de tan mal humor que si me pinchan, no sangro.

El chico es James, compañero de entrenamiento de Brenda.

—Solo quería decirte que el profesor Carlton te busca —comenta con las manos levantadas en señal de rendición.

—Oh, lo siento —murmuro apenada.

—No te preocupes. Por cierto, no quiero parecer un chismoso, pero la persona que les hizo la broma del sobre fue Emma. Lo sé porque… yo fui el que lo preparó, pero que conste que yo no quería hacerlo —se defiende al instante.

—James, todo estaba bien entre nosotros hasta que mencionaste esa broma.

—En verdad lo siento mucho, Allison. Aunque no lo creas, Emma me obligó, pero estoy muy apenado. Ustedes no se lo merecían.

—¿Por qué dices que te obligó?

Mira por encima de mi hombro con disimulo y nos aparta a un lado.

—Porque sabía lo que estaba haciendo, pero no podía evitarlo. Era como si…

—Estuvieras hechizado —termino la frase por él y asiente—. ¿Por qué tú de todos los estudiantes? ¿Por qué debería de creerte? Podrías decirme esto para cubrir a alguien más —inquiero para sacarle un poco de información, pero una idea un poco loca surge en mi cabeza—. «O alguien le obligó para que dijera esto», pienso y miro hacia sus ojos color café, pero no veo nada inusual en ellos.

—Ustedes son buenas chicas. Estoy siendo sincero. No lo dije antes por miedo a Emma, pero ahora mismo está tan contenta con su boda que debe haber olvidado todo lo ocurrido. Lo siento mucho. Es la verdad.

—Está bien. Gracias por ser sincero conmigo, pero deberías pedirle perdón al resto también, sobre todo a Lilith. Ella fue la mayor perjudicada. —Asiente y sonríe con timidez—. Ten cuidado con Brenda en los entrenamientos de ahora en adelante. Nadie toca a nuestra enana y sale ileso. —Traga en seco y sonrío al ver su ingenuidad—. ¿Dónde está el profesor Carlton?

—Dijo que lo encontraras en el invernadero.

Con paso lento me dirijo al lugar indicado pensando en mil maneras de no matar a Emma, o al menos no hacerlo de forma consciente.

—¿Qué ocurre?

—Tengo una teoría de la lechuza —contesta él mientras revisa unos papeles en sus manos.

—Perfecto, pero necesito que me acompañes a otro lugar. —Frunce el ceño confundido—. Vamos.

Agarro su muñeca y caminamos hacia el despacho de Karen. Contengo el aire cuando la puerta de la dirección se abre frente a mí. Fue imposible no caer en los brazos de Amelia. Está un poco avejentada, pero sus ojos son tan perspicaces como siempre.




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