El Quinto Elemento (elements I)

Capítulo 11 “El bibliotecario”

Dos horas después, entro en la enorme torre del centro. Por fuera es de piedra negra pero el interior es otra historia. Enormes paredes pintadas de blanco se alzan al menos 20 metros de altura. Son al menos 10 pisos en lo que se refiere a literatura.

Frente a mí hay algunas mesas esparcidas con cuatro sillas en cada una. Unas con portátiles y otras vacías. La superficie de la mesa es de color púrpura y cada silla tiene un color en el espaldar: rojo, verde, azul y marrón. Todos eran colores brillantes. En cada piso, las estanterías están ancladas a las paredes.

Frente a mí, hay ventanales de cristal desde el suelo hasta el techo, y así ocurre en cada planta hasta que perdías la vista en las alturas. O al menos es lo que se ve a simple vista. A través de ellas, puedes observar la parte trasera del colegio, el cual también estaba lleno de múltiples flores de colores como en sus alrededores.

Al entrar me dirijo hacia recepción. Una sencilla mesa de madera de un metro y medio de altura cubierta por la parte frontal donde se está tallado en la madera el escudo del colegio, y en la superficie solo una computadora y su teclado. Todo pulcramente limpio y sin mota de polvo, para mi sorpresa.

Detrás del mostrador hay un chico de 25 más o menos. Cabello rubio cenizo, ojos negros y piel bronceada por el sol. Mueve la cabeza al ritmo de la música en sus auriculares, o eso creo.

–Hola –Toco en el mostrador con los nudillos para captar su atención. Él sonrió al verme–, mi nombre es Allison.

–Hola. –Se quitó los auriculares y los colocó encima de uno de sus hombros–. Mi nombre es Austin y soy un simple humano. –Frunzo el ceño sin comprender y él sonríe ampliamente–. Es un poco difícil de creer, pero mi padre estuvo antes que yo y mi abuelo también pasó por este lugar –dijo señalando a su alrededor–. Soy el bibliotecario. ¿En qué puedo servirte?

–No tengo ni la más remota idea. –Él sonrió de soslayo–. No sé por dónde empezar.

–Tengo un poco de curiosidad pero no sé de qué. –Acomodo mis codos encima de la mesa y el mentón en la palma de mis manos.

–¿Solo un poco? –Enarcó una ceja y ambos sonreímos–. Vamos a empezar por el principio. –Rodeó el mostrador y se unió a mí–. ¿Qué fue lo que inició tu curiosidad?

–Pues… la historia de Raquel y Cassandra.

–Ah… ya entiendo. Quieres saber lo historia del surgimiento de los elementos.

–Eso lo di en historia con la profesora Stevenson. Estoy más interesada en los diarios de Raquel.

–Eso está un poco difícil. Sígueme. –Nos dirigimos hacia la izquierda. Fantástico. Un elevador entramos en la enorme caja metálica y se cerraron las puertas. Austin marcó el último piso

–¿Por qué es difícil?

–Los diarios de Raquel son muy antiguos. Solo una persona especializada puede sacarlos  de la vitrina y tocarlos.

–¿Y esa persona es…?

–Yo –respondió sonriente. Las puertas del elevador se abrieron.

Al salir del elevador, cerca de la barandilla, hay varias mesas y sillas con el mismo diseño que había visto abajo. Coloco la palma de las manos en la barandilla de madera y miré hacia el suelo de la entrada principal de la biblioteca.

Mis ojos se posan en el dibujo del piso en la prima planta. Es un ave fénix con las alas abiertas. Varias de sus plumas son de color naranja, violetas, rojas, verdes, azules y marrones. Muy parecido al emblema de esta torre.

–Muy pocas personas notan eso –dijo Austin a mi lado mirando hacia abajo.

–Es hermoso –murmuro.

–En la entrada principal de cada torre se encuentra el símbolo de su elemento en el suelo.

–¿Quién construyó el colegio?

–Mira que eres curiosa.

Se separó de la barandilla y se dirigió a uno de los estantes del que sacó un libro muy grande de carátula oscura y gruesa. Las letras de la superficie son doradas y en relieve. Unas ramas cubren la portada y en el centro un círculo púrpura. Con unas letras en un idioma que no conozco. Las esquinas son de metal dorado así como las letras. Austin sopla el polvo de la superficie y nos sentamos en una de las mesas cercanas.

–¿Este libro de qué es? –pregunto tocando con la punta de los dedos la superficie

–Esta es... la historia del surgimiento del colegio “Elements”.

–Ese libro es demasiado grande para contarme solamente quién lo construyó. –Austin soltó una carcajada.

–No, Allison. Este libro te muestra quién dirigió la obra, los materiales, las personas y seres que influenciaron y también el poder que se encuentra en estas paredes.

–¿No existirá algún resumen?

La profesora Camille es especialista en este tema. ¿Por qué no le preguntas? –Lo pienso por unos segundos y niego con la cabeza.

–Mejor no. Esta va a ser una lectura muy aburrida.

–No te lo creas –aclara Austin levantándose de su asiento–. La historia de este colegio es muy interesante. Incluso este libro te muestra los primeros planos. El colegio Elements no siempre tuvo esta forma. No puedo estar mucho tiempo separado de mi puesto. Ya sabes dónde colocar el libro. Si tienes alguna duda, toca este timbre. –Señala un botón en el centro de la mesa que no había visto–. La biblioteca cierra a la media noche

–Muchas gracias, Austin. –Hizo una pequeña reverencia con la cabeza y me dejó con aquel librote de al menos 5000 páginas.

Abro la tapa del libro y la imagen en la primera hoja es un escudo parecido al que tenemos actualmente. La paloma blanca está posada en las ramas altas del árbol seco. Un dragón rojo reptaba por el tronco de dicho árbol y las alas del ave fénix sobresalen por los laterales del tronco. En la base del árbol veo varias olas como si estuviera a la orilla de la playa o el mar.

–Génesis. –Toco con las yemas de los dedos el nombre en la contraportada–. Este escudo me gusta mucho más que el actual. –El índice estaba dividido en: materiales, directores y mitologías–. ¿Por qué mitologías? Muy bien. Aquí vamos. Elements comenzó en sus inicios como una… ¿una granja? Esto es gracioso. Su fecha de construcción inicial data del siglo III a.C. Arthur Carrington, la mano del rey pidió esta tierra específicamente ¿A la mano derecha del rey le gustaba vivir entre vacas y cabras? Su nombre era Arthur Carrington. Él era… ¿un elemento vida? –Eso me sorprendió–. Según Camille, son muy inusuales.



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En el texto hay: aventura, amor, magia

Editado: 12.12.2021

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