Chris…
Mi vista no se aleja del cuerpo de Allison hasta que entró en el balcón de su habitación. A medida que se fue alejando, un sentimiento de intranquilidad se apodera de mí. Esta chica es muy… contradictoria, así como le había dicho hace unos minutos atrás. Es tan fresca y viva que me resulta curiosa y atractiva como persona y mujer. Sé que tengo novia, pero hay algo en ella que me atrae como si fuera un imán mágico.
Quise acercarme a la cúpula del invernadero para pensar un poco, y para mi sorpresa, su compañía fue grata.
Espero unos minutos y regreso a mi habitación aún pensativo. Emma duerme plácidamente en mi cama y le observo con detenimiento. Es muy buena en lo que a sexo se refiere, pero entre ella y yo falta chispa, familiaridad, compañerismo y compenetración. Me siento mucho más a gusto con Allison en los dos segundos que peleamos que con mi propia novia, y al parecer, ni siquiera mi hermano la soporta.
Todos aman a la McKenzie y el por qué es demasiado evidente. Es espontánea, divertida, inteligente y muy hermosa, tanto por fuera como por dentro. Me cuelo bajo las sábanas con suavidad para no despertarla y el sueño me alcanza al instante.
Frunzo el ceño ante el extraño ambiente de mi subconsciente. Unas paredes de agua se mueven como si olas golpearan contra ellas. Varios peces de colores me observan desde diferentes puntos y carraspeo por lo bajo. Antes de tocar la pared, una voz me detiene:
—Extraño lugar para decidir soñar, Christopher Gray. Completamente opuesto a tu elemento.
—¿Quién eres? ¿Por qué no puedo verte el rostro? —insisto preocupado. Es prácticamente irreconocible. Sus facciones están muy borrosas.
—Lo harás cuando me recuerdes.
—¿Acaso te conozco? No recuerdo tu voz.
—Lo modulé exactamente para eso.
—Esto es un sueño. Definitivamente es un sueño. —Ella deja escapar una carcajada que se me hizo muy familiar.
—Es verdad. Es solo un sueño. Perdón por la intromisión. Me despido, señor Gray. —La silueta frente a mí comienza a desvanecerse.
—¡Espera, por favor! ¿Cómo te llamas? —Su cuerpo comienza a tomar forma una vez más. Me estoy volviendo loco.
—¿Para qué quiere saberlo si es un simple sueño?
—Touché. —Ambos sonreímos—. En serio, ¿cómo puedo llamarte?
—Cazadora. —Enarco una ceja ante tanta incógnita de su parte—. ¿Qué? Es un nombre muy bueno. El día que me recuerdes, podrás ver mi rostro y sabrás mi nombre real. ¿Te apetece ir a un lugar?
—No se puede.
—En los sueños todo es posible, Chris.
Chasquea los dedos de su mano derecha y el ambiente acuoso comienza a cambiarse. Motas de lucen surgen en el agua moviéndose al compás de ella. Todo estalla y una columna de humo me rodea, pero se disipa al instante mostrándome un enorme lago congelado frente a mí. El bosque a su alrededor está cubierto de nieve y achico los ojos al intentar recordar este lugar tan familiar. Los animales que corren entre las copas de los árboles se detienen al notar a dos extraños y se acercan con curiosidad.
—¿Dónde estamos?
—¿Tampoco lo recuerdas? No lo puedo creer, Chris. Es muy extraño que no recuerdes donde traías a tus propias conquistas antes de irte de Elements con Alice. —Enarco una ceja y escucho su sonrisa detrás del resoplido—. Es la verdad. Tienes un historial muy largo, Christopher Gray, y eso fue una de las cosas que más me asustó en cuanto a tu persona.
—Eso significa que tú y yo estuvimos juntos en algún momento.
—Estoy más que segura que no te acordarás de mí cuando ni siquiera recuerdas este lugar.
—Ya sé donde estamos. Es el lago cerca del colegio Elements en América. En primavera es hermoso. ¿Qué hicimos aquí? ¿Es un lugar especial?
—Para mí si lo fue. Aquí comenzó todo. —Bajo la vista cuando me señala, y veo como mi ropa cambia. Polo negro y vaqueros. Una música comenzó a sonar a lo lejos.
—¿Claro de Luna?
—Fue la que bailamos ese día.
—¿Estás segura que fue conmigo? Yo no soy un chico de muchos detalles y… ¿bailar? No, ni modo. Eso no pude haberlo hecho.
—Yo pensé que había sido algo normal, una simple salida de amigos. Pero cuando lo comenté con los cotillas de mis amigos, tuvieron esa misma expresión tuya. Ninguno se lo creía tampoco. Ese día hasta me resfrié por tu culpa
—Eso significa que no eres de los nuestros. —Se encoge de hombros restándole importancia a mis palabras—. Nosotros no nos enfermamos, cazadora.
—Te sorprenderías de lo… —Detiene sus palabras y su silueta comienza a desaparecer.
—¿A dónde vas?
—Es hora de irme. Tu novia está despertando.
—¿Te veré mañana?
—¿Es lo que quieres?
Abro la boca y la vuelvo a cerrar. De todas formas, esto es un simple sueño. Dudo que vuelva a pasar, así que asiento con la cabeza.
—En ese caso, nos vemos mañana. Buenas noches, entrenador.
—Buenas noches, cazadora. —Escucho su leve sonrisa y todo a mi alrededor se oscurece.
—¿Chris? —murmura Emma somnolienta—. ¿Estás bien?
—Solo tuve un sueño extraño.
—¿Quieres hablar de eso?
Pasa su mano por mi pecho de forma seductora pero la detengo. Cubro nuestros cuerpos con la sábana y ella se acurruca un poco más a mi pecho.
—No lo recuerdo —contesto frunciendo el ceño.
—No era tan interesante.
—Seguramente, Emma —respondo dubitativo y beso su rubio cabello—. Seguramente.
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Editado: 09.02.2023