Nos acercamos a la mesa que se encuentra a nuestra derecha. Brenda y yo nos sentamos de espalda a la puerta. Lilith queda frente a mí y Tom delante de Brenda.
El salón está lleno de personas. Todos muy elegantes. Me siento un poco fuera de lugar. Todo es tan extraño.
—Por tu cara, veo que te asombraste —comenta Lilith con suavidad y yo asiento—. Es precioso en la noche, pero tienes que verlo de día. Es aún mejor.
Sonrío y masajeo mi nuca por las cosquillas que la recorren. ¡Qué raro! Miré hacia atrás y me encuentro con la mirada penetrante de Talia. Abro los ojos por un instante y vuelvo mi cara hacia los chicos.
—No te preocupes. —Brenda agarra mi mano debajo de la mesa—. Ya se le pasará. —Tragué en seco y asiento.
—Bueno, ¿esto cómo es? —pregunto con inocencia—. ¿La comida aparece por arte de magia? –todos sonrieron.
—Creo que lees demasiados libros —dice Lilith y sus mejillas se enrojecieron.
—Aquí traen la cena —explica Tom.
—¿En serio? —Todos asienten—. ¿Cómo saben lo que cada estudiante desea o si tienen alguna reacción alérgica?
Tom aprieta los labios con fuerza al igual que Lilith. Están aguantando la risa. «Mi primer día y ya estoy haciendo el ridículo», fue el pensamiento que cruzó por mi mente.
—No se rían, chicos. Ella es nueva en esto —me defiende Brenda, pero ella también está aguantando la risa—. Allie, antes de entrar, tus padres deben de llenar un formulario con una serie de preguntas. Ya puedes sacar tus conclusiones.
El calor aflora en mis mejillas. «¡Qué vergüenza!», me dije a mi misma.
—No te preocupes. Todos pasamos por eso la primera vez —explica Tom—. No me mires así, Brenda. Tú lo tuviste peor. —Mi amiga abre los ojos de tal manera que casi se le salen de órbita.
—Chisme jugoso. Eso me gusta. Cuenta, Tom —le incito.
—No te atrevas, Valent —dice Brenda en modo amenazante.
—Ah, no. De eso nada. Yo quiero escuchar lo que les pasó a todos. Si yo paso la vergüenza, ustedes tienen que contarme la suya. —Cruzo mis brazos en el pecho y ellos se miraron entre si—. ¿O prefieren que pregunte por los alrededores?
—No lo harías —espeta Brenda.
—¡Ja! Pruébame. —Quince minutos después me duele el estómago de tanto reír.
—Eso es vergonzoso —opina Lilith apenada.
–—Eso le pasa a cualquiera —hablo intentando controlar la risa.
—Vamos, Lilith. Lo de Tom fue peor —aclara Brenda y yo suelto otra carcajada.
Me duelen las tripas y esto solo es el primer día. De momento, las luces comenzaron a menguar y me callo al instante.
—¿Qué ocurre? —pregunto con un poco de temor.
—Relájate, Allie. Solo va a ser el discurso de bienvenida.
Entre la segunda y la tercera mesa, el suelo se abre en dos y emerge una pasarela con varias personas. Todos los estudiantes nos giramos para poder mirar fijamente hacia ese lugar.
—¿Quiénes son?
—No seas cotilla y espera, Allie —comenta Brenda. Sus ojos color café brillan de tanta emoción.
—Buenas noches, estudiantes —habla una señora con voz cálida—. Soy Rebeca Carlisle, la directora del colegio “Elements”
Viste un traje de chaqueta, saya alta negra y una camisa blanca. Su cabello canoso le hace ver el rostro tierno, pero por sus ojos negros oscuro declaran ampliamente que al ser de fuego, es una directora recta
—Es un gusto y un placer ver reunidos chicos con potenciales y habilidades del mundo entero en este lugar. Solo les pedimos dos cosas: disciplina y responsabilidad. Esperamos que tengan un año próspero y por favor —Se puso la mano en el pecho—, no me abandonen como los de segundo año. —Varias carcajadas surcan el aire—. Les deseo una agradable cena y una vez terminada, comenzaremos con la sesión de emblemas. Tengan una buena cena.
Sonoros aplausos le siguieron al discurso de la directora. Las luces comenzaron a brillar como al principio y los profesores de la pasarela se retiran por una puerta al fondo en la derecha.
—¿La quieren mucho?
—¿A quién? ¿Rebeca? —pregunta Lilith y yo asiento.
—La directora Carlisle asumió su cargo hace aproximadamente 50 años —comienza a relatar Brenda.
—¿Cincuenta años? ¿Qué edad tiene?
—Creo que está por los 70, pero se mantiene muy bien. ¿A que sí? —insiste, Lilith.
—En los libros de Historia dicen que ella estuvo en la batalla del siglo. –Frunzo el ceño—. ¿Recuerdas esa vidriera que te quedaste mirando cuando fuimos a secretaría?
«¿La vidriera donde estaban mis padres?», pienso y asiento con lentitud.
—Pues bien, la directora Rebeca, Mía, Erick, Brad y Camille tuvieron que unir sus elementos para derrotar a…
Las puertas que están cerca de nosotros se abren, interrumpiendo el relato de Brenda. El olor de la comida llegó a mi nariz y mi estómago rugió fuerte.
—Wow, tienes un estómago gruñón —habla Tom.
—Perdón —digo por la bajo pero mi estómago vuelve a rugir.
—El pobre. Lo has alimentado hoy con un simple sándwich y una soda —añade Brenda—. Si yo le hubiera hecho eso al mío, me hubiera desmayado al salir de la habitación.
—¡Qué exagerada eres! —le digo, empujándola suavemente con el hombro.
—Lo que tú digas. Pero que sepas que tu estómago piensa como yo —dice sonriente y mi estómago ruge nuevamente—. ¿Ves? —Me señala con el pulgar—. Él está de acuerdo conmigo.
—Pues nada. A comer se ha dicho —dice Tom y comemos entre risas y chistes.
Después de una opípara cena, toca la parte tenebrosa. Según me explicó Brenda, llamarían a los estudiantes por su elemento. Comenzaban con fuego, le seguía aire, tierra y por último agua.
Al parecer, en relación con tu elemento, eliges una figura que te represente. Aunque yo veo que no es necesario. Con vernos a los ojos, es suficiente para saber a dónde pertenece cada uno. Esto podría llevar toda la noche. Lo curioso es que no veo a nadie con aguja y equipo para tatuar. Seguimos charlando cuando la mesa delante de nosotros es tragada por la tierra. Pego un brinco en mi asiento y los chicos ríen nuevamente.
Editado: 04.10.2024