El Quinto Elemento (elements 3)

Capitulo 48 “La recuerdo”

Chris (Unos minutos antes)…

—Estar nervioso el día de tu boda es algo normal. Estar nervioso el día de tu boda es algo normal.

Ese es mi mantra desde ayer en la noche. Ver a Allison hace unos días llorar sin consuelo hizo que mi corazón se entristeciera. Me siento en el borde de la cama apesadumbrado.

—¿Estaré cometiendo un error? ¿Debería dar el “Sí” definitivo? ¿Por qué estoy dudando justo ahora?

Paso la mano por mi pecho intentando apaciguar la extraña comezón que tengo desde temprano en la mañana. El rostro sonriente de Allison viene a mi cabeza. En este momento, ella debe estar preparándose como dama de honor junto a las chicas. Unos toques en la puerta rompen mi línea de pensamiento.

—Adelante.

La puerta se abre y entra el profesor Carlton con unos simples vaqueros y un polo negro, pelo despeinado y zapatillas. Su look usual. Las palabras se quedan en mi garganta cuando veo la inquietud en sus oscuros ojos. Más que inquietud, estás entre preocupados y tristes. Algo está mal.

—¿Qué ocurre? —Me levanto preocupado y él solo extiende un sobre hacia mí. Con el ceño fruncido lo tomo en mis manos.

—Solo vengo a entregarte esto. Espero que aclaren todas tus dudas. Nos vemos, Christopher.

Con un leve asentimiento de la cabeza, se retira de la habitación y cierra la puerta detrás de sí. Miro el sobre por ambos lados y me siento nuevamente en el borde de la cama. Pumba trota hacia mí, se sienta en sus patas traseras e inclina su cabeza hacia un lado mirando con curiosidad mis manos.

—Yo tampoco entiendo mucho, compañero. —El jabalí olfatea el sobre y da un chillido de alegría elevando su cabecita un poco. Da varias vueltas en su lugar hasta sentarse y rodear su cuerpo con la cola—. Muy bien. Parece que ya sabes quien la envía. —Abro el sobre, y de su interior saco una carta.

Querido entrenador:

Te escribo una triste carta. Esas que ya pasaron de moda, pero son mucho más gratificantes que un mensaje o un correo electrónico. Escribir con tu propio puño las cosas que sientes es mucho más difícil de lo que crees, ¿sabes?

Soy una chica que conociste cerca de una mesa de ponche cuando regresaste de Mary Weathers. Ya sabía de ti y de tus travesuras pasadas, y sinceramente quería mantenerme alejada de los problemas. Y tu nombre, Christopher Gray, es sinónimo de problemas.

Esa noche me besaste y terminaste con el traje empapado. En ese entonces, pensaba que yo sería una simple conquista para ti y me rehusé completamente a todo lo que tuviera que ver con tu persona. Pero en el corazón nadie manda. Poco a poco fuiste entrando en mi cabeza, llegaste a mi corazón, y todavía hoy te llevo hasta dentro de mis huesos.

Le diste más alegría a mi vida de lo que pensaba. Por mucho tiempo me negué y cerré mi corazón por razones que tú sabías sin yo decir una palabra, pero lo complicaste todo con tus abrazos cálidos, con cada sonrisa sincera y esos hoyuelos que tanto me gustan. Me tropecé con tu encanto y caí como tonta por tu sonrisa.

Tu carácter prepotente, arrogante y mandón hizo que mi corazón se abriera a miles de sentimientos desconocidos para mí. Siempre creí que estaríamos juntos, y dolorosamente, tú me hiciste creerlo esa noche en la Torre de Fuego bajo la lluvia de estrellas fugaces. Esos hermosos recuerdos no serán borrados ni con el último suspiro de mi corazón.

Me inclino levemente hacia adelante intentando comprender las palabras de la chica que envió esto. Coloco los codos en mis rodillas y tomo una bocanada de aire antes de seguir leyendo.

Junto a ti, viví muchas aventuras, tristezas, alegrías y lágrimas. Y por ti, entrenador… por ti es que estoy haciendo esto. Desde que descubrí la forma de romper la ley de los primogénitos, yo, tu hermano, tu cuñada Talia, nuestros amigos y los Varázs, decidimos buscar cada uno de los ingredientes. Con su ayuda, logré conseguir cada uno de ellos en poco tiempo.

La lágrima de un unicornio dorado, una Tanzanita de los Nephilim, las plumas de una extraña lechuza, el corazón de un hombre lobo dado por voluntad propia, el canto de una sirena y el corazón del cazador.

—Pumba, esto es muy raro. —Como si me hubiera entendido, mi jabalí resopla y niega con la cabeza. Con su hocico toca la carta varias veces—. Estás bien. Vamos a ver como termina. Porque si mi hermano está metido en todo esto, algo importante debe ser.

Me sometí a peligros, riesgos y enfrenté la misma muerte con tal de encontrar esos ingredientes. Hoy te casas y después de cumplir la promesa que te hice hace tiempo de romper la ley, solo puedo desearte mucha felicidad para tu larga vida… si logro romperla como lo tengo previsto.

Deseo con el alma que me recuerdes, Chris. Recuerda los buenos momentos que pasamos juntos, las escabullidas, los entrenamientos, las bromas e incluso la cazadora que me quemaste ese día de invierno. En el interior del sobre está el colgante que te regalé por tu cumpleaños 18. Estaba en posesión de tu madre. Tuve que robarlo para que regresarlo a su verdadero dueño. Te amo, Christopher Gray, y siempre te amaré. Tuya, por siempre y para siempre,

Tu pequeña cazadora

—Pumba, estoy más confundido que antes, compañero. —El jabalí resopla y señala con la cabeza el sobre.

Saco el delicado colgante, y la luz del sol se refleja en la diminuta estrella y esta me ilumina en los ojos. Miles de pensamientos o recuerdos vinieron a mi mente abruptamente, y en todos ellos estaba una persona: Allison.

Cuando la vi esa noche en el baile del colegio Elements y cuando patinamos e hicimos muñecos de nieve. Sus constantes frases ocurrentes, la noche que la llevé a la torre de fuego, le pedí que fuera mi novia y me diera solo una oportunidad.




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