El Quinto Elemento (elements 3)

Capítulo 39 “Un conocido en tierras extranjeras”

—Estoy nerviosa —murmura Lilith mientras cambia el peso de su cuerpo de un pie al otro.

—¿Recuérdame otra vez por qué estamos haciendo esto? —pregunta la pelirroja y dejo escapar un suspiro antes de responderle:

—Por Cameron, y aunque yo no quiera reconocerlo, también lo estoy haciendo por Christopher.

—Chiquita, ¿estás segura de lo que estás haciendo? —pregunta Brenda mientras me abraza.

—Claro que no, pero es lo mejor.

—Te esperamos en el pasillo —comenta Lilith y las chicas salen de mi habitación. Me acerco a la puerta unos segundos después y escucho la plática entre ellas.

—Estoy preocupada por Allie.

—Y yo por Christopher, Lilith  —explica Talia con voz pausada—. Desde que Allison le gritó en el jardín luego del desagradable encuentro con el inspector, mi cuñado ha estado actuando muy raro, hasta con su hermano. Casi no hablan y Emma no se separa de él para nada. Parece una sanguijuela pegada a él todo el tiempo.

—Yo también lo he notado cohibido —añade Brenda y resopla—. Por más que él lo quiera negar, el trato y la indiferencia de Allison le afecta en gran manera.

—Ya estoy lista —intervengo y ellas callan—. Ginger, Tony, cuídense mucho y cuiden de Meeko.

—El mapache sabe cuidarse solo —opina la ardilla con un puchero.

—Sabes que te aburres si esa cosa no está cerca, hermana —le recuerda Tony y ella bufa. Sonrío de soslayo y me arrodillo para acariciar sus cabezas peludas.

—Les quiero, bolas de pelo. —Ambas asienten y entran corriendo a mi habitación—. Tenemos que ir con Isaac.

Al cerrar la habitación, bajamos las escaleras y nos reunimos con los chicos en la entrada del comedor.

—Allison… —Tomo una bocanada de aire con fuerza por la voz que me llamó a mis espaldas

—¿Qué quieres, Chris? —pregunto dándole la espalda. Mis amigos se miran entre sí apenados y Javier se cruza de brazos en el pecho no muy contento.

—¿Podemos hablar? —Respiro con profundidad y me aparto a un lado con él—. Quiero que sepas que…

—Christopher, ya tengo suficientes problemas con Emma, y estoy harta de todo eso. —Por encima de su hombro noto que la hurraca viene hacia nosotros con paso rápido—. Nos vemos, Chris.

Con la tensión sobre mis hombros, me retiro con mis amigos hacia el laboratorio de Isaac.

—Hola, profesor —saluda Tommy al entrar—. ¿Todo está listo?

El aludido asiente y nos entrega un auricular, el fitbit y nuestro traje.

—Los Nephilim o “los caídos” son mujeres y hombres muy peligrosos — explica con voz neutra—. No todos son malos, pero ser bueno implica la muerte entre ellos. Les gusta la competencia y desmembrar cuerpos humanos.

Las cejas de Lilith se disparan hasta el nacimiento de su cabello y el miedo se abre camino en su mirada azul.

—Enana, si no te sientes en condición de ir, lo puedo entender —digo acercándome a ella y coloco mi mano en su hombro para darle un pequeño apretón. El color había abandonado su rostro. Lilith mira a Tommy y luego posa sus ojos en mí. Sonrío cuando veo la determinación en ellos y niega con la cabeza.

—No te preocupes. Fue solo la impresión.

—¿Estás segura? —insiste Talia y la más pequeña de todos nosotros asiente una vez más.

—Si no queda decir nada más, es necesario que se vayan.

—¿Hacia dónde vamos, Austin?

—Ciudad Crystal, Talia, necesitan entrar a la casa Iris Azul. Se encuentra en el Bosque de los Alpes, al sur de Alemania y colinda con el oeste y centro de Austria —contesta nuestro bibliotecario mientras nos señala con el dedo en el mapa.

—¿Cómo podemos reconocerlos?

—¿Alguien ha visto la serie Cazadores de Sombras? —Enarco una ceja hacia Isaac y él se encoge de hombros—. ¿Qué? Esa serie es un clásico. No pueden negarlo.

—Concéntrese, profesor,

—Lo siento, pero es exactamente lo mismo. Los Nephilim tienen runas tatuadas en el cuerpo, pero hay una que es universal, por así decirlo. La tienen en el lado izquierdo de su cuello. Se trata de un diamante dentro de un triángulo derritiéndose por debajo.

—Eso debe doler —comenta Lilith.

—Y ellos si utilizan tinta y agujas —aclara el profesor—. No como ustedes que solo entran en un clóset o miran un espejo encantado.

Sonrío al recordar mi noche de bienvenida cuando explotó el espejo mágico.

—¿Qué estamos buscando? —pregunta Cameron con curiosidad.

—Dos veces al año, los Nephilim hacen una competencia importante a los nuevos integrantes cuando cumplen la mayoría de edad —explica Austin y ajusta sus gafas de pasta en el puente de su nariz—. En esa fiesta le entregan a los nuevos Nephilim una piedra llamada Tanzanita, utilizándola como pendientes en el caso de las mujeres y colgantes en el caso de los hombres. Es lo único que se sabe de ellos, así que no sabemos si seguirán la tradición tantos siglos después.

—La piedra es de color azul y púrpura —explica el profesor y cruza sus brazos en el pecho—. Los Nephilim son como nosotros. Fuertes, ágiles y veloces. La diferencia es que ustedes utilizan los elementos y ellos armas infundadas con magia. Lo que deben hacer es robar un colgante o un pendiente, pero tiene que haber sido usado. En resumen: tienen que quitárselo al dueño.

—Dato importante —especifica Austin—. Ellos odian a los usuarios Elements.

—Si eso es todo, pues estamos jodidos —taja Javier y resopla—. ¿Cómo se supone que vamos a entrar en un lugar donde no somos bienvenidos?

—¿Cuándo es la competencia de los Nephilim? —pregunto con curiosidad.

—Hoy —responden al unísono Isaac y Austin. Sonrío sin separar los labios. Mi cabeza ya está maquinando una que otra idea absurda o alocada.

—No, no, no y no —recalca Javier al ver mi expresión.

—¿No qué? —pregunta Tommy y León me señala con el dedo índice para explicar:

—Esa cara de Allison implica una mala, mala, pero muy mala idea.




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