Una semana después…
—Lo sentimos, cariño —Papá se detiene cerca de un espeso bosque—. No podemos llegar más lejos.
—¿Tengo que atravesar ese bosque… yo sola? —murmuro con un poco de miedo. Miro los enormes árboles frondosos que se alzan delante de mí—. ¿Cómo voy a llegar? —Ambos sonríen con cariño.
—Puedes quedarte tranquila. —Mamá pasa su mano por mi brazo. Desde que era pequeña, siempre hacía ese gesto para calmarme—. Sabrás como llegar. Confía en tu instinto.
—Pon las maletas en el tronco de ese árbol. —Señala mi padre el hueco de un enorme árbol que se encuentra a mi izquierda. La duda llenó mi mente—. Vamos, cariño. No seas cobarde.
Lentamente me acerco al viejo roble. Coloco mis maletas azul cielo en el hueco y unos segundos después, desaparecen.
—¿Pero cómo…? —Dejo las palabras en el aire por culpa del asombro.
—Alrededor de este bosque hay varios árboles como este —explica papá—. Es sencillo. Transportan tu equipaje hasta el instituto y lo encontrarás en la puerta principal. No tiene mucha pérdida.
—Sí, claro —añado con cierta ironía—. Y yo voy a ir caminando sin rumbo por un bosque que da miedo a plena luz del día. —Mi piel se eriza al instante—. No me lo quiero imaginar de noche.
—Vas a estar bien —recalca mamá con dulzura—. Este bosque está encantado. Si un humano se adentra en él, nunca podrá encontrarlos ni a ustedes ni al instituto. Ni siquiera podrá percibirlos.
«Justo ahora me siento como Percy Jackson cuando descubre que es hijo de Poseidón y tiene que atravesar la barrera», pienso estupefacta de todo lo que está pasando.
—Estos árboles están conectados al elemento tierra. Saben cuándo se acerca uno de los nuestro o un simple humano —explica papá con un toque de añoranza.
—¿Por qué no entran conmigo, entonces?
—No somos bienvenidos, cariño. Después de dejarlo todo, se nos prohibió el paso.
—Pero eso en injusto, mamá —protesto, cruzándome de brazos y hago pucheros.
—Allison McKenzie, escúchame bien. Debes tener tres cosas claras una vez que atravieses las puertas de ese instituto —recalca mi madre poniendo sus manos encima de mis hombros—. Primero: no dejes que nadie te detenga de conseguir lo que quieres. Segundo: sé buena pero no estúpida. Y tercero: Sigue tu corazón. Eso es esencial.
—Gracias, mamá. —Le abrazo con fuerza y ella pasa la mano por mi espalda.
—Te esperamos en casa para navidad —insiste mi padre una vez que nos separamos—. Te escribiremos cada vez que podamos
—Los quiero a ambos —murmuro con la voz un poco rota. En 16 años, nunca me he separado de ellos por tanto tiempo—. Es hora de irme.
—Nos vemos pronto, cariño. —Ella pasa su mano por mi rostro y mi padre apretó mi mano.
—Nos vemos pronto.
Beso a cada uno en la mejilla, les doy la espalda y me adentro en el denso bosque.
Un rato después, escucho el auto alejarse y doy paso a las lágrimas que estaba aguantando tanto tiempo, salgan sin parar. Esto va a ser más duro de lo que pensé.
—Muy bien, Allison, tiempo de enfrentar el cambio.
Mientras camino, observo los diferentes árboles que me rodean. Es algo muy hermoso y digno de admirar. La variedad de ellos es asombrosa Algunos ni siquiera deberían de estar aquí. Pinos, cerezos, robles. Puedo sentir la diferencia del aire normal a la magia que emerge de ellos.
Sigo caminando durante un rato hasta que veo una claridad más delante. Si el interior del bosque oscuro y denso es hermoso, la planicie que está frente a mí es mucho más. Está plagada de flores de diferentes colores, tonalidades y tamaños. La alta hierba baila al son del viento mientras las mariposas y abejas vuelan en armonía. Esto es una belleza.
«Si Ellie estuviera aquí, se hubiera quedado cautivada al igual que yo», pienso y sigo mi camino atravesando el extenso campo y con la punta de mis dedos rozo las flores antes vistas. Los colores azules, rojo, negro y violeta predominan. Puedo pasar horas en este lugar y nunca aburrirme de mirarlo. Me detengo en la parte baja del valle vislumbro el famoso y enorme colegio “Elements”.
Cinco torres en forma de una C cuadrada están unidas por enormes muros de piedra. Las torres de color negro hacen contraste con los colores del valle y el gris de los muros. A medida que avanzo, me siento pequeña en un lugar tan enorme como este.
A mi mente llega cuando Harry Potter cuando entra por primera vez a Hogwarts. Lo que en mi caso, en vez de atravesar una pared del ferrocarril, debo pasar por un oscuro bosque, mi instituto está en mitad del campo, y la división, en vez de ser por casas, es por los cuatro elementos: tierra, fuego, aire y agua. Parece grandioso, pero yo creo que es muy aterrador.
Al llegar a la enorme verja del colegio, estudio el diseño del escudo en el centro. Un delfín a la izquierda, un árbol debajo del mismo. A su derecha hay una paloma y encima de este, un dragón. Todos estaban unidos por una esfera de metal, la cual une los cuatro emblemas con ramas secas. Es un poco tenebroso, pero hermoso al mismo tiempo.
Al acercarme más y casi palparlo con la punta de los dedos, la enorme puerta de hierro se abre. La indecisión me inunda por unos minutos. Trago en seco y la atravieso con paso inseguro. A mi derecha veo mis maletas azules apiladas de forma organizada y suelto el aire que no sabía que contenía. Una vez que las tomo, la verja se cierra sutilmente. Un camino de piedra se forma delante de mí y tomo una bocanada de aire antes de dar el primer paso.
En el centro del patio, hay una fuente. La escultura es un poco extraña. Hay un dragón enroscado en la parte alta, como si estuviera trepando, pero varias ramas de un árbol seco lo atrapan de la mitad de su cuerpo hacia abajo. Una paloma está cerca de la cabeza de dicho dragón, anclada a una de las ramas, mirándolo fijamente con las alas abiertas, y un hermoso delfín se encuentra tallado en el tronco del árbol.
Editado: 04.10.2024