¿Alguna vez le han dolido las uñas de los pies? Me duelen partes del cuerpo que si siquiera sabía que existían. Los rayos del sol molestan en mis párpados anunciando un nuevo día, así que abro los ojos con lentitud.
«¿Dónde estoy? Esto no es Mary Weathers», pienso mientras analizo mi alrededor.
Los recuerdos vinieron a mi mente. El colegio, la desaparición de la menor de las Gray, yo de camino a Rumania gracias a… Me siento de repente y un dolor extraño atraviesa mi estómago, y mi columna se estremeció. Unos fuertes y cálidos brazos me rodean al instante.
—¿Javier? ¿Qué haces aquí? ¿Dónde estamos? ¿Dónde está Celine? Tengo que ir por ella. —Agarra mis hombros y me presiona para quedarme en la cama.
—Anoche trajiste a Celine y tú terminaste muy herida. Mi madrugada no fue muy tranquila precisamente, por tanto, necesito que te calmes. Estamos en la mansión Gray. —Abro los ojos y trago en seco cuando la imagen de Alexa Gray irrumpe en mi mente—. Celine está bien. La trajiste sana y salva, así que puedes respirar en paz.
El alivio me inunda y dejo escapar el aire que no sabía que contenía hasta este momento.
—Ahora, ¿ya puedo abrazarte sin miedo a terminar inconsciente de nuevo?
—Siento lo que te hice en el laboratorio de profesor —digo abrazándole con suavidad.
—Estás a salvo y eso es lo importante —añade acariciando mi espalda y higo un gesto de dolor. Javier se separa al instante.
—¿Te duele algo?
—La espalda. ¿Qué fue lo que pasó? Ahora recuerdo atravesar la puerta que Celine abrió con la… ¡La llave! ¿Dónde está la llave? —Señala con el mentón al tocador. En la superficie está mi llave transportadora—. Necesito agua.
—No puedes curarte. El doctor vino anoche y fue muy explícito con eso. Recibiste una herida muy grave y si utilizas magia para curarte, puede agravarse.
—Javier, no pienso estar metida en la cama como una enferma.
—Vas a tener que hacerlo por tu bien —comenta una voz desde la puerta.
—Celine —murmuro aliviada—. Gracias a Dios estás bien.
—¿Puedo entrar? —Asiento y ella se acerca a mí con paso lento—. Allison, yo… —Detengo sus palabras colocando un dedo sobre sus labios.
—Estás a salvo y eso es lo importante. —Sonrío con timidez—. El pasado, se queda en el pasado. ¿Te hirieron en algún lugar?
—Llegaste justo a tiempo —sisea con los ojos cristalizados por las lágrimas.
—No te creas. Saltar hasta Rumania y localizarte no fue nada fácil. —Me paralizo cuando ella me abraza de sorpresa. Reacciono un poco tarde, pero acaricio su espalda y cabeza con parsimonia.
—Muchas gracias por salvarme —dice con voz queda. Siento algo mojado en mi hombro y la separo un poco.
—Solamente vale llorar 24 horas y tú ya cumpliste tu cuota. —Sonríe apenada y una lágrima recorre su rostro. Con suavidad, seco el rastro de aquella muestra de arrepentimiento y hago un gesto de dolor. Una punzada salió de mi estómago y recorre mi cuerpo entero. Tomo una bocanada de aire y aprieto los dientes con fuerza.
—¿Qué ocurre? —pregunta preocupada y Javier se acerca al ver mi cara de dolor. Coloco la mano en mi estómago y un líquido rojo comienza a manchar mi camisa más de lo que está.
—Celine, llama al doctor
La pequeña de los Gray se levanta con prontitud a la orden de León y sale corriendo por la puerta. Con sumo cuidado, Javier me recuesta al cabezal de la cama y levanta mi camisa.
—La herida se abrió nuevo cuando te levantaste abruptamente —murmura analizando las vendas ensangrentada y trago en seco.
—Javier, necesito agua. Tengo la garganta seca.
—Solo si me prometes no utilizar magia. —Asiento con lentitud por el leve mareo que me asalta.
Al levantar una botella de suelo, los rayos del sol la iluminaron. Frunzo el ceño al ver como el líquido transparente se torna en un color amarillo muy nítido, casi imperceptible.
—Esa agua no —insisto con vehemencia, Este frunce el ceño con extrañeza y mira la botella, pero el contenido se había vuelto transparente una vez más, a menos que solo sea perceptible ante mis ojos.
—Emma las trajo temprano en la mañana.
—Con más razón. Bótala y tráeme agua del grifo.
Sin preguntar más, se levanta a llenar el envase. Cuando el agua fresca toca mis labios, sentí como el alma me regresaba al cuerpo, a pesar del dolo que estoy aguantando. Mi garganta estaba seca.
—¿Mejor?
La puerta se abre cuando asiento y entra Celine acompañada de un hombre de mediana edad con gabardina gris y zapatos de charol negro brillante. Una sonrisa sincera, nariz pronunciada y ojos negros. Este frunce el ceño cuando ve la botella de agua en las manos de Javier y levanto las manos en señal de rendición.
—Le juro solemnemente que solo la tomé para refrescarme —aclaro para no ganarme una regañina y el individuo enarca una ceja ante mis palabras.
—Buenos días, Allison.
—Buenos días —murmuro y hago un gesto de dolor.
—Mejor reviso eso. —Se acerca acomodando sus lentes en la nariz y levanta mi camisa. Resopla al ver las vendas cubiertas de sangre—. La herida se abrió. Necesito cambiar el vendaje y limpiarla. Puede doler un poco, jovencita.
—No más de lo que he estado sintiendo la última semana, doctor. Puede hacerlo.
—Necesito que te acuestes en la cama. Javier, ya sabes qué hacer.
Minutos después, el vendaje está cambiado y la herida limpia. Ardió tanto que necesité morder una almohada para ahogar el grito de dolor.
—Absoluto reposo. —Intento protestar, pero su mirada hace que me retracte—. Con lo de anoche, tu cuerpo y magia llegó a un límite que casi te quiebra por dentro. Necesitas recuperar tus fuerzas como humana y como usuario. Eso solo será posible con reposo “absoluto” —Su constante énfasis en “absoluto” comienza a hartarme—. ¿Quieres participar en los Juegos del colegio?
—Claro, doctor.
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Editado: 09.02.2023