El Quinto Elemento (elements 3)

Capítulo 36 “No tientes tu suerte”

Allison (minutos antes) …

—Ya sabía yo que no me daría tiempo —protesto en mi habitación en el Reino Kaliza—. Todo por hacerle caso a la Reina Cáliz —hago hincapié en las últimas palabras.

—Oye, no es nuestra culpa que el Máximo General debiera estar en la ceremonia. Relájate, Allison —comenta Eliza y gruño—. Un baño rápido. Yo me encargo del vestido y Corinne bien en camino con Michel.

—Más te vale que sean buenas o juro que Katie me pagará bien caro este atraso. ¡Es la fiesta de compromiso de Cameron y Talia!

—¡Estabas en la boda de la reina Cáliz con Kane Brown! Anda, no pelees más y muévete.

Con un sonoro portazo entro al cuarto de baño y abro el grifo.

Hace cuatro días (dos días en el mundo real), Kane y John fueron por mí al colegio Mary Weathers. Era el casamiento de Katie y querían que estuviera presente. La boda estuvo preciosa. Mucho pastel, comida y baile. Fue tanta algarabía, que a la mañana siguiente no podía levantarme.

Obviamente desaparecí todo el fin de semana, no sin antes dejar todos los detalles amarrados con Eliza. Envié una nota con Katie para que se la entregara a Héctor. Por más protestas que le dimos, la reina Cáliz decidió ir a la fiesta de Cam y Talia, a pesar de estar de luna de miel.

Los duendes, gnomos y elfos tienen el trabajo de catering. Uno de los faunos tiene acceso a una cava con el mejor champán. Las hadas están encargadas de las flores y adornos de las carpas. Todo con su toque de magia.

La banda y el Dj, tocaron en la boda de Katie y Kane así que ellos mismos fueron contratados para la fiesta de Cameron y Talia. Al pasar las puertas hacia Inglaterra, cada uno de esos seres mágicos cambió a su forma humana.

La parte mala era que yo, no tenía vestido, estaba hecha un desastre, el cuerpo entero me duele y tuvimos que recorrer medio Reino Kaliza buscando el regalo perfecto para mis amigos. Todo eso en solo 8 horas. ¿Cómo estoy físicamente? Destrozada, pero son mis amigos. No puedo dejarlos abandonados en este día tan especial.

—Allison, Corinne ya está aquí y Adelaida trajo tu vestido como lo pediste —grita Eliza al otro lado de la puerta—. Dice Corinne y Michel que debes lavarte el cabello

—Fantástico. Me voy a demorar un poco más. Solo me queda media hora. ¡Diles que ya voy!

Increíblemente, en solo 20 minutos estoy vestida, maquillada y peinada de una forma sencilla, justo como me gusta. Mientras soy maquillada por Corinne, Michel se encarga de mi cabello. Unos pendientes del mismo diseño de las piedras de mi vestido y unos zapatos de aguja de 15 centímetros cerraron el conjunto, con la esperanza de no tropezar y romperme el cuello en el camino.

—Estás perfecta —alaba Corinne y la joven hada da dos pequeños aplausos en el aire—. ¿Vas a dejártela puesta?

Miro hacia mi mano y en ella está la pulsera que me regaló Brenda junto al anillo de Dorian. A esto le añadí el colgante que Cedric me había dado hace pocos días como heredera de su manada.

—Sí. No puedo quitármelos, pero necesito ponerme los guantes.

—Vamos, Allison. Faltan cinco minutos.

—Oye, no me agites que me fermento —rebato y la pelirroja resopla.

—Andar con Javier León te está haciendo mucho daño.

—Más te vale hacer un buen artículo de esta fiesta o juro que tu cabello será el menor de tus problemas. —Eliza pone los ojos en blanco ante mi amenaza y chasquea la lengua.

—Anda, pesada. Tenemos que irnos. —Tomo la llave transportadora y entramos a la habitación de Chris—. Estamos muy lejos, y estamos relativamente atrasadas. —Formo nubes blancas bajo nuestros pies.

—¿Para qué caminar cuando puedes volar? —añado y ambas sonreímos—. Necesito que avises a la banda de mi llegada.

Cuando sale por el balcón, respiro profundo llenándome del aroma de Christopher y miro a mí alrededor. Tantos recuerdos, y todos olvidados por el odio y la maldad de Emma Norrington. Dejo el regalo de Talia y Cameron en la cama de Chris y sacudo mi cabeza antes de salir por el balcón en dirección a la fiesta en el patio trasero de la mansión Gray.

Sonrío feliz y orgullosa cuando veo desde lo alto que todo ha quedado perfecto. Eliza tenía razón. Ellos son los mejores en esto. Localizo a la enana pelirroja cerca de la banda de música. Bajo para que nadie me viera apoyándome en la oscuridad de la noche y me entrega el micrófono inalámbrico ajustándolo en mi oreja y boca.

—Todo listo. McKenzie. Cuando quieras.

—Ahora. —Asiente y comienzo a cantar una canción que Cameron y Talia adoran.

Subí al cielo poco a poco y sobrepaso la copa de los árboles. Sonrío al ver las personas buscando de dónde proviene mi voz ya que no hay altavoces, y los del DJ están apagados. Sigo cantando hasta colocarme exactamente encima del escenario y bajo lentamente iluminada por los focos de luz. La canción de Justin Timberlake es alegre y me hace disfrutar el momento.

Es un día especial para Cameron y Talia, por tanto, todo debe quedar perfecto. Incito a los invitados salir de su lugar de confort y disfrutar de la canción. No era la primera vez que lo hacía, así que solo era saber el truco. ¿Cuál era? Sonreír y dejar que el mudo se pregunte por qué lo hago cuando he tenido tantos tropiezos.

He conseguido cada uno de mis objetivos. Una fantástica fiesta de compromiso para mis amigos, estar feliz a pesar de los tiempos malos, callarle la boca a la señora Alexa Gray y Emma Norrington, y, sobre todo, lograr que Christopher dude de su boda. ¿Soy mala por querer que el chico que amo abra los ojos? Nah. No lo creo.

—¿Les gustó? —pregunto cuando llego a mis amigos del brazo de Javier y Talia me abraza. Unos ojos negros me miran alegres y en su rostro aparecen los hoyuelos que tanto me gustan.

—Gustar se quedó corto con todo esto —declara Cameron y Talia me suelta.

—¿Cómo lo hiciste?




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