—¿Puedo hablar contigo? —dice una voz a mis espaldas.
—Ahora vengo, chicas.
—No vayas, Allie.
—Tony…—interrumpe Ginger a su hermano mientras niega con la cabeza.
Chris y yo salimos del comedor con la mirada de todo el colegio encima de nosotros.
—¿Podemos ir al invernadero? —Frunzo el ceño por tanto misterio de su parte, pero asiento de todas formas.
El silencio cae sobre nosotros al sentarnos en la primera banca que encontramos. Cruzo mis brazos en el pecho y enarco una ceja hacia él.
—¿Qué necesitas, Chris? Habla rápido. No quiero problemas con tu novia o con tu madre.
—¿Por qué no me lo dijiste?
—¿Decirte qué?
—Que tenías una historia con Javier.
—¿A qué viene esa pregunta?¿Y por qué debería de habértelo dicho? Formas parte de mi pasado y no tengo que darte explicaciones.
—Te escuché el último día de los Juegos Elements, Allison. Escuché que dijiste que me amabas y que siempre me amarás. —Dejo escapar una sonrisa amarga y niego con la cabeza.
—Chris, una persona especial me dijo una vez que siempre existirá un primer amor, pero eso no significa que no tenga espacio para alguien más en un futuro. Es más, es verdad. No te voy a mentir. El Coliseo me preguntó si te amaba y respondí que sí. Te amaré toda mi vida. Esa es la verdad. ¿Pero qué esperabas? Vas a casarte con otra en menos de un mes. ¿Pretendes que me quede para vestir santos? Necesito seguir con mi vida, y si Javier es esa persona, pues bien. —Me levanto de la banca agotada de todo esto—. No puedes esperar a que estanque mi vida por ti cuando rompiste mi corazón de la peor forma. —Sacude su cabeza y se levanta con impulso para encararme—. No es justo.
—¿Qué dijiste?
—Lo que escuchaste, Chris. No puedes esperar a que detenga mi vida por ti cuando te vas a casar en poco tiempo —reitero con voz quebrada mientras mis ojos comienzan a cubrirse de lágrimas—. Ya no puedo más, porque en verdad, todo esto me duele. Me cansé de luchar por alguien que no me quiere en su vida. Merezco mucho más que eso. Cásate y se feliz. Yo tendré que vivir con ello. Estás en el pasado —tomo una larga bocanada antes de añadir—, y ahí te vas a quedar.
Abro y cierro mis manos con celeridad antes de rodearlo para irme de allí por la opresión en mi pecho, pero electricidad atraviesa mi brazo cuando el mayor de los Gray toma mi muñeca, me atrae hacia él, agarra mi nuca y mis ojos se abren con asombro cuando sus labios, esos labios que tanto extraño, chocan con los míos.
Una bomba de sentimientos explota en mi interior. Mariposas revolotean con rapidez chocando contra las paredes de mi estómago a 1000 Km/h. Me atrae por la cintura y las palmas de mis manos cosquillean por tocarlo. Todo el vello de mi cuerpo se eriza por la chispa de emoción que transmite su suave tacto en mi piel.
Agarro su camisa del colegio en mis manos, cierro los ojos y me dejo llevar por última vez. La sensación es la misma. Nuestros besos están cargados de amor, sentimientos indescifrables, ternura y tensión. Cada uno de ellos aumenta aquello que aún siento dentro mi ser, pero que él olvidó por completo.
Siento que nuestra conexión sigue en alguna parte. Sé que está ahí, pero no soy tonta. Debo reconocer que lo único que voy a conseguir de esto es aumentar el dolor de lo que pasará más adelante. Así que, resignada, y con el corazón sangrándome por dentro por tanta angustia, aprovecho en saborear estos labios por última vez.
Siento como una lágrima corre por mi rostro. Este será el adiós. Mi último adiós. Con dolor, me separo del chico que amaré toda mi vida. Los labios hinchados y ese brillo en sus negros como la noche, son la muestra que hay rastros de nuestro amor. Me dejo devorar en esa mirada penetrante que, aún después de estar separados tanto tiempo, me deja sin aliento.
El nudo en mi garganta crece al mismo tiempo que la opresión en mi pecho. Tantos recuerdos y solamente se encuentran en mi cabeza. Es una pena. Él levanta la mano para tocar mi rostro, pero doy un paso atrás. Mamá dijo que una persona inteligente sabe cuando enfrentar y cuando debe retirarse. Y ahora, debo dar un paso atrás.
—Adiós, entrenador —finalizo aquel bello momento con un hilo de voz y salgo del invernadero con paso veloz. Respiro profundamente antes de entrar al colegio y dirigirme al laboratorio de Isaac.
—¿Qué ocurre? —Javier me agarra por el brazo en la mitad del pasillo—. No se te ocurra decirme que no pasa nada porque tienes los ojos hinchados. Es Chris, ¿verdad? Te hizo llorar de nuevo. —Respiro con profundidad para ahogar un sollozo con mi mano libre—. Gray.
—¡Allison! —espeta Christopher como si estuviera desesperado. Javier me suelta y le dispara un cañón de agua al primogénito de Héctor lanzándolo hacia la pared con fuerza.
—¡Javier, no! —exclamo, pero ya León está encima de Chris golpeándolo una y otra vez con rabia—. ¡Detente, Javier! —grito más fuerte, pero ambos se enzarzaron en la pelea—. ¡Alto!
Los cimientos del colegio tiemblan y ambos se detienen al ver como un poco de polvo del techo cae sobre ellos.
—Detente, por favor —digo con voz quebrada y extiendo mi mano hacia mi amigo mientras la otra presiona mi pecho. Del labio inferior de Chris brota un poco de sangre y la ceja de Javier está partida… otra vez-—. Te lo suplico.
Con esas dos últimas palabras, Javier deja a un magullado y consternado Christopher en el suelo cerca de la pared y me abraza con fuerza.
—Lo siento, McKenzie. —Dejo que las lágrimas salgan. Total. ¿Para qué retenerlas?—. Más te vale no acercarte a Allison, Chris. Te lo advierto. Ha llorado demasiado por ti en estas semanas. ¡Aléjate de una maldita vez de su vida!
—Vamos con Isaac, por favor —insisto con un hilo de voz.
—¿Qué pasó? —pregunta el profesor a penas entramos a su laboratorio y Javier niega con la cabeza-—. Voy por agua.
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Editado: 09.02.2023