—Estoy agotada —protesto, adolorida, recostándome a la banca—. El profesor Jackob va a terminar matándome antes de llegar a fin de año.
—Dímelo a mi —murmura Brenda respirando entrecortadamente a mi lado.
—Vamos, flojas —incita Lilith sonriente—. Será mejor que nos apuremos o no llegamos a historia hoy.
—¿En serio, Lilith? –protesta Tom a su lado—. De todas las cosas, ¿estás preocupada por historia?
—Historia es muy interesante —digo levantándome con un poco de trabajo, y dolor —. Pero después de Rendimiento con Jackob Clinton, se te quitan todas las ganas de dar clases. —Brenda también se pone de pie.
—Solo deseas un baño y una… —Un grito interrumpe a Brenda.
—¿Qué fue eso? —pregunta Lilith asustada.
—Eso significa… —Una saeta de fuego sale en nuestra dirección desde el bosque—. ¡Corran! —grito y todos nos dirigimos hacia el colegio. Escuchamos como el fuego golpea la hierba y me lanza levemente hacia adelante.
—Auxilio —otro grito llega a mis oídos.
En estampida, entramos por la puerta principal. La campana vuelve a sonar de manera ruidosa. Todos los estudiantes y profesores se reúnen en el patio central.
—¿Qué ocurre? —pregunta Lester.
—Ni idea —habla Tom con tono preocupado—. Si sumamos un grito y de fuego en nuestra dirección, da como resultado una completa retirada.
—¿Qué pasó, Jackob? —pregunta la directora. Flamas de fuego recorren sus brazos.
—Aún no se, Rebeca. Estábamos terminando la clase de Rendimiento cuando escuchamos un grito, y una saeta de fuego fue en dirección de los chicos.
—Maldita sea —grita Camille molesta.
—Los de tercero de fuego y agua, conmigo —grita la directora—. Tierra y viento con Camille y Hugh. Jackob has un conteo de estudiantes de primero a ver si falta alguno. Brad, has lo mismo, pero con los chicos de segundo.
La directora, Camille y Hugh, junto a los chicos de tercero salen del colegio y la enorme reja fue cerrada.
—Esto no pinta bien —murmura Brenda a mi lado. Cierro mis manos en puños. Eso solo puede significar una cosa: otro ataque de los cold.
—Muy bien. Todos los de segundo reúnanse conmigo en el gimnasio, y divídanse por elementos. Jackob, te dejo con los de primero. —Brad me mira y se retira con una parte del estudiantado.
—Chicos, fórmense en fila por elementos —brama el profesor. Para cuando terminamos, no faltaba ninguno. Brad bajó las escaleras y detrás de él, los demás estudiantes.
—¿Te falta alguno? —pregunta nuestro profesor de Defensa y Jackob niega con la cabeza—. A mi tampoco. Gracias a Dios —añade y se aleja. Con disimulo le sigo hasta las puertas del comedor.
—¿Qué está pasando? Y no me digas que nada. Eso casi nos mata. Sentí su calor cuando tocó la hierba. Era demasiado caliente.
—Aún no sabemos con certeza.
—Son ellos, ¿verdad? —Creo que fue más una afirmación que una pregunta. Brad me observa preocupado.
—Hay que esperar a que regrese la directora con el resto a ver qué ocurre. —En sus ojos varios sentimientos pasan velozmente, pero la preocupación va a la cabeza de ellos.
—Va a estar bien —le animo colocando mi mano en su brazo.
—¿Qué ha ocurrido? —preguntan a mis espaldas.
—Aún no sabemos lo ocurrido, Austin. Una bola de fuego casi nos mata. —Su sonrisa se esfuma.
—¿Estás bien? —Coloca sus manos en mis brazos mirando mi rostro y mi cuerpo.
—Estoy bien. —Escuchamos una explosión a lo lejos y los tres corrimos hacia la puerta principal.
El bosque se agita con brusquedad por causa del viento. Llamas de fuego y remolinos de agua se mueven por todo aquello, pero ni una sola hoja de los árboles se quema. Jackob agarra a Brad antes de que saliera por la puerta.
—Ni se te ocurra.
—Mi mujer está ahí, Jackob –protesta Brad forcejeando con el agarre del profesor.
—Ya lo sé, pero la directora está con ellos. No vas a servirle a Camille nadie muerto, Stevenson.
—Muchachos —habla Amelia, la enfermera—, vayan a sus habitaciones. Por hoy las clases están suspendidas. Vamos, vamos.
Casi todos caminaron hacia los dormitorios. Yo, Brad, Jackob, Brenda, Javier y Austin nos quedamos frente a la puerta.
—Estoy preocupada por ellos —murmuro mirando el infierno desatado en el bosque. Una enorme saeta de fuego sube al cielo y baja con rapidez.
—Van a estar bien —murmura Brenda pasando uno de sus brazos por mis hombros.
—No tienes que preocuparte. Rebeca es fuerte —añade Austin a mi lado—. Ella es… —el bibliotecario deja las palabras en el aire y abre los ojos con temor—. ¡Rebeca! —grita y se agarra a la reja con fuerza.
—¡Oh, Dios mío! —murmuró Brenda y un nudo se formó en mi garganta.
—¡Abran esta maldita cosa! —espeta Austin con la voz quebrada—. ¡Rebeca! —grita con desconsuelo.
La fotografía que vemos era horrible. Todos estaban un poco lastimados. Algunos cubiertos de hollín, y otros bañados de agua. La que está en peores condiciones es la directora Rebeca trasladada en una camilla hecha de ramas. Hugh y otro estudiante la traen en sus hombros. La reja se abre delante de mí y Austin sale corriendo a su encuentro.
—¡Clark, avísale a Amelia! —grita Jackob y Brenda corre en dirección a la enfermería.
Yo no puedo moverme de mi lugar. Si la directora Carlisle, está en ese estado, ¿que quedará para el resto de nosotros? Separar a Austin de la camilla no fue fácil. Entre Javier y Brad no podían aguantarlo porque forcejeaba con mucha fuerza. Para ser un humano, es muy fuerte.
—Reunión del consejo… ¡ahora! —anuncia Camille y Brad la abraza con fuerzas—. Lleven a la directora a la enfermería
—Esto es grave —dice uno de los chicos de tercero lleno de hollín—. Nunca imagine que haría eso.
—Nos agarró de sorpresa a todos —añade el que estaba a su lado.
Me acerco a Austin. Aún sigue forcejeando con Javier y Brad.
—Austin —le llamo, pero es como si no me escuchara—. Austin —Tomo su rostro entre mis manos—, necesito que te calmes. La directora lo necesita. —Sus ojos negros están cristalizados por las lágrimas—. ¿Vas a tranquilizarte? —Él asiente. Al soltarlo, cae de rodillas al suelo desconsolado. Yo bajo hasta su altura y le abrazo con fuerza. Sus sollozos me rompen por dentro—. Va a estar bien, Austin. Ya lo verás. Tú mismo lo dijiste. Rebeca es fuerte.
Editado: 04.10.2024